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Opinión

Los guardianes silenciosos de la salud. Por Itali Heide

Aunque a la mayoría de nosotros nos gustaría creer que la pandemia ha terminado debido a las risas en las calles, las huellas en la arena y las multitudes que vuelven a la vida, todavía falta mucho camino por recorrer. Por mucho que hayamos dejado de revisar obsesivamente las estadísticas de los nuevos casos como si fuera el periódico mañanero, lo cierto es que sigue habiendo cientos de casos y gente muriendo a causa de enfermedades prevenibles por vacunación.

La respuesta del mundo frente a la pandemia ha tenido avances cuantitativos y programáticos importantes. Hemos avanzado mucho desde nuestros humildes comienzos y constantes tropiezos, pero no significa que no existan problemas reales que afectan a miles por problemas estructurales en diversos niveles de la salud pública.

Vacunas y su importancia.

Las vacunas son uno de los descubrimientos más importantes y que más vidas ha salvado de la humanidad desde el agua potable. Gracias a las campañas masivas de vacunación en todo el mundo, muchos países pudieron reducir eficazmente el número de casos y muertes. Sin embargo, esto es un privilegio de los países de altos ingresos.
La resistencia a la vacunación es motivo que se cita con frecuencia, sin embargo la vacunación ha sido bien recibida por la gente en el Sur Global, y las altas tasas de vacunación así lo atestiguan. Para muchos, no obstante, la escasez de vacunas, los problemas logísticos e incluso la falta de voluntad política para instalar mecanismos de vacunación rápidos y efectivos a las poblaciones que más lo necesiten.

¿Qué amenazas tiene la vacunación?

El acceso limitado a las vacunas y otros servicios sanitarios es un problema en muchos aspectos. Desde el principio, diversos niveles de poder han restringido el acceso a través de un impulso capitalista que lleva a priorizar el beneficio propio sobre el acceso equitativo.

Además, los distintos gobiernos de los países en desarrollo, incluidos muchos de Centroamérica y Sudamérica, han ocultado los costos y los planes específicos de aplicación, lo que genera desconfianza y promueve la corrupción. La falta de infraestructura suficiente para trasladar y almacenar las vacunas es otro grave problema.
La propiedad intelectual y las patentes durante una emergencia sanitaria o un evento pandémico representan una amenaza a la salud pública al ponerle precio a la vida humana sobre la eficiencia de distribución de las vacunas.
Otro aspecto que impactaría de manera positiva en nuestro futuro es la concesión de exenciones de propiedad intelectual. Esto permite el libre o parcial acceso a la producción de vacunas al mercado que permitiría a los países producir el biológico de manera local, aumentar la disponibilidad rápida de dosis y acelerar los esfuerzos de vacunación durante una emergencia sanitaria.
Es de vital importancia para los países establecer normas anticorrupción y crear buena infraestructura para que estos factores no se interpongan en el camino de países que quieran producir sus propias vacunas.
Precisamente el pasado mes de febrero, los Estados Miembros de la Organización Mundial de la Salud acordaron negociar un acuerdo en el marco de la Constitución de la Organización Mundial de la Salud para reforzar la prevención, preparación y respuesta ante pandemias con un “tratado de la pandemia”.

¿Qué es el tratado de la pandemia?

Mientras seguimos trabajando en la constante e interminable necesidad de proporcionar servicios de salud a los cada vez más afectados por esta pandemia, es igualmente crucial garantizar que las comunidades, los gobiernos, las organizaciones de sociedad civil, y toda la sociedad estén preparados y coordinados para que

podamos prevenir y responder a futuras pandemias de manera anticipada y armonizada.
El «borrador cero» de la OMS incluye temas importantes: los efectos negativos de la protección desenfrenada de las patentes en la salud internacional, la consecución de la igualdad de acceso mediante una logística preparada y empática, la necesidad de transparencia de todos los estados miembros y el fortalecimiento de los sistemas de salud pública en todo el mundo.
¿Qué haremos al respecto?
Puede que estemos luchando por encontrar la manera de llevar ayuda y apoyo a quienes más lo necesitan debido a problemas sistemáticos que nos hacen tropezar en nuestro camino, pero la comunidad internacional no deberá abandonar el proyecto que la OMS lidera al final del camino.
En Medical Impact sabemos de primera mano lo vital que es garantizar la igualdad de acceso a los servicios de salud, especialmente las vacunas. Potenciamos la autonomía e independencia de las personas llevando a cabo brigadas masivas de vacunación a quienes no han podido acceder a estos y a otros servicios indispensables. Trabajamos con equipos de voluntarios y con The People’s Vaccine Alliance, llevando vacunas, educación y apoyo a miles de personas que han sido abandonadas a su suerte por sistemas rotos.
Sabemos a ciencia cierta que una futura pandemia es inminente, y la falta de atención nos responsabiliza de lo que puede ocurrir si no actuamos ahora. La única forma de evitar que otra pandemia nos arrebate millones de vidas es trabajar como una fuerza global con una visión realista centrada en la preparación, la prevención, y la igualdad de acceso.

Opinión

La semilla. Por Raúl Saucedo

Libertad Dogmática

El 4 de diciembre de 1860 marcó un hito en la historia de México, un parteaguas en la relación entre el Estado Mexicano y la Iglesia. En medio de la de la “Guerra de Reforma», el gobierno liberal de Benito Juárez, refugiado en Veracruz, promulgó la Ley de Libertad de Cultos. Esta ley, piedra angular del Estado laico mexicano, estableció la libertad de conciencia y el derecho de cada individuo a practicar la religión de su elección sin interferencia del gobierno.

En aquel entonces, la Iglesia Católica ejercía un poder absoluto en la vida política y social del país. La Ley de Libertad de Cultos, junto con otras Leyes de Reforma, buscaba romper con ese dominio, arrebatándole privilegios y limitando su influencia en la esfera pública. No se trataba de un ataque a la religión en sí, sino de un esfuerzo por garantizar la libertad individual y la igualdad ante la ley, sin importar las creencias religiosas.
Esta ley pionera sentó las bases para la construcción de un México moderno y plural. Reconoció que la fe es un asunto privado y que el Estado no debe imponer una creencia particular. Se abrió así el camino para la tolerancia religiosa y la convivencia pacífica entre personas de diferentes confesiones.
El camino hacia la plena libertad religiosa en México ha sido largo y sinuoso. A pesar de los avances logrados en el lejano 1860, la Iglesia Católica mantuvo una fuerte influencia en la sociedad mexicana durante gran parte del siglo XX. Las tensiones entre el Estado y la Iglesia persistieron, y la aplicación de la Ley de Libertad de Cultos no siempre fue consistente.
Fue hasta la reforma constitucional de 1992 que se consolidó el Estado laico en México. Se reconoció plenamente la personalidad jurídica de las iglesias, se les otorgó el derecho a poseer bienes y se les permitió participar en la educación, aunque con ciertas restricciones. Estas modificaciones, lejos de debilitar la laicidad, la fortalecieron al establecer un marco legal claro para la relación entre el Estado y las iglesias.
Hoy en día, México es un país diverso en materia religiosa. Si bien la mayoría de la población se identifica como católica, existen importantes minorías que profesan otras religiones, como el protestantismo, el judaísmo, el islam y diversas creencias indígenas. La Ley de Libertad de Cultos, en su versión actual, garantiza el derecho de todos estos grupos a practicar su fe sin temor a la persecución o la discriminación.
No obstante, aún persisten desafíos en la construcción de una sociedad plenamente tolerante en materia religiosa. La discriminación y la intolerancia siguen presentes en algunos sectores de la sociedad, y es necesario seguir trabajando para garantizar que la libertad religiosa sea una realidad para todos los mexicanos.

La Ley de Libertad de Cultos de 1860 fue un paso fundamental en la construcción de un México más justo y libre. A 163 años de su promulgación, su legado sigue vigente y nos recuerda la importancia de defender la libertad de conciencia y la tolerancia religiosa como pilares de una sociedad democrática y plural.
Es importante recordar que la libertad religiosa no es un derecho absoluto. Existen límites establecidos por la ley para proteger los derechos de terceros y el orden público. Por ejemplo, ninguna religión puede promover la violencia, la discriminación o la comisión de delitos.
El deseo de escribir esta columna más allá de conmemorar la fecha, me viene a deseo dado que este último mes del año y sus fechas finales serán el marco de celebraciones espirituales en donde la mayoría de la población tendrá una fecha en particular, pero usted apreciable lector a sabiendas de esta ley en mención, sepa que es libre de conmemorar esa fecha a conciencia espiritual y Libertad Dogmática.

@Raul_Saucedo
rsaucedo@uach.mx

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