La manifestación sorpresiva de los choferes de camiones urbanos que terminó en un enfrentamiento contra elementos policiales frente a Palacio de Gobierno, sin duda que pasará a la historia, ya que nunca se había presentado un “tú por tú” entre ciudadanía y policía (no contemos a narcos ni a sicarios).
Videos del percance completo corrieron como agua en las redes sociales, mientras que en algunos medios de comunicación solo se mostraron seleccionadas escenas de la riña, en la que afortunadamente no hubo muertos ni heridos graves, pero sí detonaciones de arma de fuego.
Son comprensibles las razones de enojo de los choferes quienes no vieron por ningún lado las condiciones favorables de la puesta en marcha del ViveBús, pues no los querían liquidar y todavía les pidieron que renunciaran a cambio de una posible contratación en el nuevo sistema de transporte, lo que suponía una posible trampa.
Sin embargo, no se justifica la afectación a la circulación -de por sí ya desquiciada- ni a los usuarios del transporte que tuvieron que pedir «ride» a familiares, policías, tránsitos o de plano agarrar el carísimo servicio de taxis, ante la falta de rutas que los hicieran llegar a sus destinos.
Tampoco se justifica que hayan empleado la violencia para hacerse escuchar, pues ya tenemos suficientes asesinatos, robos, secuestros como para que las calles se conviertan en campos de batalla. Pero aquí los que empezaron el ataque ni siquiera fueron los choferes, no, fueron los izquierdosos que se manifestaban contra la réplica del Mausoleo de Villa.
De plano que los YoSoy132, morenos, estudiantes, intelectuales y los que se unieron contra la construcción del capricho de Duarte, se colgaron de la bola que hacían los choferes para darle eco a su manifestación y comenzar la agresión contra policías. Sabemos que sin el respaldo de otra bolita de inconformes, el reclamo de la izquierda se hubiera quedado en eso, como siempre, pero se envalentonaron.
Los que también metieron sus narices fueron algunos militantes del PAN encabezados por su dirigente municipal, Miguel La Torre, quien nada tenía que ver con las causas pero que sí quería protagonizar en los actos contra el gobierno. Choferes manifestaron que los blanquiazules trataron de encender la llama para provocarlos y agredir a las fuerzas de seguridad.
Y no es que el PAN ahora defienda las causas justas, si lo hiciera hubiera protestado contra la carnicería de Felipe Calderón, lo que quiere es reprochar todas las acciones del gobierno priista pues aunque haya sido a la mala y con compra de votos, el PRI los aplastó rotundamente en las pasadas elecciones y eso les arde.
De repente a los panistas les sale lo revoltoso, recordemos cuando trataron de tomar Palacio de Gobierno por las acusaciones contra Juan Blanco y el Pony Lara, pero estas solo tienen que ver con sus intereses, no con los de la gente. El PAN nunca ha estado cercano a la ciudadanía, ni siquiera de manera hipócrita como el PRI.
Lo que también es triste es que el gobernador César Duarte tenga que esperar hasta las últimas consecuencias de sus descabelladas ideas para ponerles freno ¿de plano nomás con violencia entiende este señor? Ya dijimos que no se justifican los medios utilizados para llamar la atención, podrían haber organizado mesas de diálogo, pero de que lograron el fin que buscaban, lo lograron.
En un acto de sensatez, Duarte cedió y canceló la obra del Mausoleo de Villa pues no quería más alboroto en las calles. El exdiputado Jaime García Chávez, quien movió la protesta contra la construcción de la obra, expresó su logro vía redes sociales, uno de los pocos líderes rescatables de la izquierda chihuahuense, no tan visceral como otros, pero que al final a veces su afán de protagonismo le gana.
Lo bueno fue que a los que no les ganó tanto el uso de la fuerza fue a los policías, ya que si bien agredieron a los manifestantes con golpes y gas lacrimógeno, no hubo muertos ni heridos de gravedad como podría haber sucedido. Lo que sí es que no están preparados para una situación como esta; el terror en sus caras fue visible cuando los manifestantes los rodearon y comenzaron a aventarles piedras.
En lo que respecta a las exigencias de los choferes, parece que ya llegaron al acuerdo de que tendrán la opción de ser liquidados bajo los términos de la ley o que se les respetarán los años de antigüedad. Muchos camioneros llevan hasta 30 años en servicio y no sería justo que así porque así se les haga renunciar sin siquiera recibir un peso a cambio.
Algunos dicen que su protesta más allá de lograr llegar a acuerdos de liquidación, se trató de negociar el aumento de precio al trasbordo del ViveBús, el cual ya se aprobó: el costo del primer viaje será de seis pesos, el segundo de dos y el tercero será gratis. Digan lo que digan, la ciudadanía no verá un ahorro en sus bolsillos y tampoco un traslado más rápido en la ciudad, al menos a corto plazo.
El descontento fue casi total por parte de los usuarios que comenzaron a utilizarlo este domingo sin saber siquiera las rutas troncales ni los costos específicos, pues el precio del trasbordo se informó de manera oficial después de iniciado el arranque de operaciones ¡Todo un caos! Las primeras horas de funcionamiento se recibieron 270 quejas, ahí usted juzgue…
Se supone que el ViveBús traerá más agilidad al tráfico vehicular, y esperemos que así sea, pero por lo pronto ya lo bautizaron: inició con un choque que dejó seis lesionados. No podemos negar que la ciudadanía carece de cultura de transporte público pues en Chihuahua la mayoría tiene carro, pero precisamente por eso deberían haber impulsado una campaña de culturización y conscientización del uso de este tipo de transporte.
El equipo de trabajo del ViveBús sin duda que tendrá un montón de chamba por delante, así que a ponerse las pilas porque la gente anda eriza y quiere ver resultados positivos a corto o, al menos, mediano plazo. La situación está tensa en Chihuahua y las autoridades tendrán que abrirse al diálogo si no quieren más actos violentos como el de la semana pasada.
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