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Opinión

Opinión: Se nos va el año, por Nancy Toledo

Se acerca el final del año e inevitablemente tendemos a pensar en lo que fueron estos últimos 364 días… ¿qué hiciste con todo este tiempo?

Tranquilo. Respira antes de querer salir a reponer las horas de ejercicio que debiste hacer a lo largo de este año, antes de querer adoptar una mascota, leer tres libros y acomodar tu closet.

No lo hiciste y no hay por que entrar en pánico.

El 2020 aun tiene unos cuantos días para ti….y si algo nos ha enseñado este año pandémico es que los planes cambian y hay cosas que pueden esperar.

A veces hacer planes funciona, pero en el camino siempre hay algo diferente y te encuentras con miles de experiencias que te hacen disfrutar los nuevos rumbos que vas tomando. ¿O no?

Es cierto, la mitad de tu lista que hiciste antes de comenzar este año se quedo sin palomear; pero igual existe algo diferente en ti que hizo cosas nuevas y se propone muchas otras.

Voltea atrás y repasa todo lo bueno, lo divertido y lo inesperado que viviste en este tiempo. Seguramente te vas a notar que quien escribió aquella lista ni siquiera es la misma persona que hoy la está tratando de completar.

Así que deja el remordimiento atrás y aprovecha estos días para hacer lo que realmente importa… háblale a tus amigos, a tu abuelita, a tus hermanos, reza, termina el libro que empezaste, dale un beso a tu papás, quédate 5 minutos arropado en tu cama antes de salir al frio de la ciudad, prende una chimenea, tomate un chocolate con bombones, ¡agradece que sigues aquí! Y sí, también haz tu lista de propósitos para el año que viene… consciente que todo lo que planeas hoy, puede cambiar mañana.

Diciéndolo más sencillo: Disfruta tu año… que no se ha terminado y aun hay muchas cosas por hacer, ¡acábate el 2020 hasta el último minuto!. Y espera que el año que viene sea mejor.

Nancy Anahi Toledo Rascón
Instagram @eso.pienso
Facebook: Eso pienso

Opinión

La semilla. Por Raúl Saucedo

Libertad Dogmática

El 4 de diciembre de 1860 marcó un hito en la historia de México, un parteaguas en la relación entre el Estado Mexicano y la Iglesia. En medio de la de la “Guerra de Reforma», el gobierno liberal de Benito Juárez, refugiado en Veracruz, promulgó la Ley de Libertad de Cultos. Esta ley, piedra angular del Estado laico mexicano, estableció la libertad de conciencia y el derecho de cada individuo a practicar la religión de su elección sin interferencia del gobierno.

En aquel entonces, la Iglesia Católica ejercía un poder absoluto en la vida política y social del país. La Ley de Libertad de Cultos, junto con otras Leyes de Reforma, buscaba romper con ese dominio, arrebatándole privilegios y limitando su influencia en la esfera pública. No se trataba de un ataque a la religión en sí, sino de un esfuerzo por garantizar la libertad individual y la igualdad ante la ley, sin importar las creencias religiosas.
Esta ley pionera sentó las bases para la construcción de un México moderno y plural. Reconoció que la fe es un asunto privado y que el Estado no debe imponer una creencia particular. Se abrió así el camino para la tolerancia religiosa y la convivencia pacífica entre personas de diferentes confesiones.
El camino hacia la plena libertad religiosa en México ha sido largo y sinuoso. A pesar de los avances logrados en el lejano 1860, la Iglesia Católica mantuvo una fuerte influencia en la sociedad mexicana durante gran parte del siglo XX. Las tensiones entre el Estado y la Iglesia persistieron, y la aplicación de la Ley de Libertad de Cultos no siempre fue consistente.
Fue hasta la reforma constitucional de 1992 que se consolidó el Estado laico en México. Se reconoció plenamente la personalidad jurídica de las iglesias, se les otorgó el derecho a poseer bienes y se les permitió participar en la educación, aunque con ciertas restricciones. Estas modificaciones, lejos de debilitar la laicidad, la fortalecieron al establecer un marco legal claro para la relación entre el Estado y las iglesias.
Hoy en día, México es un país diverso en materia religiosa. Si bien la mayoría de la población se identifica como católica, existen importantes minorías que profesan otras religiones, como el protestantismo, el judaísmo, el islam y diversas creencias indígenas. La Ley de Libertad de Cultos, en su versión actual, garantiza el derecho de todos estos grupos a practicar su fe sin temor a la persecución o la discriminación.
No obstante, aún persisten desafíos en la construcción de una sociedad plenamente tolerante en materia religiosa. La discriminación y la intolerancia siguen presentes en algunos sectores de la sociedad, y es necesario seguir trabajando para garantizar que la libertad religiosa sea una realidad para todos los mexicanos.

La Ley de Libertad de Cultos de 1860 fue un paso fundamental en la construcción de un México más justo y libre. A 163 años de su promulgación, su legado sigue vigente y nos recuerda la importancia de defender la libertad de conciencia y la tolerancia religiosa como pilares de una sociedad democrática y plural.
Es importante recordar que la libertad religiosa no es un derecho absoluto. Existen límites establecidos por la ley para proteger los derechos de terceros y el orden público. Por ejemplo, ninguna religión puede promover la violencia, la discriminación o la comisión de delitos.
El deseo de escribir esta columna más allá de conmemorar la fecha, me viene a deseo dado que este último mes del año y sus fechas finales serán el marco de celebraciones espirituales en donde la mayoría de la población tendrá una fecha en particular, pero usted apreciable lector a sabiendas de esta ley en mención, sepa que es libre de conmemorar esa fecha a conciencia espiritual y Libertad Dogmática.

@Raul_Saucedo
rsaucedo@uach.mx

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