Los asesinatos cometidos por la mafia por lo general no suelen conmocionar a los italianos. Sin importar lo perturbador que sean los casos, por lo general afectan solo a los amigos y a las familias de las víctimas.
Pero un asesinato a quemarropa en el sur de Italia puso en duelo a toda la nación, porque en esta ocasión, la víctima fue un niño de tres años.
Nicola Campolongo, Coco, recibió un disparo en la cabeza cuando iba con su abuelo, Giuseppe Iannicelli, y su pareja, de 27 años, quienes aparentemente tenían problemas de dinero con la mafia.
Sus cuerpos fueron hallados el 19 de enero en un auto Fiat Punto, en las afueras de Cosenza, Calabria. Iannicelli, quien cumplía una condena de arresto domiciliario por un caso de drogas, supuestamente era el blanco del ataque.
«En todos mis años de investigación de asesinatos del crimen organizado, ninguno ha sido tan horrible como este», dijo a CNN el fiscal Franco Giacomantonio. «Es inimaginable que un niño tenga que pagar por los crímenes de sus padres.
El asesinato incluso llamó la atención del papa Francisco, quien calificó la muerte de Coco como un caso «sin precedentes». En su mensaje de este domingo, el pontífice pidió a los fieles orar por el menor y exhortó a los asesinos a arrepentirse de sus crímenes.
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La madre de Coco, Antonia Iannicelli, de 27 años, no asistió al funeral de su hijo. Ella cumple una sentencia de cuatro años de cárcel por posesión y venta de drogas. La policía temía que los miembros de la poderosa organización criminal llamada Ndrangheta atentaran contra ella si asistía al velorio.
Sus otros dos hijos, de cuatro y cinco años, fueron puestos bajo custodia preventiva en otra región de Italia. A Iannicelli se le permitirá cumplir el resto de su condena en casa, con sus hijos.
Mientras tanto, la muerte de Coco generó un debate en Italia acerca de cómo se debe proteger a los niños que crecen en la sombra de los grupos criminales del país. Él era solo un bebé cuando su madre entró a prisión.
Francesco Talarico, jefe del gobierno regional en Calabria, escribió este martes una carta al presidente del observatorio nacional de los derechos de los menores de Italia, en la que instaba a la organización a «levantar el velo de silencio» que suele acompañar a los crímenes de la mafia y a «investigar seriamente qué se puede hacer para proteger el futuro de los niños en riesgo como Coco».
La madre de Coco cumplía una segunda condena en prisión por delitos de drogas vinculados con la Ndrangheta, de acuerdo con Francesco Forgione, jefe de la Comisión Parlamentaria Antimafia de Italia.
«La madre de Coco es la primera víctima del sistema», dijo Talarico a CNN. «Su hijo tenía pocas posibilidades de escapar de esa vida».
A raíz de la muerte del niño, el ministro del Interior, Alfano Angelino, y el jefe de la Policía Nacional, Alessandro Pansa, firmaron un protocolo de emergencia para garantizar la protección de los derechos de los niños.
«Necesitamos… para asegurarnos de que el protocolo no se olvide de los niños que crecen en situaciones vulnerables fuera de la ley, que pueden ser víctimas o testigos de delitos. Tenemos que asegurarnos de que Coco sea el último niño que muere de esta manera», dijo Pansa.
Ningún sospechoso ha sido nombrado por el triple homicidio, pero Giacomantonio cree que probablemente esté vinculado con el comercio de drogas de la región.
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