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Retiran 30 productos para el cabello por tener sustancia cancerígena

Más de 30 productos para el cabello de Procter & Gamble (P&G) fueron retirados voluntariamente del mercado por contener una sustancia cancerígena.

El retiro de los 32 productos incluye a marcas como Pantene, Herbal Essences y Old Spice, entre otras, que son fabricados en Estados Unidos y vendidos principalmente en Norteamérica.

Los shampoos secos y acondicionadores secos contenían un nivel inesperado de benceno, un químico que puede causar enfermedades, incluido cáncer, una vez que la persona experimenta una alta exposición a la sustancia, detalla la BBC .

La sustancia cancerígena se encuentra en los combustibles para motores y algunas industrias lo utilizan para fabricar plásticos y resinas. Hay un riesgo mayor de padecer leucemia cuando una persona ha estado expuesta a altos niveles de benceno.

El gigante de los productos para el hogar dijo que el benceno no es un ingrediente activo en sus productos y que los niveles detectados no deberían causar efectos adversos a la salud.

Los clientes que compraron alguno de los productos para el cabello retirados del mercado pueden solicitar reembolso, anunció la compañía.

A principios de 2020, las farmacias estadounidenses retiraron los protección solar de Johnson & Johnson (Neutrogena y Aveeno) después de que la empresa dijera que había detectado benceno en algunos de sus productos.

¿Dónde podemos encontrar el benceno?
De acuerdo con los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de EUA (CDC, por sus siglas en inglés), la población está expuesta al benceno en espacios cotidianos como gasolineras.

En el aire interior, el benceno proviene de productos que contienen pegamentos, pinturas, cera para muebles y detergentes. Una fuente importante de exposición al benceno es el humo del tabaco.

Opinión

Emilia Pérez: Una Mirada Cuestionada sobre México Por: Sigrid Moctezuma

En un mundo donde el cine es tanto un arte como una poderosa herramienta de representación cultural, las películas que abordan la identidad de un país llevan consigo una gran responsabilidad. Tal es el caso de Emilia Pérez, una cinta que, aunque prometía ser un relato innovador, ha generado un torrente de críticas por su visión estereotipada y su superficialidad al retratar la cultura nacional.

Descrita por sus creadores como un “narco-musical”, Emilia Pérez sorprendió al ganar cuatro Globos de Oro, lo que dejó en evidencia una desconexión entre las audiencias internacionales y la percepción mexicana. Mientras en el extranjero se celebra como un experimento cinematográfico audaz, aquí ha sido criticada por perpetuar clichés culturales que parecen sacados de una postal turística, ignorando las complejidades del México actual. Aunque su mezcla de comedia, drama y música despertó curiosidad inicial, para muchos terminó siendo un recordatorio de cómo los estereotipos siguen dominando la narrativa global.

Uno de los puntos de mayor desagrado ha sido la manera en que la película aborda temas sensibles como la identidad de género y la narcocultura. Si bien es positivo que estas cuestiones tengan espacio en la narrativa cinematográfica, en Emilia Pérez se sienten tratadas con una ligereza que no honra su trascendencia. Los personajes, en lugar de reflejar matices reales, se convierten en caricaturas que difícilmente conectan con el público.

Las críticas no solo vienen de los espectadores, sino también de sectores especializados en cine y cultura. Se ha señalado que la película parece diseñada para un público extranjero que consume el «México pintoresco», mientras ignora las voces y experiencias auténticas que definen al país. Lo que representa una oportunidad desperdiciada para proyectar un discurso que sea fiel a nuestra riqueza cultural y social.

Este fenómeno no es nuevo en el cine. Muchas producciones internacionales han intentado capturar supuestamente nuestra esencia, pero terminan cayendo en la trampa: el mariachi omnipresente, las cantinas llenas de tequila y la violencia gratuita. Emilia Pérez, desafortunadamente, parece sumar su nombre a esta lista.

No obstante, este tipo de reacciones también abre un espacio importante para la reflexión. La discusión que surge de estas películas pone sobre la mesa la necesidad de que seamos nosotros quienes contemos nuestras propias historias, desde múltiples perspectivas. Es imperativo que el relato cinematográfico internacional comience a escuchar más atentamente las voces locales y trabajen en colaboración para evitar simplificaciones que diluyan nuestra esencia.

En un mundo donde las plataformas digitales hacen que el cine viaje más rápido que nunca, la responsabilidad de representar adecuadamente a un país se vuelve aún más crucial. La recepción de Emilia Pérez debería servir como un recordatorio de que no somos un concepto único y fácil de definir, sino una amalgama compleja de historias, tradiciones y modernidades.

Quizá, en el futuro, podamos ver más producciones que tomen este desafío en serio, dejando de lado las visiones simplistas. Porque México, con todas sus luces y sombras, merece ser contado con verdad y profundidad.

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