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Opinión

Partidocracia: el espejo de os pluris por Jaime García Chávez

Por: Jaime García Chávez 

Revisé las listas plurinominales y, por ende, me enteré quiénes van a ser diputados en la próxima legislatura local. En otras palabras, a quiénes se les donó una carretera pavimentada al Congreso sin necesidad de hacer campaña, ni obtener votos de manera directa. Se trata de la representación proporcional, teóricamente buena, pero que aquí se ha desvirtuado para convertirla en un sistema de prebrendas. Estas listas, teniendo a la vista los partidos que logran obtener pase de abordaje, es un buen espejo en el que se ve cuál es el Congreso que desea tener la partidocracia en general, y particularmente el duarteserranismo.
Inicio con lo que a mi juicio es más importante: Mario Vázquez Robles (presidente con licencia del Comité Directivo Estatal del PAN) optó por asegurar su posición, colocándose en primer lugar –seguido de Rocío Reza Gallegos, que iría por segunda ocasión al cargo– abandonando en los hechos la importancia que tiene conducir a un partido político que dice estar en una disputa real por la gubernatura del estado. El mensaje es más que obvio: habla mal del panista y nos recuerda un viejo adagio ranchero: no se vale dejar a nadie a la mitad del río. En todo caso optó por lo seguro y dejó de lado lo incierto.
Atisbando por el lado del serranismo, el PRI registró a Xóchitl Reyes Castro como un premio corporativo a la burocracia estatal. Nada nuevo. En segundo lugar, regresa Víctor Valencia de los Santos, baecista de hueso colorado y que ya dio muestras de lo que es capaz durante los negros años del gobierno de Patricio Martínez García. En el ámbito de los aliados del PRI, aparece por el PT, ni más ni menos y aunque usted no lo crea, Rubén Aguilar Jiménez; al parecer la fertilidad del padre no dio para colocar a una más de sus hijas.
El PRD que sigue los pasos del eterno líder cedepista, colocó a la sobrina preferida de Hortensia Aragón y exdiputada federal, Crystal Tovar Aragón. Anexo está –tampoco lo va a creer– Luis Pavel Aguilar Raynal, antiguo huésped del Cereso local del que salió ileso de una disputa precisamente con la hoy gerente del PRD, Hortensia Aragón Castillo.
El PANAL seguramente tendrá en María Antonieta Mendoza Mendoza y Juan Carlos Terrazas la cuota que les deja el PRI. En el MC, partidocráticamente Miguel Vallejo siguió la vía de pasar de la jefatura del partido a la posición que dejará un ciudadano sin honor: Fernando Mariano Reyes Ramírez.
Los de MORENA todavía están atrapados en los devaneos metafísicos de ver cómo aparentan ser los más demócratas. Quizás están revisando el modelo de una tómbola diseñada en Macuspana.
Finalmente, la que parece ser una black widow deja en el Verde a su pareja con la herencia plurinominal. Se trata de un tal Alejandro que al parecer está en la Gloria.
Los uninominales en las candidaturas congresionales no auguran cosas mejores. Pero al menos gastarán algo de suela, y eso sí, muchos litros de saliva.
?Si esta fuese una Casa de los Espejos de feria pueblerina, todo estaría exactamente distorsionado, retorcido. Como en efecto lo está.

 

Opinión

Francisco: el futbolista que soñaba con ayudar a los pobres. Por Caleb Ordoñez Talavera

En un mundo donde los líderes suelen subir al poder sobre pedestales dorados, Jorge Mario Bergoglio eligió las sandalias del pescador. Aquel argentino que un día fue arquero de fútbol, amante del tango y de los libros de Dostoyevski, se convirtió en Papa y jamás olvidó de dónde venía. Francisco no fue un pontífice cualquiera; fue un Papa de carne y hueso. De esos que uno siente que podría toparse en la fila de las tortillas, con una sonrisa serena y una mirada que, sin mucho ruido, te abraza el alma.

Francisco ha sido, sin lugar a dudas, el Papa más disruptivo en siglos. No porque haya roto dogmas —la estructura doctrinal sigue firme—, sino porque le dio un rostro distinto a la Iglesia Católica. Dejó de lado la solemnidad acartonada y abrazó la humildad. Cambió el papamóvil blindado por un Fiat, rechazó vivir en los lujosos aposentos vaticanos y optó por una residencia sencilla. El “Vicario de Cristo” en la tierra eligió la austeridad, no por estrategia, sino por convicción.

Pero su verdadera revolución fue moral y emocional. Francisco no gritaba desde el púlpito: escuchaba desde las banquetas. Su papado se volcó en los márgenes, allí donde duele el hambre, la exclusión y el olvido. Su voz fue trinchera para los migrantes, los pobres, los ancianos, los refugiados.

Muchos lo criticaron por “idealista”, como si eso fuera pecado. Pero Francisco no era ingenuo, era valiente. Sabía que sus llamados a la justicia social incomodaban a muchos en las cúpulas de poder, tanto eclesiásticas como políticas. Sin embargo, nunca dio marcha atrás. “Quiero una Iglesia pobre para los pobres”, dijo al iniciar su pontificado. Y no era una frase para los titulares: era su hoja de ruta.

En tiempos donde la migración se convirtió en moneda electoral, el Papa Francisco insistía en recordar lo esencial: los migrantes no son cifras, son personas. Los visitó en las fronteras de Europa, lloró con ellos, oró con ellos, los abrazó. Nunca usó una cruz de oro; la suya era de hierro, sencilla, como el corazón que la portaba.

No fue un teólogo de escritorio. Fue un pastor que olía a oveja. Supo enfrentarse al clericalismo con una sonrisa y un gesto firme. Habló de ecología cuando el mundo prefería mirar al petróleo, habló de inclusión cuando otros aún discutían si las puertas de la Iglesia debían estar abiertas. Fue reformador no porque cambiara leyes, sino porque cambió la conversación.

Y entre todas sus aficiones —el cine italiano, la literatura rusa, la cocina porteña— hay una que siempre lo delató como el más humano de los líderes: el fútbol. Fan acérrimo del equipo San Lorenzo, seguía los resultados con la emoción de un niño. Para Francisco, el fútbol era una metáfora del Evangelio: todos juntos, diferentes, pero con un solo objetivo. “Lo importante no es meter goles, sino jugar en equipo”, decía.

El balón lo extrañará. La pelota, esa esfera rebelde que tantas veces desafía la gravedad, ha perdido a uno de sus poetas silenciosos. No se sabe si en el Vaticano habrá canchas, pero estoy seguro de que Francisco supo lo que es gritar un gol desde el alma.

Su legado es más que palabras. Está en los corazones de quienes alguna vez se sintieron excluidos. Está en cada migrante al que se le extendió la mano, en cada comunidad indígena que se sintió escuchada, en cada creyente que volvió a mirar a la Iglesia con esperanza y no con miedo.

El Papa Francisco nos recordó que la fe sin amor es un cascarón vacío. Que la Iglesia, si no camina con el pueblo, se convierte en museo. Que el Evangelio no es para adornar discursos, sino para incomodar a los cómodos y consolar a los que duelen.

Francisco será recordado como el Papa de los gestos pequeños, de las palabras enormes, del corazón abierto. No hizo milagros, pero hizo lo más difícil: cambiar el alma de una institución milenaria con solo mirar a los ojos de los pobres y decirles: “ustedes son el centro”. Y en tiempos donde el cinismo dentro de la política y en todos los medios cotiza alto, eso es ya un milagro.

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