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¿Se puede medir el sentido del humor?

Si uno llama sentido del humor a la posibilidad de encontrar que algo es divertido, es obviamente posible medirlo, aunque sea a nivel estadístico.

Pero hay que recordar que encontrar todo divertido no significa que uno tiene un gran sentido del humor, sino que uno es un tonto.

Cuando decimos que alguien tiene sentido del humor, generalmente es porque encontramos que las cosas que a él o a ella les divierten también nos divierten a nosotros, y ésa es claramente una medida muy subjetiva.

Un estudio realizado por la Universidad de Granada, España, en 2007, concluyó que no existe algo así como un humor universal.

Podemos medir cuán graciosa es para un grupo de personas una broma determinada, pero no podemos colocar esta broma en una escala de diversión compartida por todos.

Por lo tanto uno no puede medir el sentido del humor solo por la forma en que se reacciona a una broma o a un chiste.

Aunque el hecho de que el estudio de la universidad española aparece en el Diario Internacional de Investigación sobre el Humor sugiere que hay académicos dispuestos a intentarlo.

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Desaparece en Disneyland y aparece días después en un bote de basura en Mexicali: el misterioso caso de Annie Encino

Una adolescente estadounidense de 16 años fue localizada con vida dentro de un contenedor de basura en Mexicali, Baja California, días después de haber desaparecido en el parque Disney California Adventure, en Anaheim. El caso ha despertado preocupación e interrogantes en ambos lados de la frontera, especialmente por el silencio mediático en México y las lagunas que aún rodean su cruce hacia territorio nacional.

Annie Kathleen Encino desapareció el pasado 20 de abril tras una discusión con su familia dentro del parque temático. Fue vista por última vez alejándose sola, lo que activó una Alerta Amber en Estados Unidos. Sin embargo, esa alerta nunca cruzó a territorio mexicano, dejando a la opinión pública del país sin conocimiento de su desaparición… hasta que la historia dio un giro tan insólito como alarmante.

Días después, una llamada anónima al 911 alertó a la policía municipal de Mexicali sobre la presencia de una menor dentro de un bote de basura. Al llegar al sitio, los oficiales encontraron a la joven en condiciones que no han sido detalladas, pero confirmaron su identidad. El consulado de Estados Unidos fue notificado de inmediato y su madre viajó a la ciudad fronteriza para identificarla y llevarla de regreso.

Hasta ahora, las autoridades mexicanas no han informado cómo fue que Annie cruzó la frontera sin documentos, sin acompañantes y sin ser detectada. Tampoco han revelado si fue víctima de trata, secuestro, abuso o si viajó voluntariamente con ayuda de terceros. La Fiscalía de Baja California mantiene abierta una investigación para esclarecer los hechos.

Lo que sí queda claro es que algo falló en los mecanismos de cooperación fronteriza. Ni la alerta internacional funcionó, ni hubo un protocolo binacional que permitiera actuar a tiempo. La aparición de una menor estadounidense en un contenedor de basura, en una ciudad donde los casos de desapariciones no son novedad, pone una vez más bajo la lupa la crisis de seguridad y el flujo irregular entre ambos países.

Mientras se esperan más detalles oficiales, el caso de Annie Encino evidencia que incluso en un entorno supuestamente seguro como Disneyland, la vulnerabilidad de los menores puede terminar en una historia digna de una serie policiaca.

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