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Opinión

REALPOLITIK. Por Raúl Saucedo

Rincones Democráticos

A nivel mundial, la relación entre el mundo de las organizaciones y/o instituciones en el que hacer político ha sido históricamente un tema de debate y análisis. Se podría, por ejemplo, destacar la idea de una imagen de colectivos de ellas cohesionado en una sola voz y en una sola posición política, pero ello queda lejano de la realidad. Losorganismos que son los representantes de algún sector, a análisis de algunos, no son una expresión meramente democrática, ni representan a la mayoría de los agremiados.En realidad, son estructuras muy verticales (mas que los partidos políticos), muy pocas participativas en la Demos y generalmente conducidas por un reducido grupo de miembros que, por su agenda propia o estrategia, deciden involucrarse en cuestiones políticas.

La mayoría de los miembros de las organizaciones sepreocupan más por los problemas cotidianos que enfrentan sus instituciones, como la obtención de permisos, la resolución de trámites, pagos de facturas, obtención de créditos, que por influir en las decisiones políticas y agendas nacionales. Así, mientras las cúpulas de los sectores participa en estos organismos por visibilidad pública o estrategia, sus intereses políticos suelen ser secundarios o incluso irrelevantes. Lo que se podría llegar apresentar como una voz unificada en un tema en especifico de los sectores, es quizá en realidad, una construcción basada en una minoría que tiene acceso a los recursos y contactos necesarios para posicionarse en el ámbito político.

En la mayoría de los países, las organizaciones de los sectores reflejan dinámicas de poder aún más restringidas. Los líderes ó representantes suelen ser parte de élites locales que se turnan en el liderazgo, sin un proceso amplio de consulta o participación entre los miembros. Esto genera una desconexión entre las necesidades reales y las decisiones que toman quienes se autoproclaman como sus representantes.

Existen algunos casos de conglomerados específicos quehan demostrado ser actores influyentes en las agendas políticas de varios países, utilizando su poder económico para moldear decisiones gubernamentales en su favor. Desde el cabildeo y las donaciones políticas hasta las redes de corrupción y el favoritismo, estos grupos han influido en la legislación y políticas públicas, a veces a costa de la equidad y la transparencia democrática. Aunque su participación es parte de la dinámica de poder en muchospaises, este tipo de influencia plantea desafíos importantes para el buen funcionamiento de la democracia, ya que puede distorsionar las prioridades políticas en favor de intereses corporativos, dejando a un lado las necesidades de la población en general.

Para que las organizaciones o instituciones sean más democráticas, es esencial fomentar la participación activa de todos sus miembros en la toma de decisiones. Esto puede lograrse a través de mecanismos transparentes de consulta, votaciones inclusivas y la creación de espacios donde se escuchen y valoren diferentes opiniones. Además, es importante promover la rendición de cuentas claras, asegurando que los líderes respondan ante sus comunidades y estén sujetos a evaluaciones periódicas. La inclusión de diversas voces, especialmente las de minorías, también contribuye a que las instituciones sean más representativas y justas en sus decisiones.

Mientras estas reflexiones son plasmadas y espero la hora exacta del medicamento para por fin salir del BedOfficeobligatorio de esta semana, hago los votos necesarios para que los rincones democráticos sean eso, pero quizá es el jarabe para la tos quien me hace alucinar..

@Raul_Saucedo

rsaucedo@uach.mx

Opinión

La urna. Por Raúl Saucedo

Lo que se viene

La próxima semana, México se adentra en un territorio inexplorado en su historia democrática: la elección directa de jueces, magistrados y ministros. Un experimento audaz que, aunque revestido de buenas intenciones, plantea desafíos logísticos y políticos de magnitudes considerables. La promesa de un poder judicial más cercano al pueblo, más transparente y menos susceptible a las influencias partidistas, choca de frente con la complejidad inherente a un proceso electoral de esta naturaleza.

La idea de que los ciudadanos elijan a quienes impartirán justicia resuena con fuerza en un país donde la desconfianza hacia las instituciones es palpable. Sin embargo, transformar esa aspiración en realidad práctica exige superar obstáculos que van desde la logística hasta la información. ¿Cómo garantizar que millones de votantes conozcan a fondo los perfiles de los candidatos, sus trayectorias y sus posturas ante temas cruciales? La campaña electoral, con sus tiempos limitados y sus recursos restringidos, se antoja insuficiente para lograr una difusión efectiva.

La urna, ese símbolo de la democracia, se convierte ahora en el escenario de una decisión compleja. A diferencia de las elecciones para cargos ejecutivos o legislativos, donde las plataformas políticas y las promesas de campaña son más accesibles, la elección de jueces y magistrados demanda un conocimiento técnico y jurídico que escapa al ciudadano promedio.

¿Cómo evitar que la votación se convierta en un mero ejercicio de popularidad, donde los nombres más conocidos o los rostros más mediáticos se impongan sobre la idoneidad y la experiencia?

La logística electoral también representa un reto mayúsculo. La organización de una elección a nivel nacional, con miles de candidatos y millones de votantes, exige una coordinación impecable. ¿Cómo asegurar la transparencia y la equidad en un proceso donde la vigilancia y la fiscalización se multiplican exponencialmente? La sombra del fraude y la manipulación, siempre presente en los debates electorales, se cierne con mayor intensidad sobre una elección de esta naturaleza.

Más allá de los desafíos logísticos, la elección del poder judicial plantea interrogantes sobre su independencia y su imparcialidad. ¿Cómo evitar que los jueces y magistrados electos se conviertan en rehenes de los intereses políticos que los impulsaron? ¿Cómo garantizar que su lealtad se mantenga incólume ante las presiones y las demandas de los grupos de poder? La línea entre la legitimidad democrática y la politización de la justicia es delgada y peligrosa.

Este experimento democrático, sin duda, marcará un hito en la historia de México. Su éxito o fracaso dependerá de la capacidad de las instituciones y de la ciudadanía para superar los desafíos y aprovechar las oportunidades. La transparencia, la información y la participación serán los pilares de un proceso que, de salir bien, podría fortalecer la democracia y la justicia en el país.

Mientras tanto yo seguiré viendo en mis redes sociales las fotografías y entrevistas de lo que pareciera hace más de 15 años campañas técnicas universitarias y de lo que hoy de tanta cantaleta se convierte en realidad “El Futuro de México”

@RaulSaucedo

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rsaucedo@uach.mx

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