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Opinión

Opinión: Yo No Doy Mordida

Por: Amin Anchondo
Presidente Nacional Coparmex Jóvenes
Mucho se habla en artículos de opinión, medios, redes sociales y otras plataformas, del difícil momento por el que está pasando el país y pasará en el corto plazo. También se habla de que es la oportunidad de hacer las cosas de forma diferente para que este país avance y nos vaya mejor a todos. Existe un sinnúmero de opiniones de que es el momento de cambiar, pero existen muy pocas propuestas de cuál es el camino.
En primera instancia todo mexicano voltea a ver dónde echar la culpa y ahora que tenemos al enemigo representado en “El tío Trump” pues diremos que todo es culpa de él, dejando de ver los verdaderos problemas que han tenido a este país atado al bajo crecimiento y el aumento de la desigualdad.
No debemos olvidar que debemos actuar primero hacia adentro si queremos salir de nuestros retos. La Corrupción, la inseguridad, la impunidad, son los problemas que seguimos teniendo como país más allá de enfocarnos en Trump. A eso es a lo que debemos estar buscándole solución. De nada nos sirve seguir teniendo desarrollo económico sino tenemos desarrollo social en el país. No lo tenemos, principalmente, por estos tres problemas que menciono. Y si tuviera que escoger al mayor ellos, fácilmente, diría que la corrupción es la culpable de la impunidad y la inseguridad.
Nuestro país tiene un gran cáncer muy arraigado en nuestra sociedad que se llama corrupción. Últimamente de forma muy notable (porque ya no se pudieron esconder mas) empezaron a brotar casos de corrupción por todo el país. Casos verdaderamente vergonzosos que causaron un verdadero enojo social en contra de esos políticos que, sin escrúpulos, robaron al por mayor a la sociedad más vulnerable.
Si sumamos el enojo social que existe en nuestro país internamente con todos los factores internacionales que nos están afectando, de verdad estamos en un punto de inflexión que nos llevará a tocar fondo muy pronto del cual aún no entendemos la ruta de salida.
Para hacer un verdadero cambio en nuestra actual sociedad, debemos de empezar por tomar cada quien la responsabilidad que nos corresponde. Es muy fácil ver y denunciar el problema que vemos en un servidor público, pero es muy difícil reconocer cuando somos parte de la problemática. La corrupción siempre tiene dos actores.
En la mayoría del inconsciente colectivo, relaciona la corrupción en el acto más simple y vil del que todos tenemos acceso o hemos sido parte: La mordida.
Aunque no es lo mismo robar dinero público que entregar vía mordida dinero propio, ambos son un acto de corrupción.
Comparaba la corrupción con el cáncer porque desconocemos hasta donde esta infiltrada y ya la vemos como algo tan cotidiano que no nos causa vergüenza o dolor. Es por eso que nosotros los ciudadanos debemos tomar nuestra responsabilidad en este combate a la corrupción.
De nada nos sirve tener las mejores reformas o el mejor sistema nacional anticorrupción sino cambiamos como sociedad nuestra cultura de la legalidad. De nada sirve tener un Ferrari, si no sabemos conducir.
Hoy los Empresarios Jóvenes de Coparmex estamos trabajando a nivel nacional en una campaña de concientización, de toma de responsabilidad y de acción para combatir este pequeño gran acto de corrupción.
Estoy seguro que nuestra generación repudia este fenómeno, pero estamos envueltos en un sistema que lo toma como normal y trabaja en base a ello. Por eso nos va a costar mucho trabajo y esfuerzo cambiar esta cultura, pero lo vamos a lograr.
Hoy México debe tomar el toro por los cuernos. Ya no es lo mismo, la corrupción sale a flote porque sale. Ya no toleramos esas situaciones. Ya estamos haciendo algo diferente. Por eso te invito a que te sumes porque si al menos tu y yo nos comprometemos estamos iniciando esa gran evolución que este país necesita.
Por esto y más: ¡Yo no doy mordida!

Opinión

Diálogos. Por Raúl Saucedo

El Eco de la Paz

En el crisol de la historia, las disputas bélicas han dejado cicatrices profundas en el tejido de
la humanidad. Sin embargo, en medio del estruendo de los cañones y las balas metrallas, ha
persistido un susurro: El Diálogo. A lo largo de los siglos, las mesas de negociación han
emergido como esperanza, ofreciendo una vía para la resolución de conflictos y el cese de
hostilidades entre grupos, ideas y naciones.
Desde la antigüedad, encontramos ejemplos donde el diálogo ha prevalecido sobre la espada.
Las guerras médicas entre griegos y persas culminaron en la Paz de Calias, un acuerdo
negociado que marcó el fin de décadas de conflicto. En la Edad Media, los tratados de paz
entre reinos enfrentados, como el Tratado de Verdún, establecieron las bases para una nueva
configuración política en Europa.
En tiempos más recientes, la Primera Guerra Mundial, un conflicto de proporciones
colosales, finalmente encontró su conclusión en el Tratado de Versalles. Aunque
controvertido, este acuerdo buscó sentar las bases para una paz duradera. La Segunda Guerra
Mundial, con su devastación sin precedentes en el mundo moderno, también llegó a su fin a
través de negociaciones y acuerdos entre las potencias.
La Guerra Fría, un enfrentamiento ideológico que amenazó con sumir al mundo en un
conflicto nuclear, también encontró su resolución a través del diálogo. Las cumbres entre los
líderes nucleares, los acuerdos de limitación de armas y los canales de comunicación abiertos
permitieron evitar una posible catástrofe global.
En conflictos más recientes, y su incipiente camino en las mesa de negociación ha sido un
instrumento crucial para lograr el cese de hostilidades de momento, esta semana se ha
caracterizado por aquellas realizadas en Arabia Saudita y París.
Estos ejemplos históricos subrayan la importancia del diálogo como herramienta para la
resolución de conflictos. Aunque las guerras pudieran parecer inevitables e interminables en
ocasiones, la historia nos muestra que siempre existe la posibilidad de encontrar una vía
pacífica. Las mesas de negociación ofrecen un espacio para que las partes en conflicto
puedan expresar sus preocupaciones, encontrar puntos en común y llegar a acuerdos que
permitan poner fin.
Sin embargo, el diálogo no es una tarea fácil. Requiere voluntad política, compromiso y la
disposición de todas las partes para ceder en ciertos puntos. También requiere la participación
de mediadores imparciales que puedan facilitar las conversaciones y ayudar a encontrar
soluciones mutuamente aceptables.
En un mundo cada vez más complejo e interconectado, el diálogo se vuelve aún más crucial.
Los conflictos actuales, ya sean guerras civiles, disputas territoriales o enfrentamientos
ideológicos, exigen un enfoque pacífico y negociado. La historia nos enseña que la guerra
deja cicatrices profundas y duraderas, mientras que el diálogo ofrece la posibilidad de
construir un futuro más pacífico y próspero para todos.
Los diálogos siempre serán una vía, aunque el diálogo más importante será con uno mismo
para tener la paz anhelada.
@RaulSaucedo
rsaucedo@uach.mx

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