Es un círculo al que muchos quieren pertenecer. Pero sólo unos cuantos lo han logrado.
Se trata de la categoría de «Pueblos Mágicos», un grupo de comunidades mexicanas que han conservado su arquitectura original, tradiciones, historia y cultura.
En principio se trata de una etiqueta para promover el turismo en esos lugares.
Pero no es sólo eso. Pertenecer a este exclusivo club permite acceder a presupuesto para obras públicas y seguridad, por ejemplo.
Eso es algo que muchos municipios necesitan en el país. Y por eso la designación causa polémica.
Actualmente existen 111 Pueblos Mágicos. La mayoría fueron elegidos en el gobierno pasado (2006-2012).
Especialistas dicen que no todos merecen seguir en esa lista, y que otros nunca debieron incluirse.
Ya se trabaja en eso, le dice a BBC Mundo Alberto Colorado, director adjunto de Gestión de Destinos de la Secretaría de Turismo (Sectur).
«Estamos evaluando. Va a haber pueblos que dejen de estar y otros serán amonestados», explica.
Ganancias
De acuerdo con la Sectur, un Pueblo Mágico es una localidad que «a través del tiempo y ante la modernidad, ha conservado su valor y herencia histórica cultural».
El programa inició en 2001, y durante los primeros años de operación fueron pocas las comunidades designadas.
Originalmente la idea era que los visitantes a algún centro turístico conocieran los pueblos cercanos, que generalmente se encontraban en condiciones económicas difíciles.
Fue una manera de generar recursos para esas comunidades, y también de aumentar la oferta turística.
Al principio las condiciones para alcanzar esa categoría eran contar con algún atractivo histórico o religioso, accesos carreteros y encontrarse cerca de otro destino más importante.
También se solicitaba la cooperación de pobladores y comerciantes locales para dar un buen trato a los turistas.
Hasta 2009 sólo 32 comunidades habían cumplido los requisitos. Pero después la cantidad aumentó hasta llegar a 83 en 2012.
Otros 28 recibieron el nombramiento el pasado 26 de septiembre.
«No hubo mano negra»
Cuando un pueblo es designado como «mágico» los gobiernos estatal y federal se encargan de las obras que incrementen su atractivo, las que no tienen costo para la autoridad local.
Por ejemplo, se pintan las fachadas de las casas, se da mantenimiento a los monumentos patrimoniales, mejora la red eléctrica y de drenaje.
Algunos especialistas calculan que el turismo aumenta sustancialmente tras la designación.
Por ejemplo algunos casos como el pueblo minero Real de Catorce en San Luis Potosí el incremento fue de 1.300%.
En este escenario algunos ven otras razones para otorgar los nombramientos.
«Se ha vuelto un tema político», le dice a BBC Mundo Jorge Hernández, presidente de la Federación Mexicana de Asociaciones Turísticas (Femar).
Pero Colorado, el director de la Sectur, lo niega. El nombramiento, dice, es resultado de cuatro procesos de análisis, que en el caso de las últimas 28 designaciones incluyó una convocatoria abierta en la que participaron 150 localidades.
Estas comunidades debieron cumplir 10 requisitos –el doble solicitado a los primeros pueblos designados–, que incluyen manejo de residuos sólidos y planes de seguridad, por ejemplo.
Luego se realizaron visitas a las comunidades. Y tras esta evaluación se aplicó una proyección económica para determinar el potencial a futuro de los pueblos aspirantes.
«No hubo mano negra, todo fue transparente. Se privilegiaron las cuestiones técnicas sobre las políticas», afirma el funcionario.
Privilegios
Sin embargo, algunos cuestionan el énfasis que se ha dado a los Pueblos Mágicos en los últimos años, por encima de otros atractivos.
«En México tenemos 10 ciudades que son Patrimonio de la Humanidad y no se hace una promoción más fuerte», recuerda el presidente de Femar.
«Finalmente ofrecen más atractivos que un Pueblo Mágico».
Según Jorge Hernández, algunas de estas localidades no tienen instalaciones de hospedaje, lo cual limita la posible derrama económica que puedan obtener.
Es parte de un proceso en marcha, insiste el funcionario de Sectur. Hasta hace poco el mayor atractivo de México eran los destinos de sol y playa, algo que ahora se pretende modificar.
«Lo que hacemos es diversificar la oferta turística poniendo valor nuestros atractivos gastronómicos, de naturaleza y de cultura», explica.
«Todo eso ofrecen los Pueblos Mágicos. Es cultura viva».
Fuente BBC