Durante las pasadas elecciones, fue claro que los gobernantes fueron electos por “el que decide” y no por los chihuahuenses, pero aún en aquellos casos donde la aplanadora del PRI-Gobierno no fue suficiente y la ciudadanía le dio claramente la espalda a sus perfiles, pues aun así entrarán, y se aguantan.
Es lo de menos contar con el apoyo de la ciudadanía, pues basta la bendición de “el que manda” para que usted, sea quien sea, aún si no lo quieren ni en su casa, llegue a ser representante popular.
Este es el caso de Daniela Garza y Mónica Morales, ambas derrotadas en las urnas pese a llevar toda la cargada oficial detrás, ya que Leonel de la Rosa, líder del PRI, indicó que si no pudieron meterlas con votos, no importa, ellos saben siempre cómo poner a quien ellos quieren.
Daniela Garza era, y es, una completa desconocida, con el único mérito de ser sobrina de José Luis García Mayagoitia, ex secretario de Finanzas de César Duarte.
Lo cierto es que la campaña de Daniela no fue mala, pero los chihuahuenses le negaron su apoyo, no votó por ella ni el 20%, y aun así entra por que entra.
El caso de Mónica Morales es más crítico, pues a ella sí la conocían, pero más a su mamá, Xóchitl Reyes, quien tiene una denuncia por fraude, pues 2 mil burócratas la acusan como beneficiaria de un enorme fraude con un fideicomiso al que “renunciaron” sin siquiera darse cuenta, mismo que “desapareció”, al mismo tiempo que “apareció” una gran fortuna en las arcas de la familia, misma que les permite darse una vida de lujos y viajes con un sueldo de burócrata medio. Tranzotas, pues.
Es sobre todo esta última práctica la que encarna lo más podrido del PRI, del cual ya no se puede hablar de “viejo” y “nuevo”, pues está demostradísimo que jamás cambió y que jamás cambiará, por la simple razón de que están los mismos de siempre, gente muy amañada.
Pero no la tendrán fácil. Los micropartidos no cederán tan fácil sus posiciones y tanto el PT como el PVEM ya dijeron que no entrarán con sus espacio y que le hagan como quieran.
Ya se sabía que por mucho que el PRI y sus aliados ganen, no hay huesos suficientes para todos y ahora verán cómo las cuelan. El apoyo a los partidos parásitos le está saliendo muy caro al PRI.
A final de cuentas, ya sabe: en Chihuahua gobiernan los hermanos, primos, hijos y compadres, pues desde el de mero arriba hasta los grillos menores, todos quieren a su familia en la nómina e importa poco si usted los favorece con su voto. En Chihuahua la democracia es una fantasía con vaqueros como Caballo Dorado, princesas como Aracely Arámbula y el “érase una vez”, pues en la actualidad ni usted ni yo decidimos quien nos gobierna. Una dictadura de facto es la que han impuesto.
Mientras, el gobernador César Duarte se concentra en lo suyo y se dejó ver entre la monarquía fronteriza para la inauguración del museo de La Rodadora, donde aprovechó para afinar con Enrique Serrano los detalles de su arranque de administración.
Duarte y “Teto” no se mascaban. Fueron rivales rumbo a la gubernatura y luego de que se la quedara Duarte como un regalo del CEN del PRI, el reencuentro fue espinoso, pero Duarte saben ablandar hasta al más duro y ambos estaban conscientes de que el enfrentamiento a ninguno de convenía, así que tuvieron que tragarse uno al otro.
Con Serrano la situación es muy diferente, pues Duarte le regaló la alcaldía, pese a ser el candidato con menos proyección y carisma entre los aspirantes, pero, volviendo a lo que dijimos en líneas anteriores, los afectos mandan.
Mientras Héctor Murguía prepara su salida y de entrada ya amarró escolta para él y para Julián Leyzaola, casi de por vida, pues los regidores tetistas metieron un documento que se presa a que así sea, esto pese a que, según ellos, Juárez es ahora un paraíso de paz y legalidad.
El miedo no anda en burro y saben que la relativa paz que se vive no se debe a la acción del estado o a la aplicación de la justicia, sino a la nueva convivencia entre cárteles y el hartazgo de una guerra que cuesta mucha sangre y sobre todo dinero a gobiernos y criminales. Pero no se confíe, este tipo de pacificaciones son fragilísimas, pues lo que solo llega, solo se va.
Hoy asesinaron a dos hombres en el Valle de Juárez, uno de ellos podría ser Gabino Salas Valenciano, ex líder de una célula del Cártel de Juárez, que según la Sedena trabajaría ahora para el Cártel de Sinaloa.
Y hablando de cambios, están latentes los del gabinete, pues los chismosos aseguan ahora que Raymundo Romero se va, luego de haber acomodado a su hija y a su yerno en el Congreso de Chihuahua.
Los malhablados aseguran que lo relevaría Mario Trevizo, pero esta versión parece improbable, en primer lugar porque no hay señales claras de que Romero tenga por qué irse, pues el gobernador aún lo quiere y no tiene demasiados lastres encima.
El relevo que sí es un hecho es el de la alcaldía, pues Javier Garfio ya anda metiendo presión para que Marco Quezada cumpla con lo que prometió y le deje unos 40 millones de pesos, de perdida, para arrancar la administración sin dar pena.
Pero esos morlacos ya se los gastó Marco en la rehabilitación urgente de la ciudad, e hizo bien, pues ¿cómo se vería reservando el dinero cuando la ciudad parece una zona de bombardeos? Primero asegura su buen cierre y, si alcanza, le deja algo a Garfio.
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