En el verano del 2017, Mónica Anahí Ramírez Pérez, de 17 años, solicitó su ingreso a la Escuela Normal Rural Mactumatzá. Aun con sus buenas calificaciones, fue rechazada. En un segundo intento, aceptó la condición de someterse al “curso de inducción” o “novatada” que organizan alumnos de la misma institución, pero no sobrevivió.
Durante un año, sus padres callaron la causa de su muerte, pero ahora, tras el fallecimiento de José Luis Hernández Espinosa, otro aspirante a entrar a la institución que tampoco lo logró por causas similares, decidieron contar la verdad.
Originaria del Barrio San Joaquín de Ocozocoautla, a 30 kilómetros de Tuxtla Gutiérrez, Mónica Anahí era una estudiante de preparatoria sobresaliente, casi de excelencia. Tanto, que su generación llevó su nombre.
Sin embargo, sus buenas calificaciones no bastaron para ingresar a la Normal Rural Mactumatzá. Ante el rechazo, su padre, Pedro Ramírez Hernández, maestro de esa misma escuela, rogó al comité estudiantil hasta que la aceptaron, pero bajo una condición: pasar el “curso de inducción” durante 20 días.
Junto a los otros 89 alumnos de nuevo ingreso, la joven llegó a la escuela para empezar las prácticas. Y ahí empezó la pesadilla. La obligaron a correr hasta el cansancio. Pedía agua, pero no le daban. El desayuno era solo frijol y arroz. Para beber, recibía agua con sal y por más que quería tomarla, terminaba por escupirla.
Por las noches dormía pocas horas. Y es que otros estudiantes llegaban con palos a golpear las puertas y ventanas de las habitaciones. El argumento: los de recién ingreso tenían que despertar rápido, salir y correr. Así eran las prácticas para reaccionar en caso de un operativo policiaco contra los normalistas.
Mónica Anahí fue obligada a cortar maleza durante horas con las manos sin protección y bajo el inclemente rayo de sol. “Pedía agua y no le daban. Y cuando le daban, era muy poca”, contó su madre, Araceli Pérez.
Tras la agotadora jornada, no le permitían ni bañarse y si, en cambio, tenía que ayudar a algunas de sus compañeras a asearse.
Cuando la aspirante a maestra sintió que ya no podía más con el curso, desertó. Salió de la Escuela Normal Rural con su mochila en la espalda. Pero apenas caminó unos pasos y cayó al suelo.
Mujeres que tienen un negocio de comida frente al plantel la cargaron y la subieron a un taxi. Aun no se sabe cómo, pero la joven logró llegar a su casa en Ocozocoautla.
La menor de las dos hijas de la familia Ramírez Pérez fue llevada al médico y ahí contó la historia de abusos que sufrió. Tras hacerle análisis de laboratorio, le diagnosticaron daño en los riñones. La falta de agua por varios días acabó con sus órganos internos.
Por la gravedad, fue llevada al Hospital “Dr. Gilberto Gómez Maza”, donde el 6 de agosto, falleció.
Sus padres se resignaron ante la pérdida. No obstante, a pocos días de que se cumpla un año de los hechos, se enteraron de la muerte de otro estudiante en condiciones similares. Entonces decidieron romper el silencio, exigir justicia por el fallecimiento Mónica Anahí y el cese de esas irregularidades en la Normal Rural Mactumatzá.
FGE llama a director y alumnos a declarar
Este jueves, el director de dicho plantel, Conrado Borráz, declaró en la Fiscalía General del Estado (FGE), a donde fue citado por la muerte del joven José Luis Hernández Espinosa, de 19 años, quien también fue víctima de los “cursos de inducción” o “novatadas”.
El directivo permaneció en la Fiscalía durante varias horas. De regreso, llevó consigo los citatorios para los estudiantes presuntamente implicados en dichas prácticas, quienes en los próximos días deberán acudir ante la autoridad de procuración de justicia de la entidad.
Hernández Espinosa era originario del municipio de Venustiano Carranza, hijo de comuneros de la Organización Campesina Emiliano Zapata-Casa del Pueblo, agrupación históricamente aliada a la Escuela Normal Rural.
Otros dos estudiantes, Ulises Jiménez de la Cruz y Sergio Ballinas Zambrano, se encuentran hospitalizados, en estado delicado, en el Centro Médico Muñoz de Tuxtla.
Los padres de uno de ellos, originarios de Motozintla, están desesperados y temen que su hijo muera o quede con insuficiencia renal de por vida. Los familiares ya interpusieron una denuncia penal ante la FGE.
En tanto, los alumnos de la Normal Rural Mactumatzá guardan hermetismo. Incluso, este jueves 26 no salieron a marchar con otros maestros y normalistas en demanda de justicia por sus compañeros del caso Ayotzinapa. Siguen resguardados, atrincherados en su escuela.
Fuente: Proceso