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Opinión

PALABRAS DE VICTOR OROZCO al recibir la medalla al mérito «Victor Hugo Rascón Banda».

Estas son las palabras que pronucié al recibir la medalla al mérito cultural Víctor Hugo Rascón Banda otorgada por el Congreso del Estado de Chihuahua el pasado día 20 de agosto: 
«Acepto con intenso gusto y gratitud esta presea que ha tenido a bien otorgarme el Honorable Congreso de mi estado, cuyos paisaje

s físico y social, su pasado histórico, el habla de sus gentes, sus sabores, modos, triunfos y sufrimientos, han obrado sobre mis trabajos como una especie de fascinación. Unos escritores son cuativados por la vida y hazañas de algún personaje notable, yo puedo decir que el mío es el personaje colectivo del chihuahuense. Me he detenido en la construcción de sus instituciones, en sus guerras y revoluciones, como aquella cruel contra los apaches que ensangrentó a estas tierras durante un siglo, de la reforma liberal, generadora de nuestras emancipaciones fundamentales y la iniciada aquí en 1910 para acabar con los privilegios económicos, políticos y culturales. También he buscado las explicaciones y la orientación de las protestas sociales de nuestro tiempo, de los cambios políticos o las mutaciones varias sobrevenidas a raíz de los veloces procesos de industrialización y urbanización, portadores de riqueza en un extremo y de miseria en el otro. Se me ha estremecido la mano cuantas veces he escrito sobre la violencia infame padecida por los mexicanos y con particular saña los chihuahuenses durante este lustro, a cuyas resultas cientos de miles de huérfanos vagan en el desamparo.
Desde mis años adolescentes he buscado la congruencia entre el pensar y el actuar, quedándome a veces con magros o decepcionantes frutos, sobre todo en el ámbito de la política militante. Ello, sin embargo, no me ha llevado a inclinar la bandera de los principios, la cual sostengo en etapa de esta madurez-vejez tan fecunda que me ha tocado en suerte vivir, como en mis deslumbradores años de estudiante universitario. Creo en la libertad, como la única posibilidad al alcance de las personas para sacudirse las cadenas impuestas por todas las enajenaciones: religiosas, económicas, políticas o culturales y ser ellas mismas, creo también que todos debemos tener a lo largo de nuestra existencia las mismas oportunidades para crear y realizarnos. Y estoy persuadido que la historia, entre otras cosas, es una inacabable contienda de los pueblos para poner en acto ambas aspiraciones.
En mis reflexiones, sea sobre el pretérito o sobre el presente o en los deberes con mis oficios de maestro, analista, investigador o difusor de la cultura, he tratado de ser fiel a éste desiderátum, de la única manera posible: sin hacer concesiones a la represión de las ideas, a la impostura o a la mentira. Con tal vocación y para mi honra, recibo la Medalla al Mérito Cultural del Estado de Chihuahua “Víctor Hugo Rascón Banda”. Reitero mis agradecimientos, a los tres poderes del Gobierno del Estado, a los distinguidos integrantes del Jurado Calificador, a mis familiares y amigos presentes y a los ausentes. Muchas gracias a todos».

— 
VÍCTOR OROZCO  

vorozco11@gmail.com

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Opinión

La semilla. Por Raúl Saucedo

Libertad Dogmática

El 4 de diciembre de 1860 marcó un hito en la historia de México, un parteaguas en la relación entre el Estado Mexicano y la Iglesia. En medio de la de la “Guerra de Reforma», el gobierno liberal de Benito Juárez, refugiado en Veracruz, promulgó la Ley de Libertad de Cultos. Esta ley, piedra angular del Estado laico mexicano, estableció la libertad de conciencia y el derecho de cada individuo a practicar la religión de su elección sin interferencia del gobierno.

En aquel entonces, la Iglesia Católica ejercía un poder absoluto en la vida política y social del país. La Ley de Libertad de Cultos, junto con otras Leyes de Reforma, buscaba romper con ese dominio, arrebatándole privilegios y limitando su influencia en la esfera pública. No se trataba de un ataque a la religión en sí, sino de un esfuerzo por garantizar la libertad individual y la igualdad ante la ley, sin importar las creencias religiosas.
Esta ley pionera sentó las bases para la construcción de un México moderno y plural. Reconoció que la fe es un asunto privado y que el Estado no debe imponer una creencia particular. Se abrió así el camino para la tolerancia religiosa y la convivencia pacífica entre personas de diferentes confesiones.
El camino hacia la plena libertad religiosa en México ha sido largo y sinuoso. A pesar de los avances logrados en el lejano 1860, la Iglesia Católica mantuvo una fuerte influencia en la sociedad mexicana durante gran parte del siglo XX. Las tensiones entre el Estado y la Iglesia persistieron, y la aplicación de la Ley de Libertad de Cultos no siempre fue consistente.
Fue hasta la reforma constitucional de 1992 que se consolidó el Estado laico en México. Se reconoció plenamente la personalidad jurídica de las iglesias, se les otorgó el derecho a poseer bienes y se les permitió participar en la educación, aunque con ciertas restricciones. Estas modificaciones, lejos de debilitar la laicidad, la fortalecieron al establecer un marco legal claro para la relación entre el Estado y las iglesias.
Hoy en día, México es un país diverso en materia religiosa. Si bien la mayoría de la población se identifica como católica, existen importantes minorías que profesan otras religiones, como el protestantismo, el judaísmo, el islam y diversas creencias indígenas. La Ley de Libertad de Cultos, en su versión actual, garantiza el derecho de todos estos grupos a practicar su fe sin temor a la persecución o la discriminación.
No obstante, aún persisten desafíos en la construcción de una sociedad plenamente tolerante en materia religiosa. La discriminación y la intolerancia siguen presentes en algunos sectores de la sociedad, y es necesario seguir trabajando para garantizar que la libertad religiosa sea una realidad para todos los mexicanos.

La Ley de Libertad de Cultos de 1860 fue un paso fundamental en la construcción de un México más justo y libre. A 163 años de su promulgación, su legado sigue vigente y nos recuerda la importancia de defender la libertad de conciencia y la tolerancia religiosa como pilares de una sociedad democrática y plural.
Es importante recordar que la libertad religiosa no es un derecho absoluto. Existen límites establecidos por la ley para proteger los derechos de terceros y el orden público. Por ejemplo, ninguna religión puede promover la violencia, la discriminación o la comisión de delitos.
El deseo de escribir esta columna más allá de conmemorar la fecha, me viene a deseo dado que este último mes del año y sus fechas finales serán el marco de celebraciones espirituales en donde la mayoría de la población tendrá una fecha en particular, pero usted apreciable lector a sabiendas de esta ley en mención, sepa que es libre de conmemorar esa fecha a conciencia espiritual y Libertad Dogmática.

@Raul_Saucedo
rsaucedo@uach.mx

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