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Opinión

La lotería del 30 de Enero del 2018

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Los Ansiosos

Los cinco diputados de acción nacional que ocupan una curul en el congreso local, se encuentran desesperados, ansiosos, incluso preocupados ya que Fernando Álvarez Monge no ha dado señales de vida, bueno no de vida, si no de cómo y quienes si serán los bendecidos para que busquen la reelección.

Nadia Siqueiros por el 12, Jorge Soto por el 15, Miguel La Torre por el 16, Blanca Gamez por el 17 y Carmen Rocio González en el 18, están cuál vil pitcher de la serie del caribe en espera de una señal para lanzar su mejor bola y poder controlar el juego, sin embargo Álvarez Monge tiene como prioridad la coordinación de la caravana con camino al centro del país.

Aunque en varias ocasiones Blanquita Gamez ha manifestado no tener la intención de co tender por la reelección ya que considera que su camino está más en la función pública que en la legislativa, por tal motivo los Turati, Lara, Chavez o Villalobos levantan la mano para hacerse de una candidatura y así recorrer el distrito 17.

Mientras tanto los otros diputados conscientes están que llevan una ventaja de presencia y libres de agenda que les permitirá poder recorrer sus distritos, para poder lograr una importante interacción con los ciudadanos, y así poder mantener la diputación, toda vez que los aspirantes del PRI no cuentan con recursos para poder hacer una pre campaña, hecho que los coloca en desventaja ante los legisladores albiazules.

Es por todo lo anterior que Roció González, Miguel La Torre, Jorge Soto y Nadia Siqueiros (con todo y screenshots) esperan la autorización de su dirigente estatal y poder registrarse en busca de mantener la posición en el congreso, si no pues buscar los cientos de espacios públicos qué hay disponibles ahora que el PAN mantiene un control gubernamental en Chihuahua.

La Impresión

Desde hace algunos años el rey midas de los negocios de impresión, nos referimos a
Edibray Gómez, ha estado en diferentes organismos camarales, lo que lo ha llevado a tener una presencia en el ámbito empresarial, tal y como lo demuestran las diferentes premiaciones de las que ha sido objeto en los últimos meses.

Estas condecoraciones lo pusieron en la mira
de los grupos de empresarios, quienes ya lo eligieron como el próximo presidente de Ejecutivo de ventas a nivel nacional, mismos que cuentan con 26 delegaciones estatales y en donde Edibray semantiene como uno de los más importantes.

Viajes de cortesía a la CDMX, Culiacán, Guadalajara, Leon, etc. Han convertido a el impresor de moda en Chihuahua, en un candidato carismático, que va y platica con sus colegas para pedirles su apoyo, pues la ejecución para la nueva mesa directiva de EVM, será el más de febrero en Mazatlán (hay quir ‘) para luego la toma de protesta en la ciudad de Mexicali de quien de manera unánime fue electo como presidente de ejecutivos de ventas en Mexico.

El Teporaca

Se realizó la 31ª entrega de los Premios Teporaca, evento que distingue a lo más selecto de la clase deportiva y único reconocimiento en el país que se hace en Sesión Solemne de Cabildo.

El Teatro de la Ciudad fue el recinto oficial que reunió a la crema y nata, estuvieron las autoridades civiles y deportivas, así como los familiares y amigos de los 30 protagonistas, que por sus actuaciones durante el 2017 recibieron la estatuilla de Bronce.

La disputa por el Oro fue entre el marchista olímpico Julio Salazar que obtuvo dos medallas de plata en la Universiada Mundial y Ricardo Galindo medallista de bronce en el mismo evento, pero en la disciplina de fútbol.

Y aunque varios integrantes de la Asociación de Cronistas Deportivos de la ciudad de Chihuahua “Pancho Cano” A.C. no se aguantaron las ganas y divulgaron entre la comuna desde el día de la elección que Salazar se llevaría el Oro y Galindo la Plata, en la ceremonia de entrega armaron muy bien la escena con el sobre que contenía el nombre del ganador.

Hablando de cronistas, pocos pero protagonistas, no dejaron escapar la oportunidad para postrarse justo detrás de la mesa principal.

Como es costumbre el auspicio de este evento surge de las arcas de la Presidencia Municipal que logró una buena organización, una convocatoria aceptable para llenar el Teatro y un desfile bastante lucido.

¡Bravo a los galardonados!

Opinión

La corona que derribó al fiscal. Por Caleb Ordóñez T.

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Alejandro Gertz Manero no se fue por un solo escándalo. Su salida de la Fiscalía General es el cierre natural —y casi inevitable— de una historia acumulada durante décadas: un expediente no judicial, sino político, construido a fuerza de polémicas, enojos y decisiones que siempre parecían estar un milímetro antes (o después) del momento correcto. Una vida pública larga, tensa y llena de episodios que México nunca logró procesar del todo y que terminaron de golpe cuando la luz inesperada lo alumbró demasiado.

Para entender su renuncia, hay que regresar al principio. A 2001. A Puente Grande. A Joaquín “El Chapo” Guzmán desapareciendo como si el penal fuera un teatro mal montado. A un gabinete recién estrenado y a un secretario de Seguridad Pública —Gertz— que quedó tocado desde ese instante, aun cuando defendió hasta el cansancio que los penales no estaban bajo su control directo. Tenía razón en la letra, pero la política no se escribe con artículos constitucionales; se escribe con percepciones. Y la percepción quedó marcada: primera fuga, primer señalamiento.

Luego vendría “el caso familiar”, quizá el capítulo más corrosivo de su trayectoria. La denuncia por homicidio en contra de su excuñada Laura Morán y de su sobrina política, Alejandra Cuevas, terminó por convertirse en un espejo que devolvía una imagen poco favorecedora del fiscal. La figura jurídica de “garante accesoria”, que nadie encontraba en ningún código, la prisión de Cuevas, la reapertura del expediente cuando él ya era fiscal, y después los audios filtrados donde se quejaba del proyecto de sentencia de la Suprema Cort Ese episodio enterró la narrativa de imparcialidad y lo colocó en el centro del debate sobre el uso personal de la justicia. No su mejor capítulo.

Y sin embargo, tampoco ahí cayó.

Su paso por la FGR tuvo escenas memorables —algunas para bien, otras para museo del absurdo. Anunció con firmeza una cruzada contra la impunidad heredada: Odebrecht, Estafa Maestra, Pemex, la élite política del sexenio pasado. Era un fiscal que llegaba con autoridad intelectual: décadas de docencia, formación sólida en derecho penal, experiencia en seguridad y una convicción genuina de que el Ministerio Público tenía que recuperar su dignidad institucional. Ese punto —el positivo— hay que concedérselo: Gertz siempre habló de la Fiscalía como una institución que debía fortalecerse y, al menos en discurso, entendía la necesidad de autonomía y rigor técnico.

Pero entre lo que se quiere y lo que se logra suele haber un océano.

El caso Lozoya terminó convertido en una tragicomedia: el testigo estrella que prometía derribar a medio gabinete peñista terminó fotografiado en un restaurante, con un guion de colaboración que se desmoronó y un expediente repleto de promesas incumplidas. El famoso cheque de 2,000 millones de pesos, presentado en Palacio Nacional como “reparación del daño”, resultó más simbólico que real. Y mientras tanto, Rosario Robles vivió en prisión preventiva prolongada, exhibiendo el rostro más duro de la Fiscalía, mientras Lozoya parecía disfrutarse el fuero moral de la cooperación.

Su sello más polémico fue la justicia diferenciada. La exoneración exprés del general Salvador Cienfuegos tensó la relación con Estados Unidos; el intento de procesar a 31 científicos del Conacyt por delincuencia organizada levantó incluso carcajadas en los tribunales; los expedientes contra gobernadores y candidatos en temporada electoral alimentaron la narrativa de que la FGR olía más a estrategia que a proceso penal.

Y después llegó la guerra interna. El pleito con Julio Scherer, la batalla por el control de ciertos expedientes, las acusaciones cruzadas de extorsiones, venganzas y “operaciones sucias” mostraron una Fiscalía atrapada en el mismo laberinto político que juró superar.

Con todo, había una cualidad que incluso sus críticos reconocen: Gertz era persistente. Y conocía el aparato penal como pocos. Tenía método, obsesión por el detalle y una idea fija de orden institucional. No siempre funcionó, no siempre fue justa ni eficiente, pero era innegable que se trataba de un hombre que llevaba décadas pensando —de verdad pensando— en el sistema penal mexicano.

¿Entonces por qué renunció?

Porque la política no solo se derrumba por grandes actos de corrupción o colapsos institucionales. A veces cae por la presión inesperada del lugar menos imaginado. En este caso, una corona.

Todo estalló cuando México celebraba con júbilo el triunfo de Fátima Bosch como Miss Universo. Una mexicana ganando el certamen después de tantos años era un regalo para la narrativa nacional: orgullo, identidad, representación, el país hablando de algo luminoso por primera vez en semanas. Pero justo ahí, en plena celebración, comenzaron a circular los expedientes —sellados y empolvados en la FGR— relacionados con Raúl Rocha, presidente de la franquicia Miss Universo y vinculado en investigaciones mediáticas con presuntos contratos irregulares con Pemex.

La pregunta no era si existía una investigación. La pregunta era: ¿por qué se filtró justo ahora?

La respuesta implícita fue unánime: porque la FGR había perdido control interno. Porque intereses cruzados querían lastimar a la 4T. Porque la filtración no solo embarraba a un empresario, sino también a Bosch, la nueva joya mediática del país. Porque el triunfo, tan necesario en una nación saturada de malas noticias, se convirtió en combustible político en cuestión de horas. Porque México estaba celebrando una coronación, y alguien sacó un expediente que olía a guerra interna.

Eso, en Palacio Nacional, fue dinamita.

No se podía permitir que una victoria global, limpia y emocional, se convirtiera en pleito burocrático. Mucho menos cuando la Presidencia buscaba proyectar una nueva etapa institucional y evitar conflictos con la industria cultural y de entretenimiento que ya estaba devolviendo atención internacional al país. Gertz había sobrevivido a todo: a expedientes fallidos, a presiones, a audios filtrados, a críticas internacionales. Pero tocar un símbolo recién coronado fue otra cosa. Transformó un problema jurídico en un problema político. Y en México, los problemas políticos se resuelven de una sola forma: pidiendo renuncias.

El 27 de noviembre de 2025, presentó la suya.

Salió con un extraño nombramiento diplomático y un comunicado sin dramatismos, pero cargado de silencios. Fue la despedida de un fiscal que quiso ser reformador, que terminó siendo símbolo de poder concentrado y que cayó no por un caso penal, sino por una coronación que puso demasiados reflectores sobre sus polémicas.

Y así, la corona de Fátima Bosch terminó abollando algo más que el ego de los críticos: terminó abollando, también, el trono del fiscal más poderoso del México reciente.

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