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Putin planea una Unión Soviética ‘light’

En el conflicto que Ucrania desató entre Occidente y Rusia no solo está en juego el futuro de Crimea, sino el futuro del orden internacional.
Hace algunas semanas, Crimea era un lugar remoto al que los historiadores conocían como el centro de una guerra en la década de 1850. Sin embargo, se volvió repentinamente un punto geopolítico álgido en un conflicto entre Rusia y Occidente que parece salido de un libro de estrategias de la Guerra Fría.
El gobierno ruso elevó radicalmente las apuestas con una anexión de facto de esta región que alberga una importante base naval rusa y en donde la mayoría de la población se inclina por Rusia (aunque una minoría considerable, incluidos los cosacos, está sólidamente unida a Ucrania).
No está claro si el presidente de Rusia, Vladimir Putin, cree que este es apenas el primer paso al que podría seguir una invasión de otras partes del sur y el este de Ucrania.
Lo que está claro es que Rusia no se retirará pronto.
Unión Soviética light
Las tácticas y estrategias de la anexión de facto ya se dejaron ver en las regiones de Abjasia y Osetia del Sur, en Georgia, tras la guerra contra Rusia en 2008; es muy probable que volvamos a verlas en Crimea. Tras la máscara de la legalidad, la región quedará básicamente bajo el control total de Rusia.
La dirigencia actual del Kremlin nunca aceptó que Ucrania, que logró su independencia en 1991, sea un Estado soberano. Consideran que Ucrania se encuentra dentro de su esfera de influencia, lo que significa que Rusia cree que Ucrania debe pedir permiso al gobierno ruso en lo que concierne a asuntos importantes.
El plan general de Putin es recrear alguna especie de «Unión Soviética light», una red de países bajo el control de Moscú con el objetivo de impulsar la posición geopolítica de Rusia. Ucrania es la piedra angular de ese proyecto.
No obstante, la caída del presidente Yanukóvich y el triunfo del movimiento popular Maidan en Ucrania dejaron ver a Rusia que está perdiendo el control de Ucrania y que su gran estrategia no va a ninguna parte.
Mientras el nuevo gobierno en Kiev parece comprometido a profundizar los lazos con la Unión Europea, Putin ha perdido los medios indirectos de control, por lo que decidió usar la fuerza armada para recuperar a Ucrania o al menos negarle a Occidente el triunfo, según su punto de vista.
El gobierno ruso siempre ha considerado que Ucrania es un país satélite, pero Occidente ha ignorado constantemente el riesgo de que Rusia recurra a las armas en ese país.
Sí, existe el precedente de la guerra en Georgia, pero en ese entonces Rusia al menos tenía argumentos para respaldar su historia de intervención humanitaria, además de que la facción georgiana perdió el valor y tomó medidas preventivas.
Además, Estados Unidos y la Unión Europea estuvieron más que dispuestos a aceptar la versión rusa de los hechos y siguieron haciendo negocios como siempre.
La situación de Ucrania es distinta en varios aspectos. Primero, no había tensiones étnicas graves que pudieran servir de pretexto para una intervención rusa. En segundo lugar, Ucrania se encuentra entre la Unión Europea y Rusia, lo que significa que Occidente simplemente no puede ignorar una agresión de parte de Rusia a causa de la proximidad geográfica. En tercer lugar, la Unión Europea ya está muy involucrada en Ucrania.
En el caso de Ucrania, Occidente no aceptará la historia de Rusia. El usar la fuerza y violar la soberanía de Ucrania es un caso de agresión demasiado obvio. Sin embargo, Putin debe haber considerado que a pesar de que el precio de desafiar a Occidente por Ucrania no sea demasiado alto, Occidente no se unirá para reaccionar duramente.
Grietas en Occidente
¿Está en lo correcto? Se pueden ver indicios del desacuerdo respecto a la respuesta adecuada. El ministro del Exterior de Alemania, Frank-Walter Steinmeier, manifestó el domingo sus dudas acerca de la propuesta de excluir a Rusia del G8. La táctica del gobierno alemán es seguir actuando como si Rusia fuera un socio constructivo al que hay que hacer entrar en razón por medio del diálogo intenso.
Mientras que Alemania quiere traer a Rusia de vuelta al camino de la virtud, otros actores creen que ha llegado el momento del castigo. Washington prepara medidas para intensificar las presiones económicas. Sin embargo, en la Unión Europea no hay consenso respecto a cuál será la reacción adecuada.
Occidente no está cerca de adoptar una postura uniforme ni de emitir una respuesta poderosa. Peor aún, en vez de dejar a un lado sus diferencias, las grietas de Occidente son demasiado visibles y envalentonan a Putin.
Se puede asumir que la reacción de Occidente está trazando el rumbo que Putin tomará. Rusia teme al aislamiento y a las represalias económicas. El dinero que permite que la dirigencia rusa emprenda costosas y arriesgadas aventuras de política exterior proviene en gran parte de la Unión Europea en forma de pagos por el petróleo y el gas. Una parte considerable de las inversiones de la élite rusa también se encuentran en la Unión Europea.
Sin embargo, no parece que Occidente esté aprovechando su ventaja. Esta precaución puede resultar contraproducente. Podría animar a Putin a ir más allá de la anexión de facto de Crimea y tratar de quitarle partes aún mayores a Ucrania.
Los políticos occidentales deben actuar en consecuencia y entender qué es lo que está en riesgo.
Si Rusia va más allá de Crimea, existe el riesgo de que estalle una guerra con Ucrania. Ningún gobierno puede quedarse mirando mientras otro país invade su territorio.
Actuar como un imperio
Más allá de Ucrania, el conflicto también es un momento decisivo para el futuro de la política exterior de Rusia. Si el gobierno ruso tiene éxito en Ucrania, llegará a la conclusión de que puede actuar como un imperio. Un imperio no tiene fronteras ni respeta las fronteras de los demás.
El pretexto de proteger a los supuestos ciudadanos rusos podría usarse en contra de muchos países. Si la operación en Ucrania tiene éxito, asustará a muchos de los países vecinos y los incitará a tratar de sobornar a Rusia.
La seguridad fronteriza y la soberanía son principios esenciales del orden mundial y están consagrados en la Carta de las Naciones Unidas y en otros documentos, muchos de los cuales Rusia ha firmado. Rusia es accionista en este sistema y su pertenencia al Consejo de Seguridad de la ONU es un elemento importante que asegura su posición como potencia.
A Rusia también le interesa insistir en la santidad de las fronteras ya que tiene un vecino poderoso en el sureste: China. Rusia no puede poner en tela de juicio la soberanía de los demás sin arriesgar la propia.
Vacío de poder
En Ucrania está en juego algo más que la región.
Si Estados Unidos y la Unión Europea aceptan que Rusia tome ese territorio, debilitarán las bases del orden internacional actual que nació de las cenizas de la Segunda Guerra Mundial y que se consagraron en la Carta de las Naciones Unidas.
La carta pretende evitar precisamente una situación en la que los Estados poderosos ponen las condiciones de acuerdo con sus propios intereses y los débiles no tienen más opción que aceptar.
Si un Estado puede invadir a otro sin que lo ataquen, sin tener un mandato internacional y el claro respaldo de las normas internacionales (como la responsabilidad de proteger), las bases del orden internacional actual estarán en riesgo.
Anteriormente, Estados Unidos promovía y garantizaba el orden impuesto por la ONU. Al asumir el rol de un cuasi soberano mundial y enfrentarse a grandes amenazas, a veces violó este mismo principio. Pero se trató de excepciones al rol en general beneficioso que Estados Unidos asumió como promotor de un orden democrático liberal.
Actualmente, Washington ha disminuido su huella en el mundo ya que sus contribuyentes ya no están dispuestos a llevar la mayor carga por mantener el orden mundial.
El Kremlin detectó un vacío de poder e intervino.
Ahora Occidente debe decidir si aceptará las nuevas reglas que Rusia impone en su vecindario o si tiene el poder y la fuerza para defender un orden que ha propiciado décadas de libertad, seguridad y prosperidad.140303155802-ukraine-military-armed-men-story-top

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Acontecer

El gran baile. Por Raúl Saucedo

La democracia en juego

El 2024 será un súper año electoral en el mundo. Por primera vez, cerca de 100 países celebrarán elecciones de todo tipo. 50 de ellas serán presidenciales, según los últimos datos del Banco Mundial, estos territorios concentran la mitad de la población global, aproximadamente 4.000 millones de personas. Seis países de América Latina elegirán presidente y, además, habrá comicios presidenciales en los Estados Unidos.

Paradójicamente, los resultados de esas elecciones podrían ser una demostración de la salud de la democracia en todas sus latitudes, El contexto global actual está marcado por la desconfianza en las instituciones y la desinformación que influye en el discurso público, sumado a la llegada de nuevas tecnologías como la IA regenerativa, que empeora los riesgos existentes y reduce las barreras para contribuir al ecosistema de la información. También hay crecientes tensiones internacionales, incluida los conflictos belicosrecientes y una mayor disposición de los políticos a enfrentar a sus ciudadanos contra otras naciones para obtener beneficios políticos.

Estas elecciones mundiales de este año mostrarán si la gente continúa dando la espalda a las normas democráticas y buscando alternativas, o si van a corregir el rumbo al ver los peligros del camino por el que vamos. Hay muchos riesgos; el más crítico es que estamos experimentando una tendencia global de fuerte declive de la democracia como estructura de gobierno ideal en la cabeza de la gente, sumada a la aceptación de líderes que están imponiendo sus propias agendas en lugar de servir a los intereses colectivos.

En el marco de este gran baile democrático es importante resaltar algunas elecciones que será de suma importancia por si impacto, político, económico y social, tales como:

USA

La revancha de Trump en Estados Unidos hacia el mes de noviembre. Donald Trump, favorito en la contienda republicana, buscará representar a su partido, mientras enfrenta múltiples batallas legales, incluidas dos acusaciones federales. Del lado demócrata, Joe Bien es el actual presidente y ya anunció que buscará su reelección, se convierte así en el candidato en ejercicio.

MÉXICO

México elegirá en junio de 2024 a su primera presidenta, después de que Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez se ubicasen como las favoritas de la contienda electoral. Aunque no son las primeras mujeres que aspiran a la presidencia de México (otras seis ya lo hicieron) sí son las primeras que logran consensuar el apoyo de los principales partidos políticos en el país.

Claudia Sheinbaum competirá por el oficialista Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) y sus partidos aliados, del Trabajo (PT) y Verde Ecologista de México (PVEM). Del lado de la oposición, Xóchitl Gálvez será la candidata del Frente Amplio por México, una coalición que agrupa a los partidos Acción Nacional (PAN), Revolucionario Institucional (PRI) y de la Revolución Democrática (PRD).

Se trata de una elección con final abierto en la que el tráfico de drogas, el crimen organizado y la migración hacia EE.UU. dominarán la agenda política.

EL SALVADOR

Nayib Bukele irá por su reelección, pese a los cuestionamientos de la oposición, que asegura que al menos cinco artículos de la Constitución prohíben al candidato ir por un segundo mandato.

La Corte Suprema, de mayoría oficialista, estipuló que para evitar que un presidente que opte a la reelección no prevalezca en el cargo debe dejarlo seis meses antes de que inicie el nuevo periodo. Debido a eso, Bukele pidió una licencia desde el 30 de noviembre para dedicarse a la campaña electoral.

Tras cuatro años en el cargo, Bukele va por su reelección con altos niveles de popularidad, construida principalmente en torno a sus políticas en materia de seguridad, según algunas encuestas como la de Cid Gallup. Sin embargo, defensores de los derechos humanos en el país y en el extranjero cuestionan sus métodos porque consideran que los mismos violan los derechos humanos.

VENEZUELA

Venezuela también votará en 2024, Del lado del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), recientemente fue el mismo Nicolás Maduro —en el poder hace 10 años, desde la muerte de Hugo Chávez— quién puso su candidatura en cuestión, al decir en una entrevista que era «prematura» una definición de ese tipo.

La Comisión Nacional de Primaria de Venezuela (CNP) proclamó a María Corina Machado como la ganadora de las primarias opositoras hacia las elecciones.

Sin embargo, Machado está inhabilitada por una medida impuesta por la Contraloría General de Venezuela por supuestamente no incluir en su declaración jurada de patrimonio el pago de bonos de alimentación. La dirigente opositora insiste en que la inhabilitación es ilegal.

PARLAMENTO EUROPEO

Después de cinco años, el Parlamento Europeo irá a las urnas entre el 6 y el 9 de junio de 2024, para una nueva reconfiguración que podría cambiar el destino del bloque. Los nueve países que votarán por sus eurodiputados este año deberán esperar, según los expertos, que continúen las tendencias a la fragmentación política y las dificultades para construir mayorías.

También el desencanto con los partidos tradicionales y con la política en términos generales generará, como lo viene haciendo hasta ahora, el surgimiento o reforzamiento de partidos marginales, muchos de ellos de línea dura, como es el caso de Vox en España. También es posible que, paradójicamente, avancen las posiciones euroescépticas en el próximo Parlamento del bloque europeo.

Puntualmente, estas elecciones serán una oportunidad para el ascenso de partidos populistas, que están en contra de la inmigración y los de extrema derecha en Francia, Alemania y Bélgica, entre otros países.

RUSIA Y UCRANIA

El conflicto de Rusia en Ucrania cumplió dos años este 24 de febrero, y las elecciones en ambos países funcionarán como un termómetro de ambos lados que podría definir el rumbo del conflicto de aquí en adelante.

En el caso de Rusia, Putin no posee rivales serios, debido a que su oponente más destacado, Pero la votación de esta primavera será un importante ritual público para el líder del Kremlin, que se asegurará el poder hasta el final de la década.

Aunque 2024 era el año previsto para las elecciones presidenciales en Ucrania, todavía hay dudas sobre la pertinencia de su celebración en medio de un conflicto que está a punto de ingresar en su tercer año.

En cualquier caso, el presidente Volodymyr Zelensky se enfrentará a una escasez de municiones y equipos, mientras intenta navegar sobre las dificultades de un mundo que ha sumado un nuevo conflicto —el de Israel y Hamas, en Medio Oriente— y sobre las divisiones en los países de sus aliados occidentales, fundamentalmente en EE.UU. y Europa.

INDIA

La India celebrará las elecciones más importantes del mundo —en términos demográficos— durante abril y mayo.

Se espera que el actual primer ministro, Narendra Modi, junto con su partido nacionalista hindú Bharatiya Janata (BJP), consigan un tercer mandato con una política popular pero religiosamente divisiva. A pesar de los problemas relacionados con la inflación y el poder adquisitivo, Modi goza de un amplio apoyo entre la mayoría hindú de la India basado en el patriotismo y una política exterior segura. Los críticos responden que el espíritu fundacional de la India, alguna vez secular y democrático, está pasando a un segundo plano y que las minorías se sienten inseguras.

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Como puede ver apreciable lector, esta columna es la mas extensa en mis letras, como así de extensa es la democracia a nivel mundial, como se aprecia hay mucho en juego en este gran baile, pero soy un fiel devoto de que la democracia real se hace en los barrios y colonias de todo el mundo, en la toma de decisiones simples donde el ciudadano se empodera realmente, donde hace efectiva su necesidad y donde los factores externos dejan el protagonismo para darle lugar a la necesidad primaria, a finales del año realizaremos una retrospectiva sobre los resultados de estos comicios y las miras al 2030.

@Raul_saucedo

rsaucedo@uach.mx

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