Este fin de semana hablando con amigas comentábamos sobre el semáforo COVID, sus colores y significados, de la ansiedad provocada por el encierro, de cómo sus hijos y familias estaban reaccionando, de quienes hemos o no sufrido golpes a nuestra economía.

Pero el reclamo más puntual de todas era la falta de certeza. Un comentario que he escuchado continuamente llamo mi atención, mi amiga afirmaba; “tengo semanas escuchando que vivimos el pico de la pandemia, yo ya no les creo”. Yo era de ese sector que depositaba en Gatell un poco de fe, lo dije en varias ocasiones públicamente, no porque quisiera, sino por la necesidad urgente de creer en alguien, la tranquilidad que nos brinda saber que quien lleva el timón sabe lo que hace, y ¿por qué no?, otorgarle el beneficio de la duda.

Me quedé con el comentario de mi amiga toda la tarde y me di a la tarea de googlear las palabras; “pico de la pandemia”. El buscador arrojo un sinfín de resultados, noticias sobre las conferencias vespertinas, fechas, promesas y pronósticos del cuándo alcanzaríamos ese pico. La falta de certidumbre es grave, y por mucho que no se quiera aceptar hay pruebas de esto, por ejemplo, las cifras que recientemente público “Mexicanos Contra la Corrupción” respecto a los fallecimientos por coronavirus en CDMX, contabilizaron 4577 actas de defunción entre 18 marzo y 12 mayo, pero la cifra de muertos reportada a por las autoridades para el 17 de mayo fue de solo 1108. Fueron inmediatos los cuestionamientos de organismos, así como de prensa nacional e internacional sobre el tema, pero estos teman entran a la discusión mediática un momento, se cuestiona y causa polémica, luego sale el presidente y coloca otro tema en la agenda, entre más patético e irrisorio sea más llama la atención, así de sencillo la discusión principal queda atrás.

La contradicción del discurso es increíble, se nos dice por parte de las autoridades que estamos por enésima ocasión alcanzando el pico de contagios y muertes, luego se nos señala que en unos días iniciaremos paulatinamente actividades, ¿Cómo?, ¿Justo en el pico de la pandemia que acaban de asegurarnos?, este tipo de información que se contrapone viene del discurso oficial y es grave, por ello la gente empieza a sentir una falsa sensación de seguridad y trata de reanudar actividades. Lamentablemente somos de esos que no escarmentamos en cabeza ajena, “mientras no me pase a mi todo está bien”, muchos piensan. Hay cientos de ejemplos que refuerzan este dicho, el que más me causo recientemente decepción fueron las largas filas en oxxo por cerveza, estas personas no solo no se sienten avergonzados de lo que hacen, sino hacen alarde y burla de ello, un reflejo más de la sociedad en la que vivimos, lamentable pero cierto.

Siguiendo este hilo entonces; ¿cree la autoridad verdaderamente que harán caso a todas las disposiciones de seguridad sanitaria, si la violentan solo para obtener cerveza?, la respuesta es clara. Por ello la coordinación en los tres órdenes de gobierno es indispensable, la claridad de las reglas es primordial, la certidumbre de cifras urge a que sea transparente, nos gusten o no los datos.

Al último cierre, ya rebasamos los 7 mil decesos y los 65 mil contagiados, sumándole a todo esto las cifras maquilladas, los casos asintomáticos y los no reportados. Finalmente regresamos al problema de siempre, sin importar que colores estén en el gobierno o si es de derecha o izquierda, volvemos a las mismas prácticas, vivimos en el México de los costos políticos, es decir, las decisiones se toman según el impacto en urnas que posteriormente acarreara, según me pegue o no en los niveles de popularidad como político y no basados en la realidad. Los gobernantes prefieren la empatía popular al brindarnos cifras falsas y ordenamientos blandengues, en lo que les conviene claro, a tener que enfrentar el problema con aplomo, cueste lo que cueste, aun y cuando esta decisión sea impopular pero efectiva enfrentando los costos de hacer lo políticamente incorrecto, pero lo socialmente responsable.