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Quino cumple 80 años y lo que adora es la libertad

BUENOS AIRES, Argentina, 17 de julio.- Joaquín Salvador Lavado, «Quino», el «padre» de Mafalda, cumple hoy 80 años y confiesa que su creación favorita no es la niña rebelde que le hizo famoso en todo el mundo sino la pequeña Libertad, un personaje que incorporó al final de la tira.

Rodeado de familiares y amigos, Quino ha elegido la localidad mendocina de Luján de Cuyo, a más de 1.000 kilómetros de Buenos Aires, para celebrar en la intimidad su 80 aniversario.

Los años «no pasan, se te quedan en el cuerpo», apunta el genial caricaturista en una entrevista con el diario Clarín, en la que admite que se siente a los 80 años «como un arquero que no sabe por dónde le entró la pelota».

Explica que sus problemas visuales le limitan a la hora de dibujar y prefiere disfrutar su tiempo con la música, el cine y la gastronomía.

«Para qué gastarme en que se me ocurran cosas que después no puedo dibujar. Es como si un tenor tiene problemas con las cuerdas vocales», añade.

El «padre» de Mafalda confiesa que, después de dibujar a su pequeña heroína durante diez años, se sintió mejor con el personaje de Libertad, la hija de padres hippies a la que incorporo a la tira en su etapa final.

«Libertad ofrecía muchas más posibilidades. A Mafalda la dibujé desde que empezó hasta que terminó la tira, durante diez años. En cambio a Libertad la dibuje al final de la tira y, claro, con ese personaje me siento mejor», agrega en la entrevista con el diario argentino.

Joaquín Lavado nació en Mendoza, en el seno de una familia de emigrantes españoles, el 17 de julio de 1932, estudió Bellas Artes pero pronto se decantó por la caricatura.

Comenzó a publicar la tira de Mafalda en 1964 en el semanario «Primera Plana» sin imaginar que esta niña irónica, preguntona y preocupada por la paz mundial se convertiría en un símbolo de rebeldía.

Cansado de la pequeña Mafalda, Quino dejó de hacer la tira en 1973, pero recuperó el personaje para ilustrar campañas en favor de los derechos de la infancia.
En 2009 anunció que dejaba de dibujar por un tiempo para evitar repetirse.

Durante su larga trayectoria, Quino ha publicado varios libros y ha recibido numerosas distinciones, como el «Romics de Oro», máximo galardón que otorga el Festival de Cómic y Animación de Roma, en su edición de 2011, y el II Premio Iberoamericano de Humor Gráfico Quevedos.

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Revive la espectacular inauguración de los juegos olímpicos de Paris 2024

Con el Sena como escenario y el espectáculo aguado por la lluvia, París 2024 repasó los hitos de la historia de Francia siguiendo a un misterioso encapuchado que portaba la llama, con momentos de protagonismo para la Revolución, la literatura, el cine y un homenaje a mujeres como Simone Veil o Simone de Beauvoir.

El espectáculo concebido por Thomas Jolly se dividió en doce segmentos que se fueron sucediendo desde la salida de la delegación de Grecia, desde el puente de Austerlitz, a la cabeza de los 85 barcos que transportaron a las 205 delegaciones olímpicas.

La inspiración de ‘La vie en rose’ primero y Lady Gaga después, con un número de cabaret, fueron la primera gran actuación musical, antes de llegar entre acrobacias a la zona de la catedral de Notre-Dame (aún cerrada por la restauración del incendio que sufrió en 2019), con un guiño a la literatura de Victor Hugo y a su popular personaje Quasimodo.

‘Los miserables’, ‘La libertad guiando al pueblo’ y ‘La Gioconda’ -que a pesar de ser el cuadro mejor custodiado del Louvre, llegó a manos de los minions de la saga ‘Despicable Me’- fueron otras obras artísticas icónicas de la cultura francesa que tuvieron sus momentos de protagonismo a medida que el desfile cruzaba la ciudad.

Fue al paso del encapuchado (de aspecto similar al protagonista de la saga de videojuegos Assassin’s Creed) con la llama por la Conciergerie, un palacio donde estuvo prisionera María Antonieta, cuando sonaron las guitarras más potentes de la noche para recordar la Revolución francesa.

La voz de Marina Viotti y el grupo metalero Gojira se encargaron de recordar la ira del pueblo con la canción revolucionaria ‘Ah, ça ira’, en uno de los momentos más vibrantes del espectáculo.

La lírica la puso después la ópera ‘Carmen’, del francés Georges Bizet, y también la mezzosoprano Axelle Saint-Cirel al cantar el himno de Francia, ‘La marsellesa’, desde el tejado del imponente Grand Palais, que ha sido restaurado para poder acoger varias de las pruebas olímpicas de París 2024.

Ese momento solemne se aprovechó para homenajear a grandes mujeres de la historia, como la escritora e icono feminista Simone de Beauvoir, la política Simone Veil (que impulsó la legalización del aborto en Francia), la cineasta Alice Guy o la pionera del deporte femenino Alice Milliat.

La moda, el cine y la francofonía

La lengua de Molière también tuvo su espacio con la actuación de la franco-maliense Aya Nakamura (la artista más escuchada actualmente en francés en todo el mundo), que interpretó dos de sus grandes éxitos acompañada por la Guardia Republicana ante el Instituto de Francia.

La moda, con un desfile de talentos emergentes -para no olvidar que París es la gran pasarela mundial y capital de la alta costura- , y un recordatorio de la invención del cine por parte de los hermanos Lumière fueron otros pasajes destacados de la noche.

Más internacional fue el capítulo dedicado a Europa al ritmo de ‘The Final Countdown’ (del grupo sueco Europe) y el mensaje de paz que lanzó desde una isleta artificial la cantante Juliette Armanet con una versión de ‘Imagine’.

Un caballero plateado que hizo todo el recorrido a galope sobre el agua -cuando los últimos atletas habían llegado ya a la parada final, el puente de Jena entre la torre Eiffel y los jardines del Trocadero- sirvió en la recta final para hacer repaso de la historia del olimpismo moderno, que también tiene raíces francesas gracias al barón Pierre de Coubertin.

Ese jinete llevó la bandera de los cinco anillos para ser izada frente a la torre Eiffel antes de que se escuchara el himno olímpico, los discursos oficiales y la declaración de apertura, que correspondió como es tradicional al jefe de Estado del país anfitrión, en este caso Emmanuel Macron.

El encapuchado con la llama llegó justo después, para entregársela al futbolista Zinedine Zidane, quien a su vez se la entregó al tenista español Rafael Nadal -desatando un pequeño momento de locura en el Trocadero- para llevarla de vuelta hacia el museo del Louvre junto a otras tres leyendas del deporte: Serena Williams, Nadia Comaneci y Carl Lewis.

Fueron finalmente los franceses Marie Jose Perec y Teddy Riner los encargados de prender el pebetero, un globo aerostático que se elevó al cielo en Tullerías, mientras en lo alto de la torre Eiffel hacía su aparición triunfal la canadiense Céline Dion, cantando el ‘Hymne à l’amour’ de Edith Piaf, con un portentoso chorro de voz pese a la grave enfermedad neurológica que padece.

https://www.youtube.com/live/S7_0QuGodtE?si=4UG224KKUr8y0R5b

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