La sobrerrepresentación en el Congreso mexicano, que beneficia desproporcionadamente a las coaliciones, es vista como una contradicción de los principios democráticos.
Pero a pesar de las críticas, los partidos que en el pasado denunciaron esta práctica ahora la defienden cuando les favorece.
Esta dinámica revela una hipocresía política y debilita la representación justa en el Congreso, afectando la legitimidad del sistema electoral. Es necesario revisar el marco legal para corregir estas distorsiones y asegurar que el Congreso refleje de manera fiel la voluntad popular.
Estás trampas que han hecho todos los partidos políticos grandes, como lo fueron el PAN o PRI en su momento, fueron creadas en la reforma de 1996 y hasta ahora no se había pegado el grito en el cielo, como ahora ellos lo hacen.
La reciente ratificación del Tribunal Electoral sobre la sobrerrepresentación en la Cámara de Diputados ha vuelto a poner en evidencia los problemas del sistema electoral mexicano.
A pesar de los esfuerzos por limitar la sobrerrepresentación, las coaliciones continúan utilizando estrategias que les permiten eludir estos límites, logrando una representación desproporcionada en el Congreso. Este fenómeno, que favorece a las coaliciones mayoritarias y perjudica a las minorías, amenaza la equidad en la representación política.
La falta de acción del Tribunal para implementar medidas correctivas sugiere una preocupante erosión de los mecanismos de control que deberían asegurar una representación justa.