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Opinión

Rumores. Por Raúl Saucedo

El desafío de las expectativas

La reciente victoria electoral de la Dra. Claudia Sheinbaum Pardo marca un hito en la historia de México al convertirse en la primera mujer en ocupar la presidencia del país. Este logro no solo representa un avance significativo en términos de igualdad de género, sino que también plantea grandes expectativas sobre cómo conformará su gabinete presidencial. Las especulaciones abundan, y la atención se centra en los posibles nombramientos en áreas clave como Relaciones Exteriores, Justicia y Economía, así como en el compromiso de incluir a mujeres en al menos la mitad de los puestos del gabinete.

Uno de los aspectos más esperados de la próxima administración de Sheinbaum es la de un gabinete paritario. Nombrar a mujeres en los cargos del ejecutivo no solo sería un gesto simbólico, sino una acción concreta para promover la igualdad de género en los niveles más altos del gobierno. Este enfoque no es nuevo para Sheinbaum, quien durante su gestión como Jefa de Gobierno de la Ciudad de México ya había implementado políticas progresistas en favor de las mujeres. Un gabinete paritario podría inspirar a otros países y convertirse en un modelo a seguir en la región.

En el ámbito de Relaciones Exteriores, la expectativa es que Sheinbaum nombre a una figura que combine experiencia diplomática con una visión progresista que refleje los valores de su próxima administración. La política exterior de México, bajo su mandato, podría enfocarse en fortalecer las relaciones con América Latina, promover los derechos humanos y la cooperación internacional en temas como el cambio climático.

El nombramiento de los titulares con vínculos a la impartición de Justicia será crucial para la administración de Sheinbaum, especialmente considerando los desafíos que enfrenta México en términos de seguridad, agenda de género y derechos humanos. Se espera que Sheinbaum elija a alguien con un fuerte compromiso con la justicia social y con compromiso para la inminente Reforma judicial.

En el ámbito económico, la próxima presidenta deberá equilibrar las expectativas de crecimiento económico con la necesidad. El recién ratificado (más por estrategia) titular de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público Rogelio Ramírez de la O jugará un papel fundamental en la implementación de políticas económicas que fomenten la inversión y el desarrollo sostenible. Este deberá de estar flanqueado con mujeres y hombres de experiencia para contener el fantasma de lo que ya escriben las tintas como el “Error de Septiembre”.

La conformación del gabinete de la científica será una ratificación para su liderazgo y visión de país. La expectativa del gabinete en áreas estratégicas no solo marcará el rumbo de su administración, sino que también enviarán un mensaje claro sobre el tipo de gobierno que pretende liderar. La Dra. Sheinbaum tiene ante sí la oportunidad de redefinir la política mexicana, y su gabinete será el reflejo de sus prioridades y compromisos.

La historia está en proceso de escribirse, y México observa con atención el baile de las sillas. Los nombramientos se aproximan y los apellidos, perfiles, premios, consolaciones y estrategias serán parte del escrutinio público en próximos días, todo esto mientras a mí se me ocurre un perfil en ascenso de esos galardonados en Salamanca…..

@Raul_Saucedo

rsaucedo@uach.mx

Opinión

La semilla. Por Raúl Saucedo

Libertad Dogmática

El 4 de diciembre de 1860 marcó un hito en la historia de México, un parteaguas en la relación entre el Estado Mexicano y la Iglesia. En medio de la de la “Guerra de Reforma», el gobierno liberal de Benito Juárez, refugiado en Veracruz, promulgó la Ley de Libertad de Cultos. Esta ley, piedra angular del Estado laico mexicano, estableció la libertad de conciencia y el derecho de cada individuo a practicar la religión de su elección sin interferencia del gobierno.

En aquel entonces, la Iglesia Católica ejercía un poder absoluto en la vida política y social del país. La Ley de Libertad de Cultos, junto con otras Leyes de Reforma, buscaba romper con ese dominio, arrebatándole privilegios y limitando su influencia en la esfera pública. No se trataba de un ataque a la religión en sí, sino de un esfuerzo por garantizar la libertad individual y la igualdad ante la ley, sin importar las creencias religiosas.
Esta ley pionera sentó las bases para la construcción de un México moderno y plural. Reconoció que la fe es un asunto privado y que el Estado no debe imponer una creencia particular. Se abrió así el camino para la tolerancia religiosa y la convivencia pacífica entre personas de diferentes confesiones.
El camino hacia la plena libertad religiosa en México ha sido largo y sinuoso. A pesar de los avances logrados en el lejano 1860, la Iglesia Católica mantuvo una fuerte influencia en la sociedad mexicana durante gran parte del siglo XX. Las tensiones entre el Estado y la Iglesia persistieron, y la aplicación de la Ley de Libertad de Cultos no siempre fue consistente.
Fue hasta la reforma constitucional de 1992 que se consolidó el Estado laico en México. Se reconoció plenamente la personalidad jurídica de las iglesias, se les otorgó el derecho a poseer bienes y se les permitió participar en la educación, aunque con ciertas restricciones. Estas modificaciones, lejos de debilitar la laicidad, la fortalecieron al establecer un marco legal claro para la relación entre el Estado y las iglesias.
Hoy en día, México es un país diverso en materia religiosa. Si bien la mayoría de la población se identifica como católica, existen importantes minorías que profesan otras religiones, como el protestantismo, el judaísmo, el islam y diversas creencias indígenas. La Ley de Libertad de Cultos, en su versión actual, garantiza el derecho de todos estos grupos a practicar su fe sin temor a la persecución o la discriminación.
No obstante, aún persisten desafíos en la construcción de una sociedad plenamente tolerante en materia religiosa. La discriminación y la intolerancia siguen presentes en algunos sectores de la sociedad, y es necesario seguir trabajando para garantizar que la libertad religiosa sea una realidad para todos los mexicanos.

La Ley de Libertad de Cultos de 1860 fue un paso fundamental en la construcción de un México más justo y libre. A 163 años de su promulgación, su legado sigue vigente y nos recuerda la importancia de defender la libertad de conciencia y la tolerancia religiosa como pilares de una sociedad democrática y plural.
Es importante recordar que la libertad religiosa no es un derecho absoluto. Existen límites establecidos por la ley para proteger los derechos de terceros y el orden público. Por ejemplo, ninguna religión puede promover la violencia, la discriminación o la comisión de delitos.
El deseo de escribir esta columna más allá de conmemorar la fecha, me viene a deseo dado que este último mes del año y sus fechas finales serán el marco de celebraciones espirituales en donde la mayoría de la población tendrá una fecha en particular, pero usted apreciable lector a sabiendas de esta ley en mención, sepa que es libre de conmemorar esa fecha a conciencia espiritual y Libertad Dogmática.

@Raul_Saucedo
rsaucedo@uach.mx

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