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Opinión

Se comodan los astros por Lilia Merodio Reza

Naturalmente que cuando el secretario general de la OCDE, José Ángel Gurría, declaró que los astros se alineaban favorablemente para la aprobación de las reformas estructurales que necesita México, hablaba en sentido metafórico, no supersticioso. Los columnistas que criticaron, por interpretar literalmente esos dichos, saben perfectamente a qué se refería: a que nunca como hoy, en los últimos 15 años, han existido las condiciones políticas para destrabar los arreglos al marco jurídico para que México recupere su crecimiento.

También ponderó la conformación del gabinete del presidente Peña Nieto, que combina experiencia técnica y política, así como capacidad para generar consensos. En este mismo sentido se han expresado los líderes de fuerzas políticas de derecha e izquierda, lo cual ha motivado que quienes viven a expensas de los ríos revueltos, del odio entre hermanos, se expresen con ardor del pacto y los consensos que los poderes de la Unión y la sociedad organizada están consiguiendo; de una suma de voluntades de la cual ellos mismos se han excluido, dando muestras de que su búsqueda no es el progreso de los mexicanos, sino que las cosas se mantengan mal, para así lucrar con su eterno discurso, hábil para envenenar voluntades de mexicanos a los que nunca, cuando tuvieron oportunidad, sacaron de la miseria y desigualdad.

lilia merodio rezaEMPEZAMOS BIEN. No se trata de echar campanas al vuelo, pero el inicio es prometedor y lo que menos necesitamos los mexicanos es desconfiar de nuestras capacidades, ni mucho menos considerar que nuestras deficiencias son eternas e insoslayables. Es el tiempo de movernos con mentalidad triunfadora, de reconocernos en nuestra diversidad con ánimo constructivo porque si nos seguimos distrayendo en la eterna telenovela de las contradicciones y los malos entendidos, por más que las soluciones parezcan evidentes, nunca llegaremos a nuestras metas.

YA ES CONSTITUCIONAL. Aquí tenemos el ejemplo de lo que se puede lograr cuando se pone por delante el interés general de la nación. Los Congresos de 18 estados de la República, con gobiernos de diverso origen partidista, han aprobado los cambios en materia educativa de la reforma del presidente Enrique Peña Nieto, también aprobada por el Congreso de la Unión, con lo cual dicha reforma podrá ser promulgada y cobrar vigencia en muy breve plazo; con lo cual México habrá dado un paso importante para que la educación con calidad prepare más y mejores ciudadanos para encarar los retos del nuevo siglo, donde los mexicanos debemos ser protagonistas a nivel mundial.

DÓNDE QUEDÓ LA BOLITA. El líder de los diputados del PRI, Manlio Fabio Beltrones, manifestó acertadamente la necesidad de poner orden en el tema de los juegos y sorteos. De ningún modo puede considerarse que un asunto que tiene que ver con la ilegalidad, el pago de impuestos, la corrupción y el fraude, quede tapado como si se tratara de una anécdota, de un pleito familiar de uno de los llamados “casineros”. Hay irregularidad en la operación de las casas de apuesta, pero también existen evidencias y antecedentes muy recientes de que se defrauda con los sorteos públicos y privados. Así como hay que regular la publicidad de alimentos chatarra y productos milagro, se debe regular y supervisar de mejor manera los telejuegos, que en horarios nocturnos cobran por llamada hasta que entra la “llamada ganadora”, con acertijos fáciles de resolver.

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Opinión

Francisco: el futbolista que soñaba con ayudar a los pobres. Por Caleb Ordoñez Talavera

En un mundo donde los líderes suelen subir al poder sobre pedestales dorados, Jorge Mario Bergoglio eligió las sandalias del pescador. Aquel argentino que un día fue arquero de fútbol, amante del tango y de los libros de Dostoyevski, se convirtió en Papa y jamás olvidó de dónde venía. Francisco no fue un pontífice cualquiera; fue un Papa de carne y hueso. De esos que uno siente que podría toparse en la fila de las tortillas, con una sonrisa serena y una mirada que, sin mucho ruido, te abraza el alma.

Francisco ha sido, sin lugar a dudas, el Papa más disruptivo en siglos. No porque haya roto dogmas —la estructura doctrinal sigue firme—, sino porque le dio un rostro distinto a la Iglesia Católica. Dejó de lado la solemnidad acartonada y abrazó la humildad. Cambió el papamóvil blindado por un Fiat, rechazó vivir en los lujosos aposentos vaticanos y optó por una residencia sencilla. El “Vicario de Cristo” en la tierra eligió la austeridad, no por estrategia, sino por convicción.

Pero su verdadera revolución fue moral y emocional. Francisco no gritaba desde el púlpito: escuchaba desde las banquetas. Su papado se volcó en los márgenes, allí donde duele el hambre, la exclusión y el olvido. Su voz fue trinchera para los migrantes, los pobres, los ancianos, los refugiados.

Muchos lo criticaron por “idealista”, como si eso fuera pecado. Pero Francisco no era ingenuo, era valiente. Sabía que sus llamados a la justicia social incomodaban a muchos en las cúpulas de poder, tanto eclesiásticas como políticas. Sin embargo, nunca dio marcha atrás. “Quiero una Iglesia pobre para los pobres”, dijo al iniciar su pontificado. Y no era una frase para los titulares: era su hoja de ruta.

En tiempos donde la migración se convirtió en moneda electoral, el Papa Francisco insistía en recordar lo esencial: los migrantes no son cifras, son personas. Los visitó en las fronteras de Europa, lloró con ellos, oró con ellos, los abrazó. Nunca usó una cruz de oro; la suya era de hierro, sencilla, como el corazón que la portaba.

No fue un teólogo de escritorio. Fue un pastor que olía a oveja. Supo enfrentarse al clericalismo con una sonrisa y un gesto firme. Habló de ecología cuando el mundo prefería mirar al petróleo, habló de inclusión cuando otros aún discutían si las puertas de la Iglesia debían estar abiertas. Fue reformador no porque cambiara leyes, sino porque cambió la conversación.

Y entre todas sus aficiones —el cine italiano, la literatura rusa, la cocina porteña— hay una que siempre lo delató como el más humano de los líderes: el fútbol. Fan acérrimo del equipo San Lorenzo, seguía los resultados con la emoción de un niño. Para Francisco, el fútbol era una metáfora del Evangelio: todos juntos, diferentes, pero con un solo objetivo. “Lo importante no es meter goles, sino jugar en equipo”, decía.

El balón lo extrañará. La pelota, esa esfera rebelde que tantas veces desafía la gravedad, ha perdido a uno de sus poetas silenciosos. No se sabe si en el Vaticano habrá canchas, pero estoy seguro de que Francisco supo lo que es gritar un gol desde el alma.

Su legado es más que palabras. Está en los corazones de quienes alguna vez se sintieron excluidos. Está en cada migrante al que se le extendió la mano, en cada comunidad indígena que se sintió escuchada, en cada creyente que volvió a mirar a la Iglesia con esperanza y no con miedo.

El Papa Francisco nos recordó que la fe sin amor es un cascarón vacío. Que la Iglesia, si no camina con el pueblo, se convierte en museo. Que el Evangelio no es para adornar discursos, sino para incomodar a los cómodos y consolar a los que duelen.

Francisco será recordado como el Papa de los gestos pequeños, de las palabras enormes, del corazón abierto. No hizo milagros, pero hizo lo más difícil: cambiar el alma de una institución milenaria con solo mirar a los ojos de los pobres y decirles: “ustedes son el centro”. Y en tiempos donde el cinismo dentro de la política y en todos los medios cotiza alto, eso es ya un milagro.

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