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Reyes Baeza contra priistas corruptos “No somos tapadera de nadie”

*No somos tapadera de nadie: Reyes Baeza

 

Tras su renuncia en el ISSSTE Reyes Baeza habló fuerte contra los malos priistas y defendió a su partido “Los que se equivocan no son las instituciones, quien se equivoca debe de responder ante las autoridades competentes y que sean ellas quienes investiguen y sancionen conforme a derecho”, señaló.

Esta mañana ante un auditorio abarrotado en la capital del Estado de Chihuahua, el exfuncionario federal y ahora precandidato por el PRI a un escaño en el Senado de la República, fue claro en su discurso y dijo tener la conciencia tranquila y regresa a su estado con la frente en alto a recorrerlo como cuando pidió el voto para ser gobernador y reiteró “si alguien se equivoca se tiene que hacer responsable de sus actos”, indicó.

“Nos pronunciamos enfática y categóricamente en contra de malos actores políticos del pasado, no somos ni seremos tapadera de nadie, pero tampoco seremos jueces o magistrados para estar sentenciado a cualquier persona”, enfatizó.

José Reyes Baeza Terrazas se convirtió en el precandidato al Senado en primera formula, acompañado de Georgina Zapata Lucero y recorrerá esta entidad gobernada ahora por quien fue su adversario político en la candidatura por el Gobierno de Chihuahua, Javier Corral.

Reyes Baeza apostó al diálogo y a eliminar los agravios, siendo coherente con la personalidad que lo distingue.

Finalmente sobre José Antonio Meade Kuribreña, precandidato a la presidencia de la República, aseguró que por mucho, es el mejor candidato y de probada experiencia, “yo lo conozco como muchos de ustedes, es un hombre probo, que tiene la experiencia necesaria para gobernar el país de la mejor manera”, acotó.

Opinión

Emilia Pérez: Una Mirada Cuestionada sobre México Por: Sigrid Moctezuma

En un mundo donde el cine es tanto un arte como una poderosa herramienta de representación cultural, las películas que abordan la identidad de un país llevan consigo una gran responsabilidad. Tal es el caso de Emilia Pérez, una cinta que, aunque prometía ser un relato innovador, ha generado un torrente de críticas por su visión estereotipada y su superficialidad al retratar la cultura nacional.

Descrita por sus creadores como un “narco-musical”, Emilia Pérez sorprendió al ganar cuatro Globos de Oro, lo que dejó en evidencia una desconexión entre las audiencias internacionales y la percepción mexicana. Mientras en el extranjero se celebra como un experimento cinematográfico audaz, aquí ha sido criticada por perpetuar clichés culturales que parecen sacados de una postal turística, ignorando las complejidades del México actual. Aunque su mezcla de comedia, drama y música despertó curiosidad inicial, para muchos terminó siendo un recordatorio de cómo los estereotipos siguen dominando la narrativa global.

Uno de los puntos de mayor desagrado ha sido la manera en que la película aborda temas sensibles como la identidad de género y la narcocultura. Si bien es positivo que estas cuestiones tengan espacio en la narrativa cinematográfica, en Emilia Pérez se sienten tratadas con una ligereza que no honra su trascendencia. Los personajes, en lugar de reflejar matices reales, se convierten en caricaturas que difícilmente conectan con el público.

Las críticas no solo vienen de los espectadores, sino también de sectores especializados en cine y cultura. Se ha señalado que la película parece diseñada para un público extranjero que consume el «México pintoresco», mientras ignora las voces y experiencias auténticas que definen al país. Lo que representa una oportunidad desperdiciada para proyectar un discurso que sea fiel a nuestra riqueza cultural y social.

Este fenómeno no es nuevo en el cine. Muchas producciones internacionales han intentado capturar supuestamente nuestra esencia, pero terminan cayendo en la trampa: el mariachi omnipresente, las cantinas llenas de tequila y la violencia gratuita. Emilia Pérez, desafortunadamente, parece sumar su nombre a esta lista.

No obstante, este tipo de reacciones también abre un espacio importante para la reflexión. La discusión que surge de estas películas pone sobre la mesa la necesidad de que seamos nosotros quienes contemos nuestras propias historias, desde múltiples perspectivas. Es imperativo que el relato cinematográfico internacional comience a escuchar más atentamente las voces locales y trabajen en colaboración para evitar simplificaciones que diluyan nuestra esencia.

En un mundo donde las plataformas digitales hacen que el cine viaje más rápido que nunca, la responsabilidad de representar adecuadamente a un país se vuelve aún más crucial. La recepción de Emilia Pérez debería servir como un recordatorio de que no somos un concepto único y fácil de definir, sino una amalgama compleja de historias, tradiciones y modernidades.

Quizá, en el futuro, podamos ver más producciones que tomen este desafío en serio, dejando de lado las visiones simplistas. Porque México, con todas sus luces y sombras, merece ser contado con verdad y profundidad.

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