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los encapuchados por VICTOR OROZCO

LOS ENCAPUCHADOS

 

Víctor Orozco

 

En estos tiempos hay pocos viajeros en el país, a quienes no les haya tocado  encontrarse de improviso a un grupo de individuos que cierran el paso a los vehículos en alguna carretera. No traen uniforme, las camionetas colocadas a los lados del camino tampoco ostentan ningún logotipo, portan armas …y están cubiertos por una capucha. A saber quienes son: delincuentes, policías ministeriales, federales, madrinas. Los inermes caminantes ni siquiera podemos verles el rostro.

Antaño, de los representantes de la ley, solamente los verdugos velaban su faz, quizá porque su labor era tenida por innoble. Fuera de ellos, asaltantes y bandidos eran los exclusivos portadores de máscaras y embozos para cometer sus trastadas. Dentro de este rango cabrían por ejemplo las pandillas que formaban el Ku Klux Klan en Estados Unidos. Durante el día, sus miembros podían aparecer como respetables tenderos, granjeros, profesionistas y hasta pastores, pero en la noche, bajo los capirotes blancos que no dejaban ver sino los ojos, se convertían en furiosos incendiaros de viviendas y linchadores de negros, sin que nadie pudiese enterarse si experimentaban alguna emoción al escuchar los llantos y alaridos de las familias agredidas.

En los últimos años, sin embargo, se ha generalizado la práctica de esconder la cara: aparte de los delincuentes, lo hacen policías y militares. También activistas políticos y guerrilleros. Una parte del mundo, con el cual casi todos tenemos alguna conexión, se ha vuelto de pronto informe, plana, una noche en la que todos los gatos son pardos y en la cual nos movemos a tientas, dando pasos y a veces saltos en la oscuridad. Desaparecieron los rostros y con ellos las principal seña de identidad de las personas. Y, por supuesto, la base para que un individuo asuma responsabilidades por sus acciones o bien puedan fincársele. Muchas otras relaciones o valores igualmente se están esfumando: desde y en el anonimato que proporciona la careta, se pueden desatar cualquier cantidad de ruindades, actos de crueldad, desprecios por la vida de los otros. En el sentido opuesto, las capuchas sepultan el sentido del honor o de la honestidad, la firmeza en el carácter, los afectos y los amores, en suma los distintivos más valiosos que pueden tener un hombre o una mujer.

Vale preguntarse por las razones que llevan a cada grupo o categoría a este gatopardismo (Por el refrán mexicano desde luego, no por la novela de Lampeduza) que equipara al valeroso con el cobarde, al honesto con el ladrón, al defensor de las buenas causas con el sicario. En el ámbito de policías y delincuentes, es comprensible, lo ha sido siempre, que los segundos busquen perderse entre los sin rostro. Los asesinos y asaltantes que esperan en un recodo del camino simulando un “reten” oficial, los “tapados” que en Monterrey organizan los bloqueos al tráfico urbano para permitir la huida de sus cómplices, participan de tácticas tan viejas como las sociedades. Sin embargo, hoy adquieren nuevos significados y pueden hacerse comunes por una razón: muchos de los policías que los combaten, de igual manera se tapan la cara. Los ciudadanos entonces acabamos por aceptar que alguien se encuentre armado y embozado en la calle sin que se le suponga un delincuente, puesto que tal vez sea un guardián de la ley. El primero se apunta así un triunfo indisputable: ha conseguido que su artimaña se generalice, puede ya mimetizarse mientras roba, mata, secuestra o extorsiona. Por su parte, los policías velan sus facciones para evitar ser reconocidos en una guerra a muerte en la cual sus propias corporaciones han sido penetradas por el crimen.  Procuran así evitar ser víctimas de venganzas y ataques de los enemigos, que bien pueden estar comiendo a su lado. Viven como lo hacían los aristócratas y mercenarios de las ciudades italianas durante  los tiempos del papa Alejandro VI, de Maquiavelo y Fernando El Católico: en cualquier banquete, en cualquier salón o callejuela les pueden aguardar el veneno o el puñal.

En 1994 el subcomandante Marcos puso de moda el pasamontaña. Otros integrantes de grupos guerrilleros como el EPR le siguieron y se enfundaron con pañuelos o capuchas diversas. Los usos de las tradicionales guerrillas latinoamericanas, sobre todo de la cubana, fueron abandonados. Ni que decir de las ya remotas de la revolución mexicana, con sus dirigentes conocidos y reconocidos. De Marcos se supo pronto su verdadero nombre, origen y demás, así que la cubierta se convirtió sobre todo en un símbolo y parte de su personalidad. De otros jefes de movimientos armados nunca se ha conocido su rostro ni sus identidades. En la táctica del ocultamiento, pesa como factor primordial la búsqueda de protección ante la persecución policiaca y militar. La capucha puede ser útil por un tiempo, desde luego, pero se convierte en una auténtica prisión política, pues acaba por establecer una barrera entre su portador y todos aquellos a quienes dice y quiere representar. A la postre, las masas no pueden reconocer a un cuerpo sin rostro como la encarnación de uno de sus líderes. Éstos tienen que ser de carne y hueso, con nombre y apellido, como el obrero de la fábrica de muelles o la operadora de la maquila, o el universitario, o el campesino de tal o cual ranchería. Pero, el efecto de relevancia para la sociedad no reside en tales limitantes internos, sino en un peligro mayor: cualquier delincuente o provocador, de pocos o grandes alcances, puede ser un “guerrillero”. Y, usurpando hablas, fisonomías, slogans, ejecutar acciones presuntamente movidas por fines políticos. Los enmascarados guerrilleros, terminan por confundirse con los narcos, los matones, los mafiosos.

Quedan los activistas políticos. En los últimos meses hemos visto varios de sus desempeños. Uno de ellos fue el 1 de diciembre, cuando decenas de encapuchados que no se sabe de donde procedieron, convirtieron una protesta pacífica en una confrontación violenta, quemando vehículos, saqueando y destruyendo. Adolfo Gilly, examinó los hechos y recogió testimonios, concluyendo en que se trató de una bien montada provocación. En la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, un grupo igualmente de encapuchados ha sido el sostén de las tomas violentas de instalaciones. Imposible saber si son o no estudiantes y cuáles son sus objetivos. En la UNAM de igual manera, enmascarados rompieron ventanas y se apoderaron de edificios. Ninguna de estas tácticas corresponde al movimiento estudiantil, suponiendo que ambas bandas pertenecen a uno.

En la izquierda, se ha instalado una obsecuente postura ante la práctica del enmascaramiento. El implícito del cual se parte es que los encapuchados son militantes revolucionarios o de causas populares-democráticas, de por sí. Sin más elementos de juicio que sus dichos. En esta maraña, por ejemplo, hasta los supuestos ¿secuestradores? de Diego Fernández de Ceballos se tuvieron como radicales de izquierda, con tal de parar mientes en su  artificioso discurso. Una interrogante inicial que debería plantearse es: una vez que se extienden los disfraces ¿Dónde se encuentra el control de las acciones?. Quien mueve los hilos puede estar en una oficina del Estado, de gobiernos extranjeros,  en un local de cénaculos fascistas…Por interés inmediato o de facción, por no ser de aquellos políticamente incorrectos, algunos en la izquierda se suman a una tendencia ingenua, cómplice, timorata y de miras cortas, que se olvida de una palabra clave en las luchas políticas: provocación. Quizá el incendio del Reichstag o la bomba en Haymarket, pudiesen recordarles algo.

Una de las reivindicaciones actuales, que ha cobrado relevancia es la de exigir transparencia en el manejo de los recursos públicos. Es así porque la mayoría aprecia mejor protegidos  sus intereses allí donde impera la información abierta y libre. Ésta debe extenderse a todos los espacios: abarcar tanto a oficiales como a integrantes de organizaciones políticas y sociales. Respecto de los primeros, uno de los comentaristas al artículo de Gilly, “La provocación del primer día”, lo resumió bien: Todos los funcionarios públicos debieran ser plenamente identificables, portando su nombre y matrícula en uniformes y cascos, ¡incluidos los que toman las decisiones y dan las órdenes!”.

Quizá vale la pena traer a colación una anécdota (de hace medio siglo) de la cual se desprende un pertinente corolario. A don Ignacio Puchi, viejo periodista juarense, le pidió un joven su opinión acerca de un artículo que pensaba publicar con un seudónimo. La respuesta airada fue: “No, que seudónimo, ni que ocho cuartos, hay que escribir con los güevos al aire”

 


VÍCTOR OROZCO

 

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Acontecer

El gran baile. Por Raúl Saucedo

La democracia en juego

El 2024 será un súper año electoral en el mundo. Por primera vez, cerca de 100 países celebrarán elecciones de todo tipo. 50 de ellas serán presidenciales, según los últimos datos del Banco Mundial, estos territorios concentran la mitad de la población global, aproximadamente 4.000 millones de personas. Seis países de América Latina elegirán presidente y, además, habrá comicios presidenciales en los Estados Unidos.

Paradójicamente, los resultados de esas elecciones podrían ser una demostración de la salud de la democracia en todas sus latitudes, El contexto global actual está marcado por la desconfianza en las instituciones y la desinformación que influye en el discurso público, sumado a la llegada de nuevas tecnologías como la IA regenerativa, que empeora los riesgos existentes y reduce las barreras para contribuir al ecosistema de la información. También hay crecientes tensiones internacionales, incluida los conflictos belicosrecientes y una mayor disposición de los políticos a enfrentar a sus ciudadanos contra otras naciones para obtener beneficios políticos.

Estas elecciones mundiales de este año mostrarán si la gente continúa dando la espalda a las normas democráticas y buscando alternativas, o si van a corregir el rumbo al ver los peligros del camino por el que vamos. Hay muchos riesgos; el más crítico es que estamos experimentando una tendencia global de fuerte declive de la democracia como estructura de gobierno ideal en la cabeza de la gente, sumada a la aceptación de líderes que están imponiendo sus propias agendas en lugar de servir a los intereses colectivos.

En el marco de este gran baile democrático es importante resaltar algunas elecciones que será de suma importancia por si impacto, político, económico y social, tales como:

USA

La revancha de Trump en Estados Unidos hacia el mes de noviembre. Donald Trump, favorito en la contienda republicana, buscará representar a su partido, mientras enfrenta múltiples batallas legales, incluidas dos acusaciones federales. Del lado demócrata, Joe Bien es el actual presidente y ya anunció que buscará su reelección, se convierte así en el candidato en ejercicio.

MÉXICO

México elegirá en junio de 2024 a su primera presidenta, después de que Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez se ubicasen como las favoritas de la contienda electoral. Aunque no son las primeras mujeres que aspiran a la presidencia de México (otras seis ya lo hicieron) sí son las primeras que logran consensuar el apoyo de los principales partidos políticos en el país.

Claudia Sheinbaum competirá por el oficialista Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) y sus partidos aliados, del Trabajo (PT) y Verde Ecologista de México (PVEM). Del lado de la oposición, Xóchitl Gálvez será la candidata del Frente Amplio por México, una coalición que agrupa a los partidos Acción Nacional (PAN), Revolucionario Institucional (PRI) y de la Revolución Democrática (PRD).

Se trata de una elección con final abierto en la que el tráfico de drogas, el crimen organizado y la migración hacia EE.UU. dominarán la agenda política.

EL SALVADOR

Nayib Bukele irá por su reelección, pese a los cuestionamientos de la oposición, que asegura que al menos cinco artículos de la Constitución prohíben al candidato ir por un segundo mandato.

La Corte Suprema, de mayoría oficialista, estipuló que para evitar que un presidente que opte a la reelección no prevalezca en el cargo debe dejarlo seis meses antes de que inicie el nuevo periodo. Debido a eso, Bukele pidió una licencia desde el 30 de noviembre para dedicarse a la campaña electoral.

Tras cuatro años en el cargo, Bukele va por su reelección con altos niveles de popularidad, construida principalmente en torno a sus políticas en materia de seguridad, según algunas encuestas como la de Cid Gallup. Sin embargo, defensores de los derechos humanos en el país y en el extranjero cuestionan sus métodos porque consideran que los mismos violan los derechos humanos.

VENEZUELA

Venezuela también votará en 2024, Del lado del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), recientemente fue el mismo Nicolás Maduro —en el poder hace 10 años, desde la muerte de Hugo Chávez— quién puso su candidatura en cuestión, al decir en una entrevista que era «prematura» una definición de ese tipo.

La Comisión Nacional de Primaria de Venezuela (CNP) proclamó a María Corina Machado como la ganadora de las primarias opositoras hacia las elecciones.

Sin embargo, Machado está inhabilitada por una medida impuesta por la Contraloría General de Venezuela por supuestamente no incluir en su declaración jurada de patrimonio el pago de bonos de alimentación. La dirigente opositora insiste en que la inhabilitación es ilegal.

PARLAMENTO EUROPEO

Después de cinco años, el Parlamento Europeo irá a las urnas entre el 6 y el 9 de junio de 2024, para una nueva reconfiguración que podría cambiar el destino del bloque. Los nueve países que votarán por sus eurodiputados este año deberán esperar, según los expertos, que continúen las tendencias a la fragmentación política y las dificultades para construir mayorías.

También el desencanto con los partidos tradicionales y con la política en términos generales generará, como lo viene haciendo hasta ahora, el surgimiento o reforzamiento de partidos marginales, muchos de ellos de línea dura, como es el caso de Vox en España. También es posible que, paradójicamente, avancen las posiciones euroescépticas en el próximo Parlamento del bloque europeo.

Puntualmente, estas elecciones serán una oportunidad para el ascenso de partidos populistas, que están en contra de la inmigración y los de extrema derecha en Francia, Alemania y Bélgica, entre otros países.

RUSIA Y UCRANIA

El conflicto de Rusia en Ucrania cumplió dos años este 24 de febrero, y las elecciones en ambos países funcionarán como un termómetro de ambos lados que podría definir el rumbo del conflicto de aquí en adelante.

En el caso de Rusia, Putin no posee rivales serios, debido a que su oponente más destacado, Pero la votación de esta primavera será un importante ritual público para el líder del Kremlin, que se asegurará el poder hasta el final de la década.

Aunque 2024 era el año previsto para las elecciones presidenciales en Ucrania, todavía hay dudas sobre la pertinencia de su celebración en medio de un conflicto que está a punto de ingresar en su tercer año.

En cualquier caso, el presidente Volodymyr Zelensky se enfrentará a una escasez de municiones y equipos, mientras intenta navegar sobre las dificultades de un mundo que ha sumado un nuevo conflicto —el de Israel y Hamas, en Medio Oriente— y sobre las divisiones en los países de sus aliados occidentales, fundamentalmente en EE.UU. y Europa.

INDIA

La India celebrará las elecciones más importantes del mundo —en términos demográficos— durante abril y mayo.

Se espera que el actual primer ministro, Narendra Modi, junto con su partido nacionalista hindú Bharatiya Janata (BJP), consigan un tercer mandato con una política popular pero religiosamente divisiva. A pesar de los problemas relacionados con la inflación y el poder adquisitivo, Modi goza de un amplio apoyo entre la mayoría hindú de la India basado en el patriotismo y una política exterior segura. Los críticos responden que el espíritu fundacional de la India, alguna vez secular y democrático, está pasando a un segundo plano y que las minorías se sienten inseguras.

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Como puede ver apreciable lector, esta columna es la mas extensa en mis letras, como así de extensa es la democracia a nivel mundial, como se aprecia hay mucho en juego en este gran baile, pero soy un fiel devoto de que la democracia real se hace en los barrios y colonias de todo el mundo, en la toma de decisiones simples donde el ciudadano se empodera realmente, donde hace efectiva su necesidad y donde los factores externos dejan el protagonismo para darle lugar a la necesidad primaria, a finales del año realizaremos una retrospectiva sobre los resultados de estos comicios y las miras al 2030.

@Raul_saucedo

rsaucedo@uach.mx

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