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Opinión

Los retos que persisten para recuperar Acapulco. Por Itali Heide

Tras el paso del huracán Otis, Acapulco hace más que reconstruirse: escribe un relato de resiliencia que atraviesa la devastación dejada por la tormenta.

Itali Heide

Itali Heide

Vecinos recuperan sus calles poco a poco, familias restoran sus hogares y el sentimiento de comunidad emerge con más fuerza entre los escombros. Sin embargo, esto no quiere decir que el sufrimiento viene a un fin.

La lucha en Acapulco continúa

Puede que los guerrerenses se estén esforzando por reconstruirse, sin embargo, las secuelas del huracán han arrojado sombras persistentese, dejando al descubierto debilidades a los que ya se enfrentaban las comunidades. Más allá de los signos visibles de la reconstrucción, existe una narrativa de escasez en la que las familias luchan con el impacto duradero de Otis en sus vidas cotidianas.

Estragos económicos y desplazamiento

La tensión financiera es uno de las mayores consecuencias que ha dejado a muchos residentes luchando contra la incertidumbre. Empresas, tiendas y locales que alguna vez prosperaron quedaron en ruinas, mientras que las posibilidades de conseguir un empleo estable bajan. Miles de personas han sido desplazadas no sólo de sus hogares, sino también de sus medios de vida.

Problemas de salud persisten

Esfuerzos de ayuda médica, como las brigadas de Medical IMPACT, han alivianado los problemas sanitarios de cientas de personas, pero persiste la batalla. Las secuelas del huracán han dado lugar a un aumento de los problemas de salud, desabasto de medicamentos y sobrecupo de instituciones públicas de salud. Con la persistente falta de agua potable, electricidad e insumos en muchas localidades, existe una preocupación constante por brotes de enfermedad y acceso a medicamentos esenciales.

El impacto medioambiental de Otis

El paisaje de Acapulco es recordado por su infinita belleza natural, que ahora se enfrenta a un estado de transición. El huracán Otis no sólo es un recordatorio de cómo el cambio climático representa un peligro para los ciudadanos del mundo, sino que también deja a la costa enfrentando retos ecológicos. Desde el riesgo de enfermedades por agua contaminada hasta la lucha por restaurar áreas protegidas, la región ahora se enfrenta a un complejo terreno medioambiental.

Reconstrucción comunitaria

Las comunidades de Alborada Cardenista, Yetla y Ejido Viejo resuenan con los sonidos de martillos, taladros y el murmuro de familias decididas a reconstruir, uniendo fuerzas con sus vecinos. Más allá de reconstruir casas, calles, tiendas, pozos y lugares comunes, se trata de restablecer el sentimiento de normalidad. Brigadas médicas de Medical IMPACT visitaron estas comunidades después del huracán, tratando problemas médicos inmediatos y calculando riesgos a futuro.

Medical IMPACT regresa a Acapulco el 15 de noviembre. Su próxima misión no es sólo una repetición, es un movimiento estratégico hacia el bienestar sostenido. Haber visitado la región anteriormente, ya saben qué esperar mientras planean iniciativas de colaboración comunitaria y recursos para ofrecer apoyó médico a comunidades invisibilizadas.

Opinión

KAFKIANO. Por Raúl Saucedo

ECOS DOMINICALES

En el laberinto de la política contemporánea, a menudo podríamos considerar  que nos encontramos deambulando por pasillos de las obras de Franz Kafka. Esa sensación de absurdo, opresión y burocracia incomprensible que caracterizan lo «Kafkiano» no es exclusiva de la ficción; es una realidad palpable en el día a día de millones de ciudadanos alrededor del mundo.

A nivel global, la política parece haberse transformado en un sistema gigantesco, deshumanizado y a menudo ilógico. Las decisiones se toman en esferas lejanas, por personajes que parecen habitar otro universo, mientras que las consecuencias recaen directamente sobre los ciudadanos de a pie. ¿Cuántas veces hemos visto acuerdos internacionales o normativas supranacionales que, a pesar de sus buenas intenciones, terminan generando más confusión y restricciones que soluciones? Es la burocracia global, un monstruo de muchas cabezas que opera bajo sus propias reglas, ajeno a las realidades individuales. Los ciudadanos se sienten como los personajes de Kafka, constantemente a la espera de un veredicto o una explicación que nunca llega, o que llega demasiado tarde y de forma incomprensible.

En América Latina, la esencia Kafkiana de la política se magnifica. La historia de la región está plagada de sistemas que parecen laberintos, donde los procesos se estancan por años, las acusaciones no tienen fundamento claro y la justicia parece un privilegio, no un derecho. La corrupción es otro elemento profundamente Kafkiano: actos inexplicables de desvío de recursos o favores políticos que operan en las sombras, imposibles de rastrear o de exigir responsabilidades. Los ciudadanos se enfrentan a un estado omnipresente pero ineficiente, que promete soluciones pero solo entrega más papeleo y trámites sin fin. Las promesas electorales se desvanecen en el aire como niebla, dejando un rastro de desilusión y cinismo. La sensación de desamparo es palpable, pues la maquinaria política y administrativa, en lugar de servir, parece diseñada para agobiar y confundir.

Existen países que para interactuar con dependencias gubernamentales puede ser una auténtica Odisea Kafkiana. Solicitar un permiso, registrar una propiedad o incluso tramitar una simple credencial puede convertirse en una misión imposible, llena de requisitos ambiguos, ventanillas equivocadas y funcionarios que ofrecen respuestas contradictorias. La burocracia, en muchos casos, no solo es lenta, sino que parece tener una lógica interna ajena a la razón, diseñada para agotar la paciencia del ciudadano. A esto se suma la impunidad, un fenómeno profundamente Kafkiano, donde crímenes y actos de corrupción permanecen sin castigo, generando una sensación de injusticia y resignación. Las narrativas oficiales a menudo carecen de la transparencia necesaria, dejando a la población en un estado de perpetua incertidumbre y desconfianza, buscando desesperadamente una explicación que nunca llega, o que es inaceptable.

En este panorama, la política se percibe como un ente ajeno, una fuerza opresiva que opera bajo un código indescifrable. Para muchos, participar activamente se siente como un esfuerzo en vano contra un sistema que parece inmune al cambio. La resignación es un peligro real, y la apatía se convierte en una respuesta lógica a la frustración persistente.

Sin embargo, como en las obras de Kafka, donde los protagonistas, a pesar de su desorientación, siguen buscando una salida o una explicación, nuestra sociedad no debe rendirse. Entender la naturaleza Kafkiana de nuestra política es el primer paso para exigir transparencia, simplificación y, sobre todo, una humanización de los sistemas que nos rigen. Solo así podremos, quizás, encontrar la puerta de salida de este interminable laberinto.

Esta reflexión viene de mensajes en grupos, cafés en mesas y observaciones del pasado domingo, donde lo kafkiano quizá no es la situación, si no nosotros mismos.

@Raul_Saucedo

rsaucedo@uach.mx

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