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Opinión

México, la moneda de cambio. Por Caleb Ordoñez T.

Caleb Ordóñez T.

Caleb Ordoñez Talavera

Un desangelado y débil Joe Biden ha lanzado su candidatura a la reelección como presidente de Estados Unidos en el 2024.

Frágil y demacrado, el demócrata sufre los peores índices de desaprobación, que han caído hasta el 62%.

Aunque tiene el apoyo total del líder moral demócrata Barack Obama, Biden sufre una franca resistencia de los más jóvenes para perpetuar su régimen.

Una -muy- anticipada decisión por buscar la reelección, solo demuestra que busca jugar con los tiempos a fin de primeramente, recuperar la simpatía de sus propios compañeros de partido, para intentar enmendar errores de imagen y determinaciones equívocas, como la de enjuiciar débilmente a su némesis Donald Trump, haciéndolo crecer abruptamente en las encuestas.

El electorado en Estados Unidos concuerda en que es necesaria la presencia de nuevos rostros que refresquen la política. Pero una épica revancha entre Trump y Biden, es casi inminente para noviembre del 2024.

Gerontocracia gringa.

Si su salud se lo permite, Biden será el candidato mas longevo en buscar una reelección en la historia. A sus 80 años de edad, presume que el 81% de los demócratas no quieren ver regresar a Trump, quien es tan sólo cuatro años más joven que él.

El escenario pinta una disputa de los liderazgos “más antiguos” de cada partido, lo cual podría ocasionar un choque de trenes generacional.

A pesar de la histórica participación global de los jóvenes demócratas en política a través de movimientos populares como “black live matters” o “anti-trump”, ningún perfil menor de 50 años tiene arraigo suficiente para tomar la estafeta, por lo cual se predice que la política norteamericana podría estar condenada a vivir una corriente muy longeva de al menos, 12 años más. Joe Biden será candidato porque los demócratas no tienen una banca profunda de candidatos viables.

Para los detractores de Biden, los resultados de su gobierno son tan nulos como…

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Opinión

Diálogos. Por Raúl Saucedo

El Eco de la Paz

En el crisol de la historia, las disputas bélicas han dejado cicatrices profundas en el tejido de
la humanidad. Sin embargo, en medio del estruendo de los cañones y las balas metrallas, ha
persistido un susurro: El Diálogo. A lo largo de los siglos, las mesas de negociación han
emergido como esperanza, ofreciendo una vía para la resolución de conflictos y el cese de
hostilidades entre grupos, ideas y naciones.
Desde la antigüedad, encontramos ejemplos donde el diálogo ha prevalecido sobre la espada.
Las guerras médicas entre griegos y persas culminaron en la Paz de Calias, un acuerdo
negociado que marcó el fin de décadas de conflicto. En la Edad Media, los tratados de paz
entre reinos enfrentados, como el Tratado de Verdún, establecieron las bases para una nueva
configuración política en Europa.
En tiempos más recientes, la Primera Guerra Mundial, un conflicto de proporciones
colosales, finalmente encontró su conclusión en el Tratado de Versalles. Aunque
controvertido, este acuerdo buscó sentar las bases para una paz duradera. La Segunda Guerra
Mundial, con su devastación sin precedentes en el mundo moderno, también llegó a su fin a
través de negociaciones y acuerdos entre las potencias.
La Guerra Fría, un enfrentamiento ideológico que amenazó con sumir al mundo en un
conflicto nuclear, también encontró su resolución a través del diálogo. Las cumbres entre los
líderes nucleares, los acuerdos de limitación de armas y los canales de comunicación abiertos
permitieron evitar una posible catástrofe global.
En conflictos más recientes, y su incipiente camino en las mesa de negociación ha sido un
instrumento crucial para lograr el cese de hostilidades de momento, esta semana se ha
caracterizado por aquellas realizadas en Arabia Saudita y París.
Estos ejemplos históricos subrayan la importancia del diálogo como herramienta para la
resolución de conflictos. Aunque las guerras pudieran parecer inevitables e interminables en
ocasiones, la historia nos muestra que siempre existe la posibilidad de encontrar una vía
pacífica. Las mesas de negociación ofrecen un espacio para que las partes en conflicto
puedan expresar sus preocupaciones, encontrar puntos en común y llegar a acuerdos que
permitan poner fin.
Sin embargo, el diálogo no es una tarea fácil. Requiere voluntad política, compromiso y la
disposición de todas las partes para ceder en ciertos puntos. También requiere la participación
de mediadores imparciales que puedan facilitar las conversaciones y ayudar a encontrar
soluciones mutuamente aceptables.
En un mundo cada vez más complejo e interconectado, el diálogo se vuelve aún más crucial.
Los conflictos actuales, ya sean guerras civiles, disputas territoriales o enfrentamientos
ideológicos, exigen un enfoque pacífico y negociado. La historia nos enseña que la guerra
deja cicatrices profundas y duraderas, mientras que el diálogo ofrece la posibilidad de
construir un futuro más pacífico y próspero para todos.
Los diálogos siempre serán una vía, aunque el diálogo más importante será con uno mismo
para tener la paz anhelada.
@RaulSaucedo
rsaucedo@uach.mx

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