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Policiaca

Le destroza la mano por inyectar a su hija

Por más increíble que parezca, una enfermera del Hospital General del ISSSTE de Acapulco fue agredida física y verbalmente por un padre de familia, luego de haber provocado el llanto de la menor, a quien minutos antes le había aplicado una inyección.

Diarios locales informaron sobre este hecho sin precedentes, ocurrido el sábado pasado, cuando la enfermera -identificada como Josefina Agüero Navarrete- recibió varios golpes en la mano con la que sostuvo la jeringa, propinados con un mazo.

Con heridas severas en la mano, la enfermera se defendió con unas tijeras.

Según informó el diario El Debate, durante la golpiza propinada por el hombre, la mujer logró sacar de su bolsillo unas tijeras, con las que logró herir a su atacante, quien tomó a su pequeña en brazos –adolorida, por la inyección y asustada, por la terrible y sangrienta escena-, y rápidamente abandonaron el lugar con rumbo desconocido.

Agüero Navarrete fue atendida por personal del mismo nosocomio por las heridas en los dedos y la muñeca de la mano izquierda, por lo que tuvo que ser intervenida quirúrgicamente; hasta la noche del jueves, el reporte en torno a su salud es delicado, pero estable.


SIN PISTAS DEL AGRESOR
El personal médico y administrativo del hospital indicó que no tiene conocimiento de la identidad ni el paradero del sujeto que golpeó a Josefina, ya que ingresó al hospital durante la madrugada. Añadió que ni la recepción ni los pasillos cuentan con sistemas de video vigilancia, por lo que únicamente la enfermera podría describir y ubicar al hombre por sus características físicas.

La Procuraduría General de la República (PGR) delegación Acapulco investiga los hechos y busca al responsable de la agresión.

 

Excelsior

Increible

Desaparece en Disneyland y aparece días después en un bote de basura en Mexicali: el misterioso caso de Annie Encino

Una adolescente estadounidense de 16 años fue localizada con vida dentro de un contenedor de basura en Mexicali, Baja California, días después de haber desaparecido en el parque Disney California Adventure, en Anaheim. El caso ha despertado preocupación e interrogantes en ambos lados de la frontera, especialmente por el silencio mediático en México y las lagunas que aún rodean su cruce hacia territorio nacional.

Annie Kathleen Encino desapareció el pasado 20 de abril tras una discusión con su familia dentro del parque temático. Fue vista por última vez alejándose sola, lo que activó una Alerta Amber en Estados Unidos. Sin embargo, esa alerta nunca cruzó a territorio mexicano, dejando a la opinión pública del país sin conocimiento de su desaparición… hasta que la historia dio un giro tan insólito como alarmante.

Días después, una llamada anónima al 911 alertó a la policía municipal de Mexicali sobre la presencia de una menor dentro de un bote de basura. Al llegar al sitio, los oficiales encontraron a la joven en condiciones que no han sido detalladas, pero confirmaron su identidad. El consulado de Estados Unidos fue notificado de inmediato y su madre viajó a la ciudad fronteriza para identificarla y llevarla de regreso.

Hasta ahora, las autoridades mexicanas no han informado cómo fue que Annie cruzó la frontera sin documentos, sin acompañantes y sin ser detectada. Tampoco han revelado si fue víctima de trata, secuestro, abuso o si viajó voluntariamente con ayuda de terceros. La Fiscalía de Baja California mantiene abierta una investigación para esclarecer los hechos.

Lo que sí queda claro es que algo falló en los mecanismos de cooperación fronteriza. Ni la alerta internacional funcionó, ni hubo un protocolo binacional que permitiera actuar a tiempo. La aparición de una menor estadounidense en un contenedor de basura, en una ciudad donde los casos de desapariciones no son novedad, pone una vez más bajo la lupa la crisis de seguridad y el flujo irregular entre ambos países.

Mientras se esperan más detalles oficiales, el caso de Annie Encino evidencia que incluso en un entorno supuestamente seguro como Disneyland, la vulnerabilidad de los menores puede terminar en una historia digna de una serie policiaca.

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