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Sus niños lo interrumpen en plena entrevista de la BBC

Es un hecho que cualquier cosa puede pasar en un programa en vivo. Un académico vivió un incómodo momento cuando era entrevistado en un programa de la cadena BBC.
Él abordaba la tensión política que se vive en Corea del Sur cuando sus dos pequeños hijos aparecieron para interrumpirlo. La seriedad del tema que tocaba quedó en segundo plano por esta situación anecdótica.
¿Te Estás Quedando Calva? ¡No Te Hagas Un Transplante!
La destitución de la presidenta Parl Geun-hye por su relación con un caso de extorsión a los principales grupos empresariales del país ha generado una oleada de violentas protestas de los ciudadanos, todo ello aderezado con la incertidumbre que provoca la crisis abierta con su vecino de arriba, Corea del Norte, que no es precisamente un rival al que subestimar.
Con este panorama, lo que era de esperar era que ese hombre encorbatado tan serio al que el presentador pedía opinión a través de Skype fuera tremendamente sobrio.
Interrupción
Es así como puede que estemos ante uno de los análisis políticos más vistos de la Historia, pues en pleno informe, dos niños y una mujer que irrumpieron en el despacho del entrevistado en directo.
Primero entra en el despacho una niña con un jersey amarillo, que sin dudar ni sentirse intimidada por las cámaras se acerca a Robert Kelly.
El presentador intenta continuar como si no ocurriese nada y el propio profesor trata de apartar a la pequeña de plano. Sin embargo, en ese momento irrumpe en el despacho un bebé con un andador.
“Lo siento, lo siento”, dice el entrevistado Robert Kelly, cuando una mujer llega rápido y saca a los niños con algunos gritos de ellos.
La escena acaba de completarse con la irrupción de una mujer corriendo que consigue llevarse a los pequeños de la sala.
El extracto del programa fue compartido a través de YouTube.

Increible

Desaparece en Disneyland y aparece días después en un bote de basura en Mexicali: el misterioso caso de Annie Encino

Una adolescente estadounidense de 16 años fue localizada con vida dentro de un contenedor de basura en Mexicali, Baja California, días después de haber desaparecido en el parque Disney California Adventure, en Anaheim. El caso ha despertado preocupación e interrogantes en ambos lados de la frontera, especialmente por el silencio mediático en México y las lagunas que aún rodean su cruce hacia territorio nacional.

Annie Kathleen Encino desapareció el pasado 20 de abril tras una discusión con su familia dentro del parque temático. Fue vista por última vez alejándose sola, lo que activó una Alerta Amber en Estados Unidos. Sin embargo, esa alerta nunca cruzó a territorio mexicano, dejando a la opinión pública del país sin conocimiento de su desaparición… hasta que la historia dio un giro tan insólito como alarmante.

Días después, una llamada anónima al 911 alertó a la policía municipal de Mexicali sobre la presencia de una menor dentro de un bote de basura. Al llegar al sitio, los oficiales encontraron a la joven en condiciones que no han sido detalladas, pero confirmaron su identidad. El consulado de Estados Unidos fue notificado de inmediato y su madre viajó a la ciudad fronteriza para identificarla y llevarla de regreso.

Hasta ahora, las autoridades mexicanas no han informado cómo fue que Annie cruzó la frontera sin documentos, sin acompañantes y sin ser detectada. Tampoco han revelado si fue víctima de trata, secuestro, abuso o si viajó voluntariamente con ayuda de terceros. La Fiscalía de Baja California mantiene abierta una investigación para esclarecer los hechos.

Lo que sí queda claro es que algo falló en los mecanismos de cooperación fronteriza. Ni la alerta internacional funcionó, ni hubo un protocolo binacional que permitiera actuar a tiempo. La aparición de una menor estadounidense en un contenedor de basura, en una ciudad donde los casos de desapariciones no son novedad, pone una vez más bajo la lupa la crisis de seguridad y el flujo irregular entre ambos países.

Mientras se esperan más detalles oficiales, el caso de Annie Encino evidencia que incluso en un entorno supuestamente seguro como Disneyland, la vulnerabilidad de los menores puede terminar en una historia digna de una serie policiaca.

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