Ocho adolescentes acusados de halcones cumplen su castigo a la luz del día, frente a la presidencia municipal del pueblo de Tierra Caliente: portan camisetas blancas con la leyenda escrita en el pecho: “Mi castigo por ser sicario”, y en la espalda: “Fuera templarios”, mientras barren.
Un guardia de la autodefensa comunitaria que se alzó el 15 de mayo contra los Caballeros Templarios los vigila. “¡Bien barridito!”, les dice mientras dos centenares de pobladores observan la escena en silencio.
Víctor, de 17 años, barre sin alzar la vista, sabe que la novia lo mira de lejos. “Es una gran vergüenza que vean lo que dice nuestro letrero”, solloza.
Un señor de camisa rayada, testigo del castigo juvenil, critica: “Lo que no pudieron hacer en 10 años, el pueblo lo hizo en tres días y ora quieren desarmarlo”.
Misael González, uno de los dirigentes de la autodefensa, y empresario maderero, asegura que el saldo que el pueblo registra de 2005 a la fecha es de 200 víctimas entre asesinadas y desaparecidas.
Explica que los primeros en ser extorsionados por el cártel fueron los empresarios madereros: les cobraban 80 pesos por metro cúbico de madera comprimida en rollo. A los ganaderos les cobraban de uno a dos pesos por kilo de animal vendido y les impusieron a un comprador.
Hartos de la delincuencia, empresarios locales formaron la guardia ciudadana, y el miércoles 15 tomaron el edificio municipal sin que el edil Rafael García opusiera resistencia.
Como venganza, asevera González, los narcos quemaron tres de los 20 aserraderos del pueblo.
La primera información periodística que trascendió del lugar aseguraba que la autodefensa fue creada por el cártel jalisciense Nueva Generación. Además, que García había sido secuestrado, los policías iban a ser ejecutados y que la autodefensa había quemado los aserraderos.
García lo niega todo: “No es cierto que asaltaron y que balearon la alcaldía”, dice el militante del PRD.
Como evidencia dice que la tarde del domingo, cuando el “coronel Núñez” le dio a la población una hora para entregar las armas, las campanas resonaron y lograron que 7 mil pobladores, entre ellos mujeres y niños, se concentraran en la plaza en apoyo de la autodefensa.
“No hay otro cártel, es la misma gente de la población”, apunta. “Este es un movimiento legítimo”.
Coincide con la posición de la autodefensa cuyos integrantes dicen: “No nos desarmen en tanto no detengan y encarcelen a los malandrines”.
Fuente: El Universal.
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