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Opinión

No, no es Claudia. Por Caleb Ordoñez T.

Politizar a todo un país del tamaño de México es muy costoso. Requiere un fuerte gasto económico, de organización humana y promover la polarización que tanto desencanto ha ocasionado en la población.
Todos los partidos políticos tienen la única consigna de ganar elecciones. Algunos, los más pequeños, de sobrevivir para poder seguir recibiendo prerrogativas y continuar siendo un negocio rentable.

Llegamos a una etapa electoral en el país, sumamente anticipada y aún más agitada.

Las candidaturas presidenciales están como monedas en el aire y en una extraña situación, el partido oficialista Morena no tiene asegurado un futuro cómodo.

El meollo de la situación podría estar en la presión que ocasionó Marcelo Ebrard para que la elección interna de su partido se transparentara.

De no haber sido por las renuncias a los cargos públicos y la creación de un modelo con candados internos, el silencio dentro de Morena reinaría, ayudando a la “favorita” del presidente, Claudia Sheinbaum.

El tiempo ha dado la razón a aquellos que apostaban por un deterioro en la unidad morenista. En esa peculiar dificultad que ha tenido la exJefa de Gobierno de nadar entre tiburones.

La decepción

Claudia dejó el cargo luego de un evento faraónico con miles de acarreados que ni siquiera aguantaron el calor de aquel día y apenas comenzando el discurso de la precandidata fueron abandonando por montones la sede del Monumento a la Revolución.

A partir de ese momento las alarmas comenzaron a activarse, pues levantar algarabía y pasiones de la gente en la precampaña no sería nada sencillo. Y tenían razón.

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Opinión

Diálogos. Por Raúl Saucedo

El Eco de la Paz

En el crisol de la historia, las disputas bélicas han dejado cicatrices profundas en el tejido de
la humanidad. Sin embargo, en medio del estruendo de los cañones y las balas metrallas, ha
persistido un susurro: El Diálogo. A lo largo de los siglos, las mesas de negociación han
emergido como esperanza, ofreciendo una vía para la resolución de conflictos y el cese de
hostilidades entre grupos, ideas y naciones.
Desde la antigüedad, encontramos ejemplos donde el diálogo ha prevalecido sobre la espada.
Las guerras médicas entre griegos y persas culminaron en la Paz de Calias, un acuerdo
negociado que marcó el fin de décadas de conflicto. En la Edad Media, los tratados de paz
entre reinos enfrentados, como el Tratado de Verdún, establecieron las bases para una nueva
configuración política en Europa.
En tiempos más recientes, la Primera Guerra Mundial, un conflicto de proporciones
colosales, finalmente encontró su conclusión en el Tratado de Versalles. Aunque
controvertido, este acuerdo buscó sentar las bases para una paz duradera. La Segunda Guerra
Mundial, con su devastación sin precedentes en el mundo moderno, también llegó a su fin a
través de negociaciones y acuerdos entre las potencias.
La Guerra Fría, un enfrentamiento ideológico que amenazó con sumir al mundo en un
conflicto nuclear, también encontró su resolución a través del diálogo. Las cumbres entre los
líderes nucleares, los acuerdos de limitación de armas y los canales de comunicación abiertos
permitieron evitar una posible catástrofe global.
En conflictos más recientes, y su incipiente camino en las mesa de negociación ha sido un
instrumento crucial para lograr el cese de hostilidades de momento, esta semana se ha
caracterizado por aquellas realizadas en Arabia Saudita y París.
Estos ejemplos históricos subrayan la importancia del diálogo como herramienta para la
resolución de conflictos. Aunque las guerras pudieran parecer inevitables e interminables en
ocasiones, la historia nos muestra que siempre existe la posibilidad de encontrar una vía
pacífica. Las mesas de negociación ofrecen un espacio para que las partes en conflicto
puedan expresar sus preocupaciones, encontrar puntos en común y llegar a acuerdos que
permitan poner fin.
Sin embargo, el diálogo no es una tarea fácil. Requiere voluntad política, compromiso y la
disposición de todas las partes para ceder en ciertos puntos. También requiere la participación
de mediadores imparciales que puedan facilitar las conversaciones y ayudar a encontrar
soluciones mutuamente aceptables.
En un mundo cada vez más complejo e interconectado, el diálogo se vuelve aún más crucial.
Los conflictos actuales, ya sean guerras civiles, disputas territoriales o enfrentamientos
ideológicos, exigen un enfoque pacífico y negociado. La historia nos enseña que la guerra
deja cicatrices profundas y duraderas, mientras que el diálogo ofrece la posibilidad de
construir un futuro más pacífico y próspero para todos.
Los diálogos siempre serán una vía, aunque el diálogo más importante será con uno mismo
para tener la paz anhelada.
@RaulSaucedo
rsaucedo@uach.mx

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