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Michelle Williams encarna a Monroe en ‘Mi semana con Marilyn’

Mi semana con Marilyn es una ventana a un cuento de hadas en una antigua villa inglesa donde la actriz rodó El príncipe y la corista a mediados de los cincuenta. La mirilla a través de la que un joven aprendiz de cineasta, Colin Clark, interpretado por el actor británico Eddie Redmayne, se cuela unos pocos meses en la rutina y el esplendor de la diva de Hollywood que Michelle Williams fagocita casi hasta la confusión.

La actriz estadounidense (Montana, 1980) pasó 10 meses a solas con Marilyn Monroe y Norma Jean en un ejercicio de introspección al que se entregó como “un niño que aprende a leer”, dice la intérprete en conversación telefónica. Sin expectativas ni ideas preconcebidas. Empezó con sus películas, sesiones intensivas de la filmografía de Monroe. “Esta primera fase fue inquietante. Sus actuaciones parecen tan sencillas, superfluas, casi sin esfuerzo, hasta que se produce ese impasse en el que descubres que todo responde a una intención y Marilyn Monroe era un personaje que ella había creado”.

La teoría se la confirmaron los libros de Eve Arnold en las noches de lectura que siguieron. Williams se dio cuenta de la capacidad automática de desdoblamiento de Monroe. “Esta idea de que molecularmente se construyó a sí misma para ser otra supone una gran ventaja”, explica. “Asumí que había un componente divino que era muy complicado de imitar, pero al mismo tiempo se mezclaba con un don natural basado en el aprendizaje, que la convertía en asequible”.

Poco a poco fue extrayendo sus movimientos, más lentos al principio, menos exagerados que en sus últimas etapas. Asumió la evolución de su voz, de grave a más aguda y respirada. Y todas estas lecciones las puso en práctica con su hija, el repartidor que iba a su casa o cualquier desconocido que le sirviera de ensayo antes de pisar el plató de rodaje de Simon Curtis, que se estrena en la gran pantalla con tamaña empresa después de una larga trayectoria de películas para televisión. “Era tan extrema la diferencia entre el personaje y la persona que podía desaparecer hasta la invisibilidad entre la multitud. He leído muchas anécdotas de taxistas que llegaron a decir: ‘Vaya, te pareces un poco a Marilyn Monroe”.

Los meses de ensayo también fueron un período de una transformación física a la que no se había enfrentado en anteriores papeles. Por desgracia, la dieta a la que tuvo que someterse no cultivó los resultados esperados –los kilos de más se le subieron a los mofletes y no a las caderas- y Williams tuvo que recurrir a prótesis para emular las curvas de Monroe. La única licencia que se permitió, entre libros, películas y clases de canto y baile, fue la creación de la faceta íntima del personaje. “No hay testimonios de Marilyn interactuando con un amigo. Todos los vestigios audiovisuales que quedan son actuaciones o entrevistas con periodistas, y aun así siempre hay cierto deje en sus maneras en su afán por intentar influir en la percepción que los demás tenían o podían llegar a tener de ella”. Por este resquicio Williams se entrega a la imaginación y la improvisación en sus paseos con el joven Colin, o sus disputas con el actor y productor de la película, Laurence Olivier, interpretado por Kenneth Branagh. Pero en especial, en esos momentos de contradicción que conforman la esencia de Monroe.

“Cuando entré al rodaje por primera vez me sentí como ella en el plató de El príncipe y la corista, todos esperaban algo de mí, pero llegó un punto en que tuve que silenciar determinados consejos”, recuerda Williams. “Soy una persona muy insegura, más proclive a las críticas que a las adulaciones. No podía contentar a todo el mundo, pero sí tenía que hacer justicia a la relación que había establecido con Marilyn”.

Aun así, confiesa que sigue intentando comprenderla. Tal vez porque Mi semana con Marilyn no es un biopic, más bien una ventana abierta a una de las etapas más vívidas de la actriz. “Decidí hacer la película porque no tenía la responsabilidad de contar su historia”, recalca, aunque de una forma u otra, el extraño fallecimiento de la actriz y las acontecimientos que sucedieron a su autopsia penden sobre la película. “No soy nadie para interpretar la vida y muerte de Marilyn, nunca llegaría a una respuesta concluyente y prefiero quedarme con este pequeño cuento. Me encantaría interpretar este papel para siempre. Voy a echarla de menos”.

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La vez que Juan Gabriel casi pierde la vida a manos de Don Neto por besar a Pablo Escobar

Tras la liberación de Don Neto de prisión, se revivió la historia del beso que Juan Gabriel le dio a Pablo Escobar que casi termina con su vida, pues ambos narcotraficantes le apuntaron directamente con un arma. Afortunadamente el Divo de Juárez logró salir ileso del embrollo y el asunto finalizó con risas.

Ernesto Fonseca Carrillo, mejor conocido como ’Don Neto‘, es conocido por haber fundado el cártel de Guadalajara. Después de40 años en prisión por asesinar en 1985 al agente de la DEA Enrique Camarena Salazar,cumplió su sentencia a los 94 años por lo que fue puesto en libertad a pesar de haber pasado los últimos años en arresto domiciliario en su hogar ubicado en Atizapán.

Cabe destacar que Don Neto, Pablo Escobar y Juan Gabriel se encontraban en la cima de la popularidad de sus respectivas carreras entre las décadas de los 80 y 90, de tal manera que coincidieron en una fiesta que pudo haber sido la última para el intérprete de ‘Hasta que te conocí‘.

Juan Gabriel casi muere por broma a Pablo Escobar

Según lo que se lee en el libro de Anabel Hernández titulado ’Las Señoras del Narcotráfico. Amar el infierno‘, Juan Gabriel alguna vez acudió a una lujosa fiesta organizada por Don Neto, misma que realizó con la intención de recibir a Pablo Escobar en el país.

La periodista narró en su libro que un allegado del narcotraficante colombiano que era lo suficientemente cercano para jugarle bromas, retó al Divo de Juárez a besar a Pablo Escobar durante su presentación, con la promesa de que a cambio recibiría un millón de dólares y seguridad de que su vida no correría peligro.

Fue de esta manera, que por la intimidación que le generó la propuesta, JuanGa besó al líder del cártel de Medellín al finalizar de interpretar uno de sus más grandes éxitos, por lo que tanto él como Don Neto apuntaron con sus armas al cantante.

Quien propuso el reto a Juan Gabriel y otros asistentes explicaron que todo se trató de una broma y rieron al unísono. “Juan Gabriel no terminó su show y se esfumó antes de que Escobar cambiara de opinión”, sentenció Anabel Hernández.

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