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Opinión

NUEVOS RETOS…PARA NEVOS DIPUTADOS POR KAMEL ATHIE FLORES

NUEVOS RETOS… PARA NUEVOS DIPUTADOS

8 de junio de 2015 · por  · en Política · Deja un comentario

La nueva legislatura que inicia en septiembre próximo, tendrá desafíos importantes que resolver, pues los nuevos diputados recibirán al llegar los criterios generales de política económica, que envía el Ejecutivo donde se incluyen la Ley de Ingresos y el Presupuesto de Egresos para el 2016, en un ambiente de severas restricciones presupuestales, pero adoptando la técnica de “Presupuesto base Cero”, que aunque es de viejo cuño, nunca había sido aplicada en México y demandará de su asimilación y entendimiento.

En lo que atañe a nuevas leyes y reformas, destacan: La Ley General de Aguas, , la Ley del Acotamiento del Fuero, así como la reducción de la mitad de los diputados plurinominales y La Reforma Política del Distrito Federal.

La aprobación de la Ley General de Aguas es urgente, pues quedó pendiente de cumplirse el mandato constitucional del 8 de febrero del 2012, que resultó de la modificación al artículo 4º donde se reconoce el acceso al agua y saneamiento como un derecho humano… y ya han pasado 3 años y sigue sin cumplirse dicho mandato.

Su aprobación apremia en virtud de que la Ley de Aguas Nacionales vigente, tiene 23 años de haberse emitido y en ese trayecto, el crecimiento demográfico y la falta de racionalidad en los usos del agua por el abuso y sobreexplotación, más la progresiva contaminación han impactado rigurosamente las condiciones de disponibilidad.

Otra iniciativa de ley que frenaron los senadores y que tiene como objetivo evitar la impunidad de los servidores públicos, es la de “Acotamiento del fuero a los legisladores”, la cual debe vincularse totalmente con la Ley Anticorrupción, pues busca evitar que servidores públicos corruptos o vinculados con el crimen organizado en su desempeño anterior, se refugien en ambas cámaras y puedan eludir la justicia amparados en el “fuero”.

El corazón de dicha medida, es que si alguno de esos personajes cometieron delitos graves o ilícitos de peculado, corrupción o de vinculación con el crimen organizado, puedan ser juzgados por un juez y llevados tras la rejas una vez que éste dicte sentencia.

Los ciudadanos continúan preguntándose ¿porqué no se han reducido o eliminado el número de diputados plurinominales? no sólo por lo que se gasta en ellos, sino por lo complicado que resulta tomar decisiones con 500 diputados, donde un tercio de ellos carecen de legitimidad ciudadana. Esta es una iniciativa del PRI y en particular del presidente EPN quien ofreció en campaña reducir a la mitad el número de diputados que llegan por esta vía.

El otro gran pendiente es la Reforma Política del Distrito Federal, que obliga a reformar diversos artículos de la Carta Magna para transformar al Distrito Federal en la Ciudad de México, definida como la entidad federativa que es la sede de los Poderes de la Unión y la capital de los Estados Unidos Mexicanos.

La Ciudad de México quedaría como entidad federativa con autonomía en todo lo concerniente a su régimen interior y a su organización política y administrativa; precisando que adoptará la forma de gobierno republicana, representativa, democrática y laica.

En consecuencia, con la Reforma se faculta a la Ciudad de México para expedir su propia Constitución Política, la cual deberá ser aprobada por una Asamblea Constituyente antes del 31 de enero del 2017.

La Asamblea Constituyente de la Ciudad de México quedará conformada por 100 diputados de los cuales, 60 serán elegidos por la ciudadanía en comicios que se celebrarán el primer domingo de junio de 2016. Los 40 diputados constituyentes restantes serán designados de la siguiente manera: 14 legisladores por cada cámara del Congreso de la Unión, seis por el Presidente de la República y seis por el Jefe de Gobierno del Distrito Federal.                       kamelathie@gmail.com

Opinión

Francisco: el futbolista que soñaba con ayudar a los pobres. Por Caleb Ordoñez Talavera

En un mundo donde los líderes suelen subir al poder sobre pedestales dorados, Jorge Mario Bergoglio eligió las sandalias del pescador. Aquel argentino que un día fue arquero de fútbol, amante del tango y de los libros de Dostoyevski, se convirtió en Papa y jamás olvidó de dónde venía. Francisco no fue un pontífice cualquiera; fue un Papa de carne y hueso. De esos que uno siente que podría toparse en la fila de las tortillas, con una sonrisa serena y una mirada que, sin mucho ruido, te abraza el alma.

Francisco ha sido, sin lugar a dudas, el Papa más disruptivo en siglos. No porque haya roto dogmas —la estructura doctrinal sigue firme—, sino porque le dio un rostro distinto a la Iglesia Católica. Dejó de lado la solemnidad acartonada y abrazó la humildad. Cambió el papamóvil blindado por un Fiat, rechazó vivir en los lujosos aposentos vaticanos y optó por una residencia sencilla. El “Vicario de Cristo” en la tierra eligió la austeridad, no por estrategia, sino por convicción.

Pero su verdadera revolución fue moral y emocional. Francisco no gritaba desde el púlpito: escuchaba desde las banquetas. Su papado se volcó en los márgenes, allí donde duele el hambre, la exclusión y el olvido. Su voz fue trinchera para los migrantes, los pobres, los ancianos, los refugiados.

Muchos lo criticaron por “idealista”, como si eso fuera pecado. Pero Francisco no era ingenuo, era valiente. Sabía que sus llamados a la justicia social incomodaban a muchos en las cúpulas de poder, tanto eclesiásticas como políticas. Sin embargo, nunca dio marcha atrás. “Quiero una Iglesia pobre para los pobres”, dijo al iniciar su pontificado. Y no era una frase para los titulares: era su hoja de ruta.

En tiempos donde la migración se convirtió en moneda electoral, el Papa Francisco insistía en recordar lo esencial: los migrantes no son cifras, son personas. Los visitó en las fronteras de Europa, lloró con ellos, oró con ellos, los abrazó. Nunca usó una cruz de oro; la suya era de hierro, sencilla, como el corazón que la portaba.

No fue un teólogo de escritorio. Fue un pastor que olía a oveja. Supo enfrentarse al clericalismo con una sonrisa y un gesto firme. Habló de ecología cuando el mundo prefería mirar al petróleo, habló de inclusión cuando otros aún discutían si las puertas de la Iglesia debían estar abiertas. Fue reformador no porque cambiara leyes, sino porque cambió la conversación.

Y entre todas sus aficiones —el cine italiano, la literatura rusa, la cocina porteña— hay una que siempre lo delató como el más humano de los líderes: el fútbol. Fan acérrimo del equipo San Lorenzo, seguía los resultados con la emoción de un niño. Para Francisco, el fútbol era una metáfora del Evangelio: todos juntos, diferentes, pero con un solo objetivo. “Lo importante no es meter goles, sino jugar en equipo”, decía.

El balón lo extrañará. La pelota, esa esfera rebelde que tantas veces desafía la gravedad, ha perdido a uno de sus poetas silenciosos. No se sabe si en el Vaticano habrá canchas, pero estoy seguro de que Francisco supo lo que es gritar un gol desde el alma.

Su legado es más que palabras. Está en los corazones de quienes alguna vez se sintieron excluidos. Está en cada migrante al que se le extendió la mano, en cada comunidad indígena que se sintió escuchada, en cada creyente que volvió a mirar a la Iglesia con esperanza y no con miedo.

El Papa Francisco nos recordó que la fe sin amor es un cascarón vacío. Que la Iglesia, si no camina con el pueblo, se convierte en museo. Que el Evangelio no es para adornar discursos, sino para incomodar a los cómodos y consolar a los que duelen.

Francisco será recordado como el Papa de los gestos pequeños, de las palabras enormes, del corazón abierto. No hizo milagros, pero hizo lo más difícil: cambiar el alma de una institución milenaria con solo mirar a los ojos de los pobres y decirles: “ustedes son el centro”. Y en tiempos donde el cinismo dentro de la política y en todos los medios cotiza alto, eso es ya un milagro.

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