Los epidemiólogos llevan meses esperando con ansiedad a que el virus responsable de la pandemia de covid-19 mute. Aparentemente ya lo ha hecho. Un nuevo estudio asegura haber encontrado la primera mutación realmente significativa del patógeno, y de momento podemos respirar tranquilos.
¿Por qué es tan preocupante que el SARS-CoV-2 mute? Pues porque esa mutación podría complicar muy seriamente el encontrar una vacuna contra el virus o un fármaco antiviral que realmente funcione. Tomemos como ejemplo a un viejo conocido que es una auténtica pesadilla para los virólogos: la gripe.
El virus influenza causante de la gripe tiene un altísimo índice de mutación. A resultas de ello, cuando el patógeno reaparece con el invierno ya no es exactamente el mismo que el año pasado, y la vacuna que se desarrolló hace meses ya no sirve contra él. Esa es la razón por la que aún no tenemos una vacuna universal contra la gripe. Las vacunas funcionan enseñando al sistema inmune del organismo a reconocer el virus para combatirlo, pero si el patógeno cambia de cara cada año es imposible crear una vacuna que sirva para siempre.
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Las mutaciones de los virus ocurren de manera natural a medida que el patógeno salta de una víctima a otra. Cuando la epidemia de covid-19 se descontroló más allá de cualquier intento de contención, los epidemiólogos temían que la extensión de la enfermedad provocase mutaciones en el SARS-CoV-2 que hiciesen imposible el desarrollo de una vacuna universal.
Por fortuna no ha sido así. Al menos no todavía. Un estudio recién publicado en Biorxiv ha analizado 106 muestras del nuevo coronavirus y ha encontrado la primera mutación significativa en una muestra recogida el 27 de enero en India. La mutación, de hecho, hace que el virus sea menos proclive a enlazarse a los receptores AC2 del ser humano. En cierto modo el cambio lo hace menos infeccioso, pero las espinas de proteínas que forman su corona permanecen iguales. El estudio aún está pendiente de revisión por parte de la comunidad científica, pero las lecturas preliminares apuntan a que es riguroso.
Los autores del estudio explican que los datos de que disponemos hasta ahora muestran que el genoma del SARS-CoV-2 es particularmente estable y tiene menos diversidad que el de otros virus similares como el SARS. Significa que el patógeno responsable de esta pandemia muta poco y sus cambios son poco significativos, lo que es una buena noticia para el desarrollo de la vacuna.
Fuente: GizModo