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Revista

Muere a los 79 años el actor Fernando Luján

El primer actor Fernando Luján falleció a los 79 años de edad en Puerto Escondido, Oaxaca, luego de padecer una serie de complicaciones respiratorias.

Nacido en Bogotá en el seno de la familia de actores Ciangherotti-Soler, participó en películas como El mil amores (1954), del director Ricardo Rodríguez y en la que compartió secuencias con Pedro Infante, pero su debut en el cine quedó registrado en La cobarde (1947) de Julio Bracho.

Entre la década de los 60 y 70 realizó un sin fin de películas, mientras que en los 80 participó solo en 3. Fue en la década de los 90 que su carrera retomó una ajetreada actividad luego de participar en la telenovela Mirada de Mujer, en la que compartió con Angélica Aragón un merecido éxito y reconocimiento, y en El coronel no tiene quien le escriba (1999), adaptación de la novela de Gabriel García Márquez dirigida por Arturo Ripstein.

De manera reciente participó en Ingobernable, transmitida por Netflix, y en la película Hombre al agua, protagonizada por Eugenio Derbez.

Considerado un maestro por varias generaciones debido a sus incontables trabajos para el cine y la televisión, despedidas, condolencias y buenos recuerdos se han hecho presentes.

Revista

La grasa abdominal profunda: el enemigo silencioso que envejece tu cuerpo y tu mente

Oculta bajo la piel y rodeando órganos vitales como el corazón, el hígado y los riñones, la grasa visceral representa una de las amenazas más serias para la salud metabólica y cerebral, incluso en personas delgadas. Más que un problema estético, esta grasa activa procesos inflamatorios que pueden desencadenar enfermedades como la diabetes tipo 2, el hígado graso, problemas cardiovasculares y, a largo plazo, deterioro cognitivo.

De acuerdo con el Dr. Andrew Freeman, especialista en prevención cardiovascular, la grasa visceral es un marcador de múltiples riesgos de salud, aun en quienes aparentan estar en forma. El fenómeno conocido como “skinny fat” —personas con peso normal pero con alta proporción de grasa interna— evidencia que la salud no siempre se refleja en el espejo.

El impacto va más allá del metabolismo. La neuróloga preventiva Kellyann Niotis advierte que este tipo de grasa libera compuestos inflamatorios que aceleran la atrofia cerebral y favorecen la aparición de placas beta-amiloides y ovillos de tau, señales asociadas con la enfermedad de Alzheimer, incluso desde los 40 o 50 años.

¿Cómo saber si la grasa visceral está fuera de control? La medida de la cintura es un primer indicio: más de 88.9 cm en mujeres y 101.6 cm en hombres eleva el riesgo, según los CDC. La masa muscular también importa: quienes tienen más grasa que músculo tienden a acumular esta grasa profunda. Estudios como la DEXA o básculas con medición de grasa corporal pueden ayudar a evaluar estos indicadores.

La buena noticia: es reversible. Freeman insiste en un enfoque integral con ejercicio cardiovascular diario (como caminatas rápidas de al menos 30 minutos) y entrenamiento de fuerza con resistencia. Ejercicios como desplantes, sentadillas, lagartijas y peso muerto movilizan grandes grupos musculares, aceleran el metabolismo y estimulan hormonas que mejoran la composición corporal.

Una alimentación basada en plantas, como la dieta mediterránea, también es clave. Rica en frutas, vegetales, granos enteros, aceite de oliva y pescado, esta dieta ha demostrado reducir la grasa abdominal y el riesgo de muerte por enfermedades crónicas, especialmente en mujeres.

El ayuno intermitente —comer solo durante una ventana de seis horas al día— puede ser un complemento efectivo, aunque no es apto para todos. La combinación de alimentación natural, entrenamiento funcional y periodos de ayuno puede “hacer magia” en la reducción de grasa visceral, señala Freeman.

En resumen, mantener el músculo, eliminar alimentos ultraprocesados, moverse cada día y reorganizar los horarios de comida no solo combate la grasa abdominal profunda, sino que extiende la salud física y mental hacia el futuro. Porque el verdadero “elixir de la juventud” no se compra: se construye con hábitos.

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