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Pide Egipto más tiempo para resolver tragedia aérea

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El jefe de la comisión de investigación del accidente del avión ruso, Aiman al Muqadem, aseguró hoy que todavía no se puede determinar la causa de la desintegración del aparato siniestrado el 31 de octubre en la península del Sinaí.

Los datos preliminares (de la investigación) no permiten aún determinar el motivo de la desintegración» del avión de la compañía rusa MetroJet, que se estrelló con 224 pasajeros a bordo, dijo el jefe de las pesquisas.

Al Muqadem ofreció esta rueda de prensa en medio de las crecientes sospechas del Reino Unido y de Estados Unidos de que el siniestro sufrido hace una semana por el Airbus A-321 fue causado por la explosión de una bomba.

La inteligencia británica informó ayer de que era probable que una bomba hubiera sido colocada en la bodega del avión, mientras que uno de los investigadores dijo a la televisión pública francesa France 2 que el ruido de una explosión se escucha claramente en las cajas negras.

Sobre este asunto, Al Muqadem se limitó a asegurar que «se escuchó en el último segundo (de la grabación registrada en las cajas negras) un sonido que requiere un análisis espectral (con un espectroscopio) para identificar su naturaleza».

Sobre las posibles causas del siniestro indicó que «todos los escenarios están sobre la mesa» y que la desintegración pudo ser provocada «por unas baterías en el equipaje de un pasajero, por fatiga en el cuerpo del avión o por la explosión de algo», que no determinó.

No obstante, insistió en que los investigadores todavía están en la fase de «recolección de información y datos» y que los restos del avión se van a trasladar a un lugar seguro en El Cairo para ser examinados por especialistas.

En cuanto a los detalles de la tragedia del Airbus A-321, en la que no hubo supervivientes, el responsable apuntó que el último registro de la altura del avión fue de 30 mil 888 pies y que el piloto automático estuvo activado hasta el final de la grabación registrada en las cajas negras.

También explicó que los restos se esparcieron a lo largo de trece kilómetros, lo que, según el experto, concuerda con la hipótesis de que el aparato se desintegró en pleno vuelo.

El jefe del equipo de investigación agregó que la grabación de la caja negra tiene una duración de 23 minutos y 14 segundos, que comienza en el momento del despegue del aparato del aeropuerto egipcio de Sharm al Sheij, a las 3.50 hora GMT (5.50 hora local), y que se detuvo a las 4.13 GMT.

Además de 29 expertos egipcios, en las investigaciones participan siete expertos rusos, seis de Francia, dos de Alemania y tres de Irlanda, a los que se han sumado 10 consejeros técnicos de Airbus y uno de la Evaluación Internacional de Seguridad en materia de Aviación (IASA, por sus siglas en inglés).

Horas antes el ministro egipcio de Exteriores, Sameh Shukri, criticó que su Gobierno «no recibió informaciones de inteligencia de otros países» sobre el siniestro del aparato.

Las informaciones que escuchamos hasta el momento no fueron comunicadas a los servicios de seguridad egipcios», subrayó el ministro en una comparecencia ante los medios.

El presidente ruso, Vladimir Putin, aceptó ayer la recomendación del Servicio de Seguridad de suspender los vuelos a Egipto y ordenó repatriar a sus ciudadanos que se encuentran en el país, unos 80 mil, una medida adoptada también por Reino Unido.

Fuente Excélsior , Foto Reuters

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Los retos de la Inteligencia Artificial ante un verano muy caliente

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El término “invierno de la inteligencia artificial” fue introducido por Roger Schank y Marvin Minsky en 1984, en la convención anual de la Asociación Norteamericana de Inteligencia Artificial (AAAI).

En ese encuentro advertían acerca de un probable estancamiento en el ámbito de la IA, caracterizado por una merma en el financiamiento y el entusiasmo hacia esta disciplina. La metáfora vino inspirada por el “invierno nuclear” del que se hablaba durante la Guerra Fría ante el riesgo de ataques con bombas atómicas, para ilustrar un periodo de declive, luego de una etapa de elevadas expectativas, respecto a las capacidades de la inteligencia artificial.

Cambio de narrativa

La revolución de la inteligencia artificial(IA) está marcando un antes y un después en diversas actividades profesionales, redefiniendo roles y automatizando ciertas funciones, particularmente aquellas caracterizadas por su repetitividad o la gestión de extensos volúmenes de datos.

Un informe del Departamento de Educación del Gobierno británico publicado a finales de 2023 evaluaba los posibles efectos de la IA en el mercado de trabajo de Reino Unido, señalando las debilidades de algunos puestos de trabajo. Algunos ejemplos que se encuentran en la línea de fuego de esta transformación tecnológica son: analistas de datos, periodistas, personal de back office, agentes bursátiles y traders, auditores y contables, consultores y analistas económicos, asesores financieros y analistas de riesgos financieros, entre otros.

IA y enriquecimiento global

McKinsey Global Institute ha examinado el impacto de la inteligencia artificial en campos como la economía y las finanzas, con un enfoque particular en su influencia en el ámbito laboral.

Los resultados de la investigación sugieren que, a pesar de los desafíos asociados con su adopción y absorción, la IA tiene el potencial de generar una actividad económica adicional a nivel global de entre 2,6 y 4,4 miles de millones de dólares anuales. Por ejemplo, el PIB español en 2021 fue de 1,4 mil millones de dólares. Esto aumentaría a nivel global el impacto de la inteligencia artificial en la economía entre un 15 y un 40 %.

El panorama de la IA ha experimentado un cambio significativo en los últimos años, con un marcado incremento tanto en su adopción como en la inversión por parte de las organizaciones. Desde 2017, la implantación de la IA se ha duplicado y actualmente más de la mitad de las empresas dedican más del 5 % de sus presupuestos para digitalización a esta tecnología.

Valor añadido e innovación

Ante el imparable avance de la inteligencia artificial, es momento de encarar la realidad: la entrada de la inteligencia artificial a las empresas afectará al trabajo de las personas, que deben reinventar su lugar en el mercado de trabajo.

Hay que evitar la llegada del “invierno del trabajo”: la formación de valor añadido y la habilidad de pensar de manera innovadora, lo que llaman “pensar fuera de la caja”, ya no son meros complementos sino requisitos indispensables para no verse relegados en sus funciones.

La innovación y la ética deben ir de la mano en este nuevo escenario, pero, sin una dosis de creatividad y aporte único, el desarrollo humano y el crecimiento profesional corren el riesgo de estancarse.

Este cambio de paradigma no admite términos medios: o los trabajadores se mantienen evolucionando constantemente o se quedarán atrás.

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