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Opinión

Opinión: La espera en la sala de espera, por Nancy Toledo

Pareciera que su función va completamente en contra de su nombre. Nadie quiere esperar aquí. Muy pocas veces nos sentimos cómodos en este lugar.

Siempre estamos expectantes, inquietos, ansiosos. Como si el tiempo que transcurre en esta sala no fuera nuestro. Queremos que avance lo más rápido que se pueda. Que se vaya sin sentirlo.

Pero este tiempo es igual de útil, igual de nuestro que cualquier otro momento. Yo a veces me lo saboreo…y aprovecho para hablar con alguien, escribir o leer algo. Para hacer cosas que en el transcurso del di?a me resulta casi imposible.

Bueno. Proyectémoslo a los momentos de espera en la vida. Esas “salas” en las que a veces nos quedamos por días, meses o años. Ese tiempo cuando a pesar de nuestro trabajo y esfuerzo, no toca nada más que esperar.

Si esta pandemia nos está enseñando algo. Es precisamente eso. Hay cosas que pueden o tienen que esperar. Así como otras que no esperan por nada, ni por nadie.

Hay que ser conscientes del lugar en el que estamos. Esperar por algo no impide hacer otra cosa. Tal vez es momento de hacer lo que en el transcurso la vida no nos daba tiempo…

Y no es malo sentirte cómodo en estos lugares intermedios. Nos damos muy poco permiso de estar quietos. Sentir tranquilidad en momentos de dudas e incertidumbre, es también un trabajo.

Hay que transformar esa impaciencia en calma. Esa inquietud en energía. Saber en que? nos estamos convirtiendo. Porque esa es una realidad. Todo el tiempo nos estamos convirtiendo en algo. Estamos siendo alguien. Estoy segura que en esta calma se puede descubrir algún gusto o talento nuevo. Una oportunidad de trabajo, o simplemente entender por fin que es lo que ma?s importa en tu vida.

Solo tú puedes decidir quien quieres ser, que quieres hacer. Está en ti sentirte listo y feliz en esta espera, porque no sabemos qué vendrá cuando, por fin llamen nuestro turno.

Nancy Anahi Toledo Rascón
Facebook/esopienso
Instagram @eso.pienso

Opinión

Resurrección. Por Raúl Saucedo

TODOS VUELVEN

En el escenario de la política, presenciamos con frecuencia el auge y la caída de figuras que, en un momento dado, parecían destinadas al olvido histórico. Sus carreras, marcadas por escándalos, derrotas electorales o errores estratégicos en campañas y ejercicios de gobierno, se asemejan a un Viernes Santo Político, donde la oscuridad y el silencio parecen definitivos.

Sin embargo, al igual que la promesa de la Pascua sigue a la reflexión cuaresmal, en la arena política también observamos fenómenos de «resurrección», donde figuras aparentemente sepultadas logran un sorprendente retorno a la prominencia.

Esta capacidad de renacer, de levantarse de las cenizas de una carrera casi consumida, evoca inevitablemente la profunda significación de la Cuaresma. Este período de días, que culmina en la celebración de la Resurrección, es un tiempo de introspección, penitencia y renovación espiritual. Los fieles son llamados a reconocer sus errores, a despojarse de lo superfluo y a prepararse para un nuevo comienzo. De manera análoga, los políticos que experimentan un período de declive a menudo se ven forzados a una suerte de «Cuaresma Política».

Durante este tiempo en la sombra, algunos líderes reflexionan sobre sus errores pasados, buscando comprender las razones de su caída. Pueden dedicarse a reconstruir puentes rotos, a renovar su discurso y a reconectar con una ciudadanía que alguna vez les dio la espalda. Al igual que el ayuno cuaresmal busca purificar el cuerpo y el espíritu, este período de ausencia puede permitirles desprenderse de la arrogancia o los vicios que contribuyeron a su declive.

La «oración» entendiéndose como el diálogo íntimo con lo trascendental, puede traducirse en la esfera política como una escucha más atenta a las demandas del electorado. Aquellos que resurgen suelen haber aprendido la importancia de comprender y responder a las preocupaciones de la gente, en lugar de imponer una agenda propia.

Sin embargo, es crucial distinguir la genuina renovación de la mera manipulación. No toda reaparición política es una verdadera resurrección. Algunos intentos de retorno se basan en la amnesia colectiva, en la explotación de las divisiones sociales o en una simple estrategia de marketing. Estas «resurrecciones» carecen de la profundidad y la autenticidad del espíritu, que exige un verdadero arrepentimiento y un compromiso tangible con el cambio.

Así como la Resurrección religiosa es un testimonio de la esperanza y la redención, los casos genuinos de renacimiento político pueden ofrecer lecciones valiosas sobre la capacidad de adaptación, el aprendizaje de los errores y la posibilidad de un nuevo comienzo. No obstante, la ciudadanía tiene la responsabilidad de distinguir entre aquellos que verdaderamente han renacido tras su «cuaresma política» y aquellos que simplemente intentan reciclar viejas estrategias bajo un nuevo disfraz. La verdadera resurrección, tanto en la fe como en la política, se manifiesta en frutos tangibles de transformación y un compromiso renovado con el bien común.La reflexión de esta semana viene a colación de los paisajes carreteros y pueblerinos donde usted y yo visualizaremos nombres en bardas de tantos y tantos políticos que sueñan la resurrección anhelada o quizá simplemente quedaron sepultados en piedra…Tiempo al Tiempo.

@RaulSaucedo

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