Si existe un producto altamente valorado en la casa de cualquier familia mexicana, ése es el Tupper. Un Godínez que se enorgullezca de serlo no puede llegar a la oficina sin llevar su recipiente con el recalentado del día anterior y pobre de aquel que no lo devuelva con la tapa correcta o, peor aún, que lo pierda, pues se meterá en serios problemas con su mamá.
Los hemos hecho parte de la cultura mexicana y una tradición de las cocinas y los recalentados. Decimos “¡pásame el tupper!” aun cuando se trate de un bote de helado que ahora ocupamos para guardar los frijoles refritos en el refrigerador.
Son parte del folclor mexicano y, como muestra, en la red circulan memes relacionados con ese valor que les hemos dado:
1. “Cuando tengas tu casa podrás hacer con tus Tuppers lo que quieras, a los míos los dejas ahí”: palabras de mamá.
2. Mamá, se me perdió la mochila.
No importa hijo, lo material se recupera.
Pero ahí traía mi Tupper, mamá.
3. Una mamá perdona todo, excepto que no le devuelvas su Tupper.
4. ¡Soy experto en software, hardware y Tupperware!
5. Si tan sólo mi paciencia durara como los Tuppers.
Seguramente Earl Silas Tupper, nacido el 28 de julio de 1907, ni siquiera se imaginó la manera en la que estos productos llegarían a cambiar la forma en la que concebimos el almacenamiento de los alimentos.
Porque no, no es lo mismo tener un traste que tener un Tupper. El traste se puede perder, lo puedes prestar, se puede quemar, pero el Tu-pper no. Al Tupper se le cuida y no sólo a él, sino al resto de su familia.
¿Quién se puede resistir a comprar más de un solo Tu-pper? Por supuesto que uno se lleva a la colección lo más completa que se pueda. Por lo menos de aquellos que, como matrushkas, se guardan uno dentro del otro hasta que ocpen el menor espacio posible.
Ideas bien conservadas
Nacido hace 110 años en una granja en Berlín, Nuevo Hampshire, Estados Unidos, Earl Silas Tupper trabajó en DuPont Chemical Company y ahí fue donde comenzó a investigar con las múltiples propiedades de los polímeros, especialmente con el polietileno.
Fundó la compañía de recipientes plásticos Tupperware para comida en 1938 y para 1946 salieron a la venta los primeros productos de Tupperware en tiendas y almacenes.
Hacia los cincuenta, las ganancias de la empresa de Earl Tupper comenzaron a aumentar rápidamente, a través del plan de mercadotecnia de Brownie Wise, con sus demostraciones en hogares, por lo que se convirtió en un hombre multimillonario.
Venta por catálogo
El inventor de estos productos nunca imaginó cómo revolucionaría los artículos de cocina, ni tampoco visualizó la forma en la que muchas mujeres se harían de una fuente de ingresos a través de la venta de catálogo, aunque en 1958 vendió la empresa a Rexall Drugs Corporation, que posteriormente devino en Dart Industries.
En las oficinas nunca falta la señora que vende los productos de Tupperware. Discretamente comparte su catálogo entre los compañeros quienes hacen sus pedidos y dependiendo del monto deberán abonar a su cuenta la cantidad que determinen de manera quincenal.
Curiosamente las ventas se incrementan hacia el 10 de mayo. ¿Qué hijo no se habrá lucido con una colección de Tupper con su mamá, despertando la envidia de tías y abuelas? Es el regalo que nunca te hace quedar mal.
Hacia el final de sus días, Earl S. Tupper se retiró a vivir a una isla comprada en propiedad en Costa Rica, tras haberse divorciado de su mujer y renunciado a la ciudadanía estadunidense. Su patente caducó en 1984, poco después de su muerte en Costa Rica.