Los días 28 de cada mes, los seguidores de San Judas Tadeo lo festejan. Por toda la ciudad, miles de personas viajan con sus imágenes de este apóstol para llevarlas a iglesias y conmemorar el día de su natalicio, aunque la mayor de las conmemoraciones se realiza cada año, específicamente el 28 de octubre, en uno de los sitios religiosos más importantes de la capital del país, al lado de la Basílica de Guadalupe y la Catedral Metropolitana: el Templo de San Hipólito.
Este santo de “las causas difíciles” fue uno de los menos mencionados en las escrituras, pero en la actualidad es uno de los más queridos, pues algunos feligreses aseguran que los protege, cuida y cumple sus peticiones a cambio de las mandas que deben pagar.
Se dice que fue hijo de Cleofás y posiblemente hermano de otro apóstol, Santiago el Menor. Su nombre esta compuesto por dos palabras. Judas, una palabra hebrea que significa “alabanzas sean dadas a Dios”; y Tadeo, “valiente para proclamar su fe” u “hombre de pecho robusto”. Aunque algunos registros le han colocado más nombres (motivo por el cual lo llamaron “el de los tres nombres”), el más conocido es San Judas Tadeo.
Durante la última cena de Jesús, es el último apóstol nombrado. Aunque se desconoce cómo llegó a este evento, se sabe que formó parte del llamado “tercer grupo de apóstoles”, en el que también se encontraban Simón el Cananeo y Judas Iscariote.
Un documento publicado por la Congregación para el Clero podría aclarar esta cercanía, pues se dice que San Judas Tadeo y Jesús eran muy unidos. Según el escrito, Cleofás (su padre) se casó con María de Cleofás, hermana de la Virgen María, después de enviudar de su primer matrimonio del que nació Tadeo. Por lo tanto, Santiago el Menor y Judas serían primos de Jesús.
Para la tradición occidental, este personaje cumplió con su misión de evangelizar Mesopotamia. Al finalizar, se reunió con Simón el Cananeo para predicar la palabra en Persia. Sus días culminaron en el año 62, cuando fue martirizado en Suamir al aplastarle la cabeza con una maza para, posteriormente, seccionarla con un hacha. Por esta trágica muerte, en las imágenes se le representa con alguna de estas armas.
No obstante, la versión del Vaticano es algo diferente, ya que su llegada a Suamir no fue para predicar, sino que llegaron ahí arrestados, con la finalidad de rendirle culto a Diana, diosa de la Caza, en el Templo del Sol, donde también renegarían de Cristo. Sin embargo, San Judas Tadeo se negó y aseguró que se trataba de un “falso ídolo pagano y en ese mismo instante, dos demonios salieron del templo, destruyéndolo”. Su muerte llegó cuando la gente que vio esta escena lo golpeó en la cabeza y lo decapitaron con un hacha.
A San Judas Tadeo se le atribuye la Epístola de Judas, una de las cartas del Nuevo Testamento, la cual no está dirigida a ninguna persona o templo particular, pues sólo le pide a los cristianos “luchar valientemente por la fe que ha sido dada a los santos”, así como alejarse del libertinaje.
En una entrevista, el padre Sergio Román explicó por qué se le conoce como el santo de las causas perdidas, pues las personas, al ver que nadie le pedía nada, comenzaron a hacerlo, pues “tenía pocos asuntos por atender. Su popularidad se extendió en 1929 en Estados Unidos, cuando la economía de aquel país vivió uno de sus momentos más terribles.
En México su popularidad “explotó” en 1980, especialmente a los barrios populares de la capital. Jóvenes y adultos lo comenzaron a adorar al grado de “convertir” el templo de San Hipótilo, patrono de la CDMX, a ser el recinto oficial de la celebración anual de San Judas Tadeo, la cual abarrota las calles aledañas a este recinto con fiesta, comida y miles de personas cada 28 de octubre para conmemorar un natalicio más.