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Salud y Bienestar

La obesidad infantil sigue en aumento

Datos reportados por la Organización Mundial de la Salud mencionan que México está considerado como un país mal nutrido que ocupa el primer lugar en obesidad infantil y que, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT) 2020, la prevalencia de sobrepeso recae con más fuerza en los menores de 8 años con el 24% y con obesidad en los que tienen 9 años, con 26%[1].

El Dr. Carlos Alberto Antillón Ferreira, endocrinólogo pediatra del Centro Médico ABC, comenta que, en la última encuesta de ENSANUT, se reporta que prácticamente, 1 de cada 3 personas en edad escolar tiene algún problema de sobrepeso u obesidad.

Afirma que en la consulta diaria se observó que esta prevalencia incrementó considerablemente con la pandemia de COVID-19, por la falta de movilidad de los niños en confinamiento y un mayor consumo de comida poco saludable. Cabe mencionar que la OMS refiere que el 44% de los niños mexicanos de 6 a 23 meses de edad no consume frutas ni verduras y el 59% no consume huevo, leche, pescado ni carne.

Agrega que “la obesidad tiene un origen genético, la raza hispana tiene mayor predisposición a padecerla, así como el consumo de alimentos de alto contenido calórico, bebidas azucaradas y la falta de activación física recae directamente en estas enfermedades; además del elevado consumo de alimentos procesados y comida chatarra”.

“En los primeros 1000 días de nacido se determina mucho del futuro del ser humano y se puede generar la tendencia al sobrepeso/obesidad. Durante el primer año, el consumo de fórmulas lácteas puede contribuir al aumento de peso, por eso, se recomienda alimentarlos con leche materna”, menciona.

Asociado al sobrepeso y obesidad, se incrementa el riesgo de que los niños tengan problemas de salud como hipertensión arterial, alteración en el metabolismo de lípidos, enfermedad cardiovascular, hígado graso, intolerancia a la glucosa, resistencia a la insulina y diabetes mellitus tipo 2, padecimientos que, desafortunadamente, estamos viendo en adolescentes con bastante frecuencia.

Señala que los niños con sobrepeso u obesidad son más propensos a tener problemas respiratorios como asma y apnea del sueño. Además, es común observar que la obesidad infantil genera en los niños depresión, ansiedad, baja estima y muchos de ellos padecen bullying que puede culminar en suicidio infantil.

Es importante que los padres revisen que sus hijos no tengan acantosis nigricans, afección cutánea que se caracteriza por áreas oscuras y aterciopeladas en pliegues como cuello y codos y que, generalmente, aparece en las personas con sobrepeso u obesidad

Indica que por estas razones la obesidad infantil debe ser tratada como enfermedad y de forma multidisciplinaria desde el inicio con la atención de profesionales en cada área que se requiera, porque es indispensable que los niños recuperen su salud y prevengan futuras enfermedades como el Síndrome Metabólico.

“El Centro Médico ABC cuenta con los expertos para la atención de la obesidad infantil, la idea es que sea un trabajo en conjunto con pediatras, endocrinólogos, nutriólogos, medicina del deporte y psicólogos. Damos atención de primera en cuanto a prevención, tratamiento y seguimiento de los pacientes infantiles con obesidad”, menciona el experto.

El tratamiento debe ser integral, pero no es igual para todos, hay niños que requieren terapia farmacológica, otros que solo necesitan un plan de alimentación, actividad física y apoyo emocional, todo depende de la gravedad de la enfermedad y la atención a tiempo.

Añade que de forma preventiva los padres deben observar la línea de crecimiento conforme a la edad y medir el índice de masa corporal (IMC = peso en kilogramos dividido entre la estatura en metros al cuadrado). “El valor del IMC varía según la edad y de acuerdo con el género, se considera normal si está debajo del percentil 85, cuando se encuentra entre percentil 85 y 95, es un indicador de sobrepeso y si está por arriba de percentil 95 es un indicador de obesidad”.

Al referirse si los niños son candidatos a cirugía bariátrica, el Dr. Antillón menciona que lo ideal es no llegar a esos procedimientos y detectar a tiempo. “Lo que queremos es evitar que el sobrepeso y obesidad se normalice, no hay que esperar que el paciente con 15 años tenga un peso de 120 kilos, se puede hacer este tipo de cirugía a los adolescentes, como alternativa de casos graves, pero lo ideal es no llegar a eso”.

Finalmente, el experto en obesidad infantil recomienda que los padres y los hijos tengan una buena alimentación con el “plato del buen comer” que incluye los alimentos que el cuerpo necesita, evitar alimentos y bebidas con sellos de etiquetados con alto índice calórico, hacer actividad física al menos 45 minutos diarias y 5 días a la semana y disminuir el uso excesivo de aparatos electrónicos.

“Lo importante es no dejar de comer lo que nos gusta, ni llevar dietas estrictas, es aprender a sabernos saludables, mejorar el estilo de vida y llevar un seguimiento médico”, concluye el Dr. Carlos Antillón del Centro Médico ABC.

Revista

La grasa abdominal profunda: el enemigo silencioso que envejece tu cuerpo y tu mente

Oculta bajo la piel y rodeando órganos vitales como el corazón, el hígado y los riñones, la grasa visceral representa una de las amenazas más serias para la salud metabólica y cerebral, incluso en personas delgadas. Más que un problema estético, esta grasa activa procesos inflamatorios que pueden desencadenar enfermedades como la diabetes tipo 2, el hígado graso, problemas cardiovasculares y, a largo plazo, deterioro cognitivo.

De acuerdo con el Dr. Andrew Freeman, especialista en prevención cardiovascular, la grasa visceral es un marcador de múltiples riesgos de salud, aun en quienes aparentan estar en forma. El fenómeno conocido como “skinny fat” —personas con peso normal pero con alta proporción de grasa interna— evidencia que la salud no siempre se refleja en el espejo.

El impacto va más allá del metabolismo. La neuróloga preventiva Kellyann Niotis advierte que este tipo de grasa libera compuestos inflamatorios que aceleran la atrofia cerebral y favorecen la aparición de placas beta-amiloides y ovillos de tau, señales asociadas con la enfermedad de Alzheimer, incluso desde los 40 o 50 años.

¿Cómo saber si la grasa visceral está fuera de control? La medida de la cintura es un primer indicio: más de 88.9 cm en mujeres y 101.6 cm en hombres eleva el riesgo, según los CDC. La masa muscular también importa: quienes tienen más grasa que músculo tienden a acumular esta grasa profunda. Estudios como la DEXA o básculas con medición de grasa corporal pueden ayudar a evaluar estos indicadores.

La buena noticia: es reversible. Freeman insiste en un enfoque integral con ejercicio cardiovascular diario (como caminatas rápidas de al menos 30 minutos) y entrenamiento de fuerza con resistencia. Ejercicios como desplantes, sentadillas, lagartijas y peso muerto movilizan grandes grupos musculares, aceleran el metabolismo y estimulan hormonas que mejoran la composición corporal.

Una alimentación basada en plantas, como la dieta mediterránea, también es clave. Rica en frutas, vegetales, granos enteros, aceite de oliva y pescado, esta dieta ha demostrado reducir la grasa abdominal y el riesgo de muerte por enfermedades crónicas, especialmente en mujeres.

El ayuno intermitente —comer solo durante una ventana de seis horas al día— puede ser un complemento efectivo, aunque no es apto para todos. La combinación de alimentación natural, entrenamiento funcional y periodos de ayuno puede “hacer magia” en la reducción de grasa visceral, señala Freeman.

En resumen, mantener el músculo, eliminar alimentos ultraprocesados, moverse cada día y reorganizar los horarios de comida no solo combate la grasa abdominal profunda, sino que extiende la salud física y mental hacia el futuro. Porque el verdadero “elixir de la juventud” no se compra: se construye con hábitos.

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