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Si te vacunaste con ‘Sputnik V’, ya no puedes contagiar de COVID-19: Moscú

Las personas que recibieron dos dosis de la vacuna rusa Sputnik V, en caso de que enfermen por el virus del SARS-Cov-2, no representan un riesgo a la población ya que no son contagiosos, informó el Centro Nacional de Investigación de Epidemiología y Microbiología Gamaleya de Moscú.

Los vacunados “no emiten un virus variable y por lo tanto no son una fuente de peligro para otros”, detalló en un congreso Vladímir Gushchin, jefe del Laboratorio de mecanismos de variabilidad poblacional de microorganismos patógenos del Centro Gamaleya.

Además, en caso de contraer la enfermedad, tienen un riesgo 14 veces menor de sufrir una infección de moderada a severa.

El pasado mes de abril, el Instituto de Investigación de Epidemiología y Microbiología de Gamaleya informó que la vacuna Sputnik V cuenta con una eficacia del 97.6% en la prevención de la infección por el nuevo coronavirus.

La vacuna que se desarrolló en Rusia, ya se aplica en México y se prevé que el envasado en el país pueda comenzar en la última semana de junio del próximo año, estimó Birmex, quien, de la mano de la Comisión Federal para la Protección contra riesgos Sanitarios (Cofepris), está a cargo del proyecto.

¿Cuántas dosis requiere la vacuna Sputnik V?

Sputnik V es una vacuna basada en una plataforma probada de vectores adenovirales, de acuerdo con el sitio oficial de la vacuna. La tecnología, conocida también como de vector viral, es una vieja conocida en el mundo del desarrollo de vacunas y es utilizada por otros laboratorios, como AstraZeneca y Johnson & Johnson. Actualmente, Rusia distribuye en el mundo y en su propio territorio un esquema de dos dosis, con un precio de 10 dólares por inyección.

Opinión

Emilia Pérez: Una Mirada Cuestionada sobre México Por: Sigrid Moctezuma

En un mundo donde el cine es tanto un arte como una poderosa herramienta de representación cultural, las películas que abordan la identidad de un país llevan consigo una gran responsabilidad. Tal es el caso de Emilia Pérez, una cinta que, aunque prometía ser un relato innovador, ha generado un torrente de críticas por su visión estereotipada y su superficialidad al retratar la cultura nacional.

Descrita por sus creadores como un “narco-musical”, Emilia Pérez sorprendió al ganar cuatro Globos de Oro, lo que dejó en evidencia una desconexión entre las audiencias internacionales y la percepción mexicana. Mientras en el extranjero se celebra como un experimento cinematográfico audaz, aquí ha sido criticada por perpetuar clichés culturales que parecen sacados de una postal turística, ignorando las complejidades del México actual. Aunque su mezcla de comedia, drama y música despertó curiosidad inicial, para muchos terminó siendo un recordatorio de cómo los estereotipos siguen dominando la narrativa global.

Uno de los puntos de mayor desagrado ha sido la manera en que la película aborda temas sensibles como la identidad de género y la narcocultura. Si bien es positivo que estas cuestiones tengan espacio en la narrativa cinematográfica, en Emilia Pérez se sienten tratadas con una ligereza que no honra su trascendencia. Los personajes, en lugar de reflejar matices reales, se convierten en caricaturas que difícilmente conectan con el público.

Las críticas no solo vienen de los espectadores, sino también de sectores especializados en cine y cultura. Se ha señalado que la película parece diseñada para un público extranjero que consume el «México pintoresco», mientras ignora las voces y experiencias auténticas que definen al país. Lo que representa una oportunidad desperdiciada para proyectar un discurso que sea fiel a nuestra riqueza cultural y social.

Este fenómeno no es nuevo en el cine. Muchas producciones internacionales han intentado capturar supuestamente nuestra esencia, pero terminan cayendo en la trampa: el mariachi omnipresente, las cantinas llenas de tequila y la violencia gratuita. Emilia Pérez, desafortunadamente, parece sumar su nombre a esta lista.

No obstante, este tipo de reacciones también abre un espacio importante para la reflexión. La discusión que surge de estas películas pone sobre la mesa la necesidad de que seamos nosotros quienes contemos nuestras propias historias, desde múltiples perspectivas. Es imperativo que el relato cinematográfico internacional comience a escuchar más atentamente las voces locales y trabajen en colaboración para evitar simplificaciones que diluyan nuestra esencia.

En un mundo donde las plataformas digitales hacen que el cine viaje más rápido que nunca, la responsabilidad de representar adecuadamente a un país se vuelve aún más crucial. La recepción de Emilia Pérez debería servir como un recordatorio de que no somos un concepto único y fácil de definir, sino una amalgama compleja de historias, tradiciones y modernidades.

Quizá, en el futuro, podamos ver más producciones que tomen este desafío en serio, dejando de lado las visiones simplistas. Porque México, con todas sus luces y sombras, merece ser contado con verdad y profundidad.

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