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Opinión

Sobrerepresentación. Derrota democrática. Por Caleb Ordóñez Talavera

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La sobrerrepresentación en el Congreso mexicano, que beneficia desproporcionadamente a las coaliciones, es vista como una contradicción de los principios democráticos.

Pero a pesar de las críticas, los partidos que en el pasado denunciaron esta práctica ahora la defienden cuando les favorece.

Esta dinámica revela una hipocresía política y debilita la representación justa en el Congreso, afectando la legitimidad del sistema electoral. Es necesario revisar el marco legal para corregir estas distorsiones y asegurar que el Congreso refleje de manera fiel la voluntad popular.

Estás trampas que han hecho todos los partidos políticos grandes, como lo fueron el PAN o PRI en su momento, fueron creadas en la reforma de 1996 y hasta ahora no se había pegado el grito en el cielo, como ahora ellos lo hacen.

La reciente ratificación del Tribunal Electoral sobre la sobrerrepresentación en la Cámara de Diputados ha vuelto a poner en evidencia los problemas del sistema electoral mexicano.

A pesar de los esfuerzos por limitar la sobrerrepresentación, las coaliciones continúan utilizando estrategias que les permiten eludir estos límites, logrando una representación desproporcionada en el Congreso. Este fenómeno, que favorece a las coaliciones mayoritarias y perjudica a las minorías, amenaza la equidad en la representación política.

La falta de acción del Tribunal para implementar medidas correctivas sugiere una preocupante erosión de los mecanismos de control que deberían asegurar una representación justa.

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Opinión

Duarte: de los bares de Chihuahua al Altiplano. Por Karen Torres

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En México y en la política, lo que parece pasado, siempre regresa para explicar el presente. Hay nombres que regresan una y otra vez como si fueran espectros empeñados en recordarnos las fracturas del sistema. Uno de ellos es César Horacio Duarte Jáquez, exgobernador de Chihuahua (2010-2016), figura central de uno de los expedientes de corrupción más voluminosos en la historia reciente del país.

Karen Torres A.

Y ahora, tras años de idas y venidas judiciales, vuelve a los titulares: la Fiscalía General de la República ordenó su recaptura y lo trasladó al penal de máxima seguridad del Altiplano.

Este episodio no ocurre en el vacío. Es parte de una historia que lleva casi una década escribiéndose entre detenciones, extradiciones, procesos fragmentados y una libertad condicional que muchos chihuahuenses vieron como una burla abierta.

Pero también es un movimiento político que envía un mensaje contundente: la nueva administración federal quiere que se entienda que, al menos en la Fiscalía, el viejo pacto de impunidad ya no opera “para algunos”. Y Duarte es la vívida señal, ojalá esto no se trate únicamente de justicia selectiva.

Duarte huyó de México en 2017, cuando la entonces Fiscalía de Chihuahua, bajo el gobierno de Javier Corral, integró al menos 21 órdenes de aprehensión en su contra. Los cargos eran amplios y concretos:

  • Peculado agravado por más de 1,200 millones de pesos,
  • Desvío de recursos públicos hacia campañas priistas,
  • Enriquecimiento ilícito,
  • Uso indebido de atribuciones y facultades
  • Y una red de empresas fantasma operadas desde su círculo íntimo.

Fue detenido en Miami el 8 de julio de 2020 en Estados Unidos. Ahí pasó 2 años mientras se resolvía un proceso de extradición. Finalmente, en junio de 2022, el gobierno estadounidense lo entregó a México bajo cargos de peculado agravado y asociación delictuosa.

Su llegada al país fue presentada por la Fiscalía como un triunfo institucional. Pero para Chihuahua comenzaba un capítulo distinto: la prisión preventiva en el Cereso de Aquiles Serdán, donde Duarte permaneció alrededor de 2 años más, entre audiencias diferidas, cambios de jueces y tácticas legales el caso se fue transformando en un rompecabezas jurídico que pocos lograron seguir con claridad.

Llegó la cuestionada libertad condicional de 2024: 

En agosto de 2024, en una audiencia sorpresiva, Duarte obtuvo libertad condicional bajo el argumento de que llevaba tiempo suficiente privado de la libertad y que su conducta había sido “adecuada”, sin haber recibido sentencia alguna.

La imagen era insólita: un político acusado de desviar más de mil millones de pesos, señalado de haber quebrado fondos públicos y endeudado al estado por generaciones…

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