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Ciencia y Tecnología

Otorgan Nobel de Química a las creadoras de la edición del genoma

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La francesa Emmanuelle Charpentier y la estadounidense Jennifer Doudna han ganado el premio Nobel de Química 2020 “por el desarrollo de un método para la edición genómica”, según ha anunciado hoy la Real Academia de Ciencias Sueca.

Ambas investigadoras reciben el galardón por desarrollar la técnica de edición genómica CRISPR/Cas9 que funciona como unas tijeras moleculares que permiten localizar cualquier secuencia del código genético de cualquier animal, planta o microbio (CRISPR) y cortarlo (Cas9). Esta tecnología ha sido “revolucionaria” para las ciencias de la vida, está contribuyendo a desarrollar nuevas terapias contra el cáncer y puede hacer realidad la cura de muchas enfermedades hereditarias de origen genético, ha destacado la Academia.

Esta técnica le da a los humanos por primera vez la capacidad de dirigir la evolución de su especie, según explica Doudna (Washington D.C. 1964) en su libro Una Grieta en la Creación (Alianza). CRISPR permite editar el ADN nos solo de individuos actuales, sino de generaciones futuras, lo que abre un camino lleno de dilemas éticos. En 2018, CRISPR permitió la creación de los primeros bebés humanos editados genéticamente por el científico chino He-Jiankui en un experimento delirante por el que ha sido condenado a tres años de cárcel. Hace tan solo unas semanas un comité internacional de científicos alertaba de que aunque CRISPR es una técnica “todavía” insegura, la edición genética legal de los seres humanos en determinadas circunstancias es quizás inminente.

El comité del Nobel ha dejado fuera a otros científicos que contribuyeron a descubrir el CRISPR, que es el sistema inmune que utilizan muchos microbios para identificar a los virus y cortarlos en pedazos usando tijeras moleculares hechas de proteínas Cas. Entre ellos destaca el español Francis Mojica, que en 1992 estudió el CRISPR en microbios aislados de las salinas de Santa Pola e incluso les dio nombre.

El genoma de un ser vivo es una lista de miles de millones de letras de ADN que contienen toda la información necesaria para fabricar las proteínas que le permiten moverse, respirar, alimentarse. Mojica descubrió que el genoma de los microbios de Alicante estaba lleno de palíndromos: equivalentes a nombres como Ana que se leen igual hacia delante que hacia atrás. Entre ellos había secuencias de letras de ADN espaciadoras.

En 2003 Mojica sugirió que esos palíndromos y sus espaciadores tenían una función posiblemente protectora. Después se supo que era un catálogo de secuencias genéticas de virus que los microbios incorporan a su propio ADN para poder identificarlas. Cuando esto sucede, producen una secuencia genética complementaria a la del virus que se abrocha a ella como una cremallera e inicia el proceso molecular para que las tijeras Cas cercenen los fragmentos genéticos virales, parando la infección. Era un sistema inmune bacteriano cuyo descubrimiento, sin embargo, fue rechazado por importantes revistas científicas, que lo consideraron poco “novedoso e importante”. Dos años antes, Mojica acuñó las siglas inglesas de CRISPR, “repeticiones palindrómicas cortas agrupadas y regularmente espaciadas”. Su pareja le advirtió de que CRISPR le sonaba a nombre de perro, según recuerda con sorna el genetista Lluís Montoliu en su libro Editando genes: recorta, pega y colorea. Mojica explica que le comentó el nombre a su colega Ruud Jansen, de la Universidad de Utrecht, y este fue quien lo publicó por primera vez —reconociendo en parte el crédito a Mojica—.

“Es una noticia estupenda”, explica Mojica desde su despacho de la Universidad de Alicante. “Lo he parido, le he puesto nombre y ahora le han dado el Nobel; esto me da la vida» señala. El investigador reconoce que era muy difícil dar un Nobel al CRISPR en general, pues habría que reconocer por lo menos a unos 30 científicos que han participado en diferentes momentos. La Academia ha preferido centrarse en la herramienta concreta que desarrollaron Emmanuelle y Jennifer. “Ellas fueron las primeras en publicarla, pero los que demostraron que podía editar el genoma de células eucariotas y de mamíferos fueron Feng Zhang y George Church. Así que si miras un poco antes o un poco después ya te salen cinco nombres. Es una solución tan válida como otra cualquiera”, añade Mojica, que asume que aquí termina su carrera hacia el Nobel.

El comité del Nobel reconoce que en 2011 Emmanuelle Charpentier (Juvisy-sur-Orge, 1968) descubrió que una secuencia de ARN —la molécula mediadora que lee el ADN y lo transforma en proteína— en la bacteria Streptococcus pyogenes es esencial para que el microbio pueda cortar el ADN del virus y deshabilitarlo. Ese mismo año la francesa comenzó a colaborar con Jennifer Doudna, experta en ARN de la Universidad de California en Berkeley. Durante ese año y el siguiente se inspiraron en el sistema inmune microbiano para crear el CRISPR/Cas9, compuesto por dos secuencias de ARN cuyo objetivo era localizar y unirse a la secuencia exacta de ADN diana y la tijera Cas9, que la corta. Sus detalles se publicaron en Science en verano de 2012. Potencialmente, decían, esta herramienta permitía editar ADN con gran precisión y facilidad.

Fuente: El País

Ciencia y Tecnología

InodeIA presenta plataformas de inteligencia artificial con visión a 2026

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La empresa de tecnología InodeIA dio a conocer el desarrollo de nuevas plataformas basadas en inteligencia artificial que serán lanzadas al mercado en 2026 y que prometen transformar la manera en que operan empresas y gobiernos, al ofrecer soluciones prácticas para la mejora regulatoria, semáforos inteligentes, atención de denuncias ciudadanas y diversos procesos administrativos.

Durante la presentación se detalló que estas herramientas pueden ser implementadas tanto en el sector público como en el privado, con el objetivo de optimizar recursos, reducir costos y mejorar la toma de decisiones mediante el uso estratégico de datos.

Entre las plataformas presentadas se encuentran SilIA, DashboardsIA, InfluenIA, ConsultIA y ChatIA, cada una diseñada para atender necesidades específicas.

SilIA es un sistema de logística asistido por inteligencia artificial que permite el control eficiente de flotillas y el ahorro de combustible; DashboardsIA ofrece una visión de 360 grados sobre la operación de una organización; InfluenIA facilita la contratación de influencers para la promoción de campañas; ConsultIA analiza si la adopción de nuevas tecnologías es rentable para una empresa, ayudando a evitar gastos innecesarios; mientras que ChatIA permite gestionar y priorizar mensajes de WhatsApp, identificando los más relevantes o urgentes.

El director de InodeIA, Jaime Enríquez, destacó que la empresa desarrolla tecnología propia desde Ciudad Juárez, una apuesta que —dijo— demuestra la capacidad innovadora de la región y su talento local.

Asimismo, señaló que Ciudad Juárez cuenta con el potencial para convertirse en una de las primeras ciudades del país en modernizarse de manera integral mediante el uso de la tecnología, con miras a consolidarse en el corto plazo como una Smart City, donde la inteligencia artificial sea aliada del desarrollo urbano y la calidad de vida de la ciudadanía.

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