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Ponen en duda que las matemáticas sean universales

Un estudio realizado con indígenas yupno de Papúa Nueva Guinea pone en tela de juicio la noción de que todos los humanos tienen los mismos conceptos fundamentales sobre los números y el tiempo, indicó hoy la revista digital Public Library of Science (PLoS).

«Los antropólogos, los filósofos, los neurocientíficos han postulado que éstas son intuiciones universales, y nosotros mismos las damos por ciertas, como algo que siempre ha estado allí», dijo a Efe en una conversación telefónica Rafael Núñez, del Departamento de Ciencia Cognitiva en la Universidad de California.

«Y nosotros nos propusimos analizar esas hipótesis», añadió Núñez, con un postgrado y un doctorado en psicología por la Universidad Católica de Chile y la Universidad de Friburgo (Suiza).

El concepto de «correspondencia numérica» es el que permite, por ejemplo, que con sólo mirar la aguja en un dial sepamos que el tanque de gasolina del automóvil contiene tres cuartos, o la mitad de su capacidad de combustible.

O que la barra verde que se extiende en la pantalla de la computadora nos indique qué proporción se va descargando de un programa o un documento. Es la intuición por la cual, si hay una marca 0 (cero) en un punto y a cierta distancia otra marca 10, tenemos la noción de que el 5 está en la mitad

«La idea de que estos conceptos son universales corresponde al pensamiento eurocentrista», explicó Núñez.

Núñez y su equipo viajaron en 2009 acompañados de antropólogos al al valle Yupno, en la cordillera Finisterre, para hacer experimentos con los indígenas que habitan en esa remota zona de Papúa Nueva Guinea.

Es una comunidad muy aislada, sin electricidad, caminos y animales domésticos, pero «los yupnos tienen conceptos numéricos y palabras que expresan números hasta más allá del veinte», dijo.

Otra investigación similar realizada años atrás en la Amazonía se ocupó de indígenas que tienen palabras específicas para uno, dos, tres ó cuatro, pero más allá expresan las cantidades con expresiones como «mucho», «muchísimo» y «muchas veces mucho».

Aunque sí tienen números, los yupnos «no miden nada, no toman medidas para construir una casa por ejemplo», sino que «juntan los elementos, las ramas, los troncos, y los van moldeando de acuerdo al terreno, a las circunstancias».

Los yupnos que conocen sus números actúan correctamente si se les indica que junten cinco naranjas, o siete naranjas.

«Pero si se les presenta una vara con el número cero en un extremo y el 10 en el otro extremo, no tienen el concepto de que el tres debe estar cerca de la mitad entre el cero y el cinco», dijo el investigador.

«Tampoco miden el tiempo, no saben qué edad tienen porque no les interesa; los niños -dijo- son niños porque son niños, y luego van creciendo, y a alguna altura maduran y ya no son niños».

La noción supuestamente universal del tiempo, añadió, es una en la cual se entiende que hay un pasado, un presente y un futuro, y ésto se expresa «en un espacio egocéntrico: el pasado está detrás de nosotros y lo que está al frente es el futuro».

«Tenemos actividades motoras inconscientes, gestos, con los cuales indicamos que algo ocurrió en el pasado señalando con el pulgar hacia atrás sobre el hombro, y expresamos que algo ocurrirá haciendo gestos hacia adelante», continuó.

El equipo de Núñez quería determinar si eso es cultural y en 2006 hizo un estudio con indígenas aymaras en regiones andinas de Chile, Bolivia y Perú.

«Encontramos que para ellos existe el tiempo en espacio egocentrista… pero al revés: el pasado está al frente y el futuro detrás», pero sigue siendo una forma egocéntrica del espacio, del tiempo y quisimos probar si es universal».

Los investigadores se encontraron con «la sorpresa» de que los yupnos «espontáneamente organizan el tiempo fuera del cuerpo y lo relacionan con la inclinación del valle en el que habitan».

«Para referirse a algo que ocurrirá apuntan hacia la pendiente ascendente del valle; para algo relacionado con el pasado apuntan cuesta abajo», explicó.

«Los yupnos tienen una construcción topográfica del tiempo, y términos para señalar que algo ocurrirá en un futuro cercano o más distante, señalando más arriba o no tan arriba en el valle», concluyó.

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Desaparece en Disneyland y aparece días después en un bote de basura en Mexicali: el misterioso caso de Annie Encino

Una adolescente estadounidense de 16 años fue localizada con vida dentro de un contenedor de basura en Mexicali, Baja California, días después de haber desaparecido en el parque Disney California Adventure, en Anaheim. El caso ha despertado preocupación e interrogantes en ambos lados de la frontera, especialmente por el silencio mediático en México y las lagunas que aún rodean su cruce hacia territorio nacional.

Annie Kathleen Encino desapareció el pasado 20 de abril tras una discusión con su familia dentro del parque temático. Fue vista por última vez alejándose sola, lo que activó una Alerta Amber en Estados Unidos. Sin embargo, esa alerta nunca cruzó a territorio mexicano, dejando a la opinión pública del país sin conocimiento de su desaparición… hasta que la historia dio un giro tan insólito como alarmante.

Días después, una llamada anónima al 911 alertó a la policía municipal de Mexicali sobre la presencia de una menor dentro de un bote de basura. Al llegar al sitio, los oficiales encontraron a la joven en condiciones que no han sido detalladas, pero confirmaron su identidad. El consulado de Estados Unidos fue notificado de inmediato y su madre viajó a la ciudad fronteriza para identificarla y llevarla de regreso.

Hasta ahora, las autoridades mexicanas no han informado cómo fue que Annie cruzó la frontera sin documentos, sin acompañantes y sin ser detectada. Tampoco han revelado si fue víctima de trata, secuestro, abuso o si viajó voluntariamente con ayuda de terceros. La Fiscalía de Baja California mantiene abierta una investigación para esclarecer los hechos.

Lo que sí queda claro es que algo falló en los mecanismos de cooperación fronteriza. Ni la alerta internacional funcionó, ni hubo un protocolo binacional que permitiera actuar a tiempo. La aparición de una menor estadounidense en un contenedor de basura, en una ciudad donde los casos de desapariciones no son novedad, pone una vez más bajo la lupa la crisis de seguridad y el flujo irregular entre ambos países.

Mientras se esperan más detalles oficiales, el caso de Annie Encino evidencia que incluso en un entorno supuestamente seguro como Disneyland, la vulnerabilidad de los menores puede terminar en una historia digna de una serie policiaca.

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