Conecta con nosotros

Resto del mundo

Monos aulladores en la selva misionera de Argentina: la clave para detectar un posible brote de fiebre amarilla

Mientras Argentina atraviesa una situación crítica por el avance del coronavirus, el Ministerio de Salud intensificó la semana pasada acciones de vigilancia y alerta preventiva ante el hallazgo de dos monos muertos por fiebre amarilla en el sur de Brasil, a solo 30 kilómetros del límite con la provincia argentina de Misiones.

«Estamos comprometidos con este tema para desarrollar medidas preventivas con el fin de minimizar cualquier riesgo y, en caso de ser necesario, desarrollar las acciones de control», dijo el 21 de abril la ministra de la cartera sanitaria, Carla Vizzotti, durante un encuentro virtual con las áreas de epidemiología, inmunizaciones, zoonosis y vectores de la cartera sanitaria.

La aparición de estos monos infectados en el municipio rural de Palma Sola, estado de Santa Catarina, Brasil, puso en alerta a las autoridades argentinas, ya que suelen ser las primeras víctimas del virus de la fiebre amarilla en el ciclo selvático, y una vez que enferman mueren rápidamente.

En las localidades de Piñalito y El Soberbio, Misiones, Argentina, un grupo de expertos coordinados por el Centro Nacional de Diagnóstico e Investigación en Endemoepidemias (CeNDIE) de la Administración Nacional de Laboratorios e Institutos de Salud (ANLIS) ‘Dr. Carlos Malbrán’, ya trabaja en la recolección de insectos transmisores y en la búsqueda activa de susceptibles, los monos o primates no humanos, que son huéspedes primarios de la enfermedad.

Sin embargo, lo que parecía ser hasta ahora una situación de epizootia, es decir, que solo afectaba a animales, ya refleja consecuencias en humanos, al menos del otro lado de la frontera. El 12 de abril pasado, la secretaría de Salud de Santa Catarina confirmó en un boletín oficial que hubo dos personas fallecidas a causa del virus de la fiebre amarilla y un total de 5 casos. Además, ya son 119 los monos fallecidos a causa de la enfermedad y hay otros 25 en investigación.

Hasta ahora, en el país gobernado por un Jair Bolsonaro, que continúa minimizando la trágica situación del covid-19, el tema no ha tomado trascendencia. De todas maneras, Brasil está en alerta y vigilancia desde 2016, cuando un brote de fiebre amarilla dejó cerca de 800 casos documentados y 274 fallecidos en un año, según la Organización Panamericana de la Salud (OPS). No obstante, no se ha detectado el virus en zonas urbanas, ya que todos los casos notificados fueron de áreas selváticas.

Centinelas de la fiebre amarilla

Mientras conversa por teléfono con RT, Laura Tauro se prepara para volver a internarse en el bosque Piñalito, donde acampará toda la semana junto a un equipo de investigadores para continuar con los trabajos de monitoreo ecoepidemiológico de arbovirus, tarea que realiza desde 2018.

Los arbovirus son un conjunto de virus que se transmiten mediante la picadura de artrópodos (insectos, arácnidos, crustáceos, miriápodos). El animal o humano que es picado por estas criaturas es llamado huésped, y además de padecer la enfermedad puede transmitirla a otras personas mediante la picadura de, por ejemplo, un mosquito.

En áreas silvestres, el transmisor de la fiebre amarilla es el mosquito Haemagogus y, en áreas urbanas, el virus es transmitido por el mosquito Aedes aegypti, el mismo del dengue. La fiebre amarilla urbana no se ha registrado en Brasil desde 1942, mientras que en Argentina quedó el recuerdo trágico de la gran epidemia de 1871, que dejó más de 14.000 muertos solo en la ciudad de Buenos Aires. 

Bióloga e investigadora del Conicet, Tauro forma parte del Centro de Investigaciones del Bosque Atlántico (CEIBA), y del Proyecto Carayá, que observa el estado de conservación y hábitat de estos monos aulladores, cuya presencia saludable en la selva da señales de que la fiebre amarilla no está amenazando la zona.

Este proyecto tiene objetivos diferentes a las acciones de prevención lanzadas recientemente por el Ministerio de Salud, pero Tauro e Ilaria Agostini, quien estudia a estos primates desde hace 20 años, están conectadas con las autoridades nacionales y provinciales para llevar adelante tareas conjuntas.

Agostini estuvo estudiando la región durante el último brote de fiebre amarilla selvática en 2008-2009. En ese momento, la población de monos carayá prácticamente desapareció, y al cabo de pocos meses, en Piñalito y en varios otros sitios de Misiones se dejaron de escuchar aullidos. La selva se quedó en silencio. Ahora se ha recuperado y el equipo ya tiene identificados a los grupos.

«Da trabajo, pero ayer encontramos un grupo de carayá rojo –también están los negros– al que denominamos Los Vikingos. Pudimos ver a siete monos, machos y hembras junto a una cría», cuenta Tauro. Y agrega: «La última vez que los habíamos visto fue a inicios de 2020. Es el grupo mayor que queda en la zona y se los veía en perfecto estado de salud. De hecho, los hemos escuchado aullar durante toda la semana».

Simultáneamente, las especialistas están haciendo la vigilancia entomovirológica, para la prevención y el control de patógenos transmitidos por mosquitos. Ya han capturado varios que van a ser analizados. Es una de las mejores formas para determinar si el virus está circulando o no.

¿Hay riesgos de un avance de la fiebre amarilla en Argentina?

Afortunadamente, el 95 % de la población misionera está vacunada contra la fiebre amarilla. De todos modos, desde que se lanzó el alerta del Ministerio de Salud los agentes sanitarios de la provincia recorren las zonas rurales para entrevistar a los vecinos y vacunar a las personas que aún no fueron inmunizadas.

Por otra parte, la población de monos en este momento es bastante baja, y eso también «ayuda en cierta forma a que haya poco hospedador susceptible dando vueltas en la selva para ser picado por un mosquito vector», señala Laura Tauro.

Asimismo, el turismo se ha reducido por la pandemia, aunque la recomendación es que si alguien visita Misiones, las Cataratas del Iguazú, o cualquier otro de los parques, debe aplicarse la vacuna, y si se meten a la selva, usar ropa cerrada y repelente.

El mayor riesgo, dice la bióloga, está en los pobladores de áreas fronterizas que no están vacunados. «En la zona hay muchas empresas forestales. Gente que vive en parajes metidos en la selva, que tiene muy poco acceso a la ciudad, adonde va esporádicamente. Si estas personas no están vacunadas, quizás sí están expuestas a la picadura del mosquito infectado y lo terminan llevando a la ciudad».

Deportes

Más de 50 mil policías cuidan París para la inauguración de los Juegos Olímpicos

Más de 50.000 policías, gendarmes y militares constituyen esta tarde el mayor dispositivo de fuerzas del orden que se ha desplegado en París, con ocasión de la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos que ha trastocado totalmente el transporte y el funcionamiento habitual de la ciudad.

«Es sin duda el mayor dispositivo policial que alguien ha podido poner en marcha», ha destacado esta tarde el ministro francés del Interior, Gérald Darmanin, en declaraciones a la prensa mientras hacía una visita a los agentes desplegados sobre el terreno acompañado del prefecto de policía de París, Laurent Núñez.

Darmanin ha recordado que se espera que «casi 400.000 personas» presencien la ceremonia en el tramo de seis kilómetros del río Sena por el que bajarán los barcos con los deportistas participantes en los Juegos, y que se encuentra en un espacio acordonado.

Allí también van a estar, en una tribuna en el Trocadero, cerca de un centenar de jefes de Estado y de Gobierno que han sido recibidos en el Palacio del Elíseo por el presidente francés, Emmanuel Macron, que hace de maestro de ceremonias.

El titular de Interior ha asegurado que se han encontrado soluciones para los deportistas o árbitros que debían llegar a París en tren y que se han visto afectados por los sabotajes coordinados que ha sufrido esta pasada madrugada la red de alta velocidad francesa, y que ha perturbado tres de sus cuatro grandes corredores.

La Fiscalía de París dirige las investigaciones sobre esos sabotajes y la coordinación se ha encargado a la Subdirección Antiterrorista de la Policía (SDAT).

Darmanin ha subrayado que esos ataques están afectando más a los que se iban de vacaciones que a quienes iban a asistir a la ceremonia de inauguración de los Juegos.

El ministro, que no ha querido especular sobre la autoría de esos actos, ha señalado: «Estamos evidentemente concentrados para ver si podemos detener rápidamente a esos autores».

Continuar Leyendo
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Publicidad

Más visto