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Solo 23% tiene seguro que cubre cáncer de mama

El 52 por ciento de las empresas no cuentan con una prestación de seguro de gastos médicos mayores para sus empleados, que pudiera permitir hacer frente a una enfermedad de cáncer de mama, según sondeo del “Termómetro  Laboral” de la plataforma OCCMundial, que precisa que solo un 23% tiene esa cobertura que puede hacer frente a los costos del tratamiento.

Detalló que otro 22 por ciento de las empresas tiene seguro, pero solo cubre lo mínimo, en tanto que un 3% de los trabajadores solo utiliza un plan de ahorro para emergencias pero por sus propios medios.

Cada año, cerca de 1.38 millones de mujeres son diagnosticadas con cáncer de mama, enfermedad que conlleva un gran desgaste físico, mental y emocional, además de los costos económicos que puede significar, expuso la OCCMundial.

Informó que el 19 de octubre se conmemora el Día Mundial de la Lucha contra el Cáncer de Mama, una enfermedad que afecta a las mujeres en todo el mundo y que cada año provoca alrededor de 685 mil defunciones, según la Organización Mundial de la Salud.

La fuente detalló que se estima que en México, los casos de cáncer de mama aumentarán un 51.5 por ciento hacia el 2040.

De acuerdo con la fuente, también se preguntó a los trabajadores si contaban con algún plan de protección contra enfermedades, a lo cual el 38 por ciento dijo que no le gustaba tocar ese tipo de temas.

Otro 24 por ciento indicó que, debido a la falta de empleo o ingresos es casi imposible realizar un chequeo médico mensual, asistir al doctor o adquirir algún tipo de seguro.

Finalmente, indicó que, el 23 por ciento manifestó que sí realiza chequeo médico mensual y un 14% restante indicó que tiene una cuenta de ahorros para situaciones de salud.

Fuente:Diario

Opinión

Emilia Pérez: Una Mirada Cuestionada sobre México Por: Sigrid Moctezuma

En un mundo donde el cine es tanto un arte como una poderosa herramienta de representación cultural, las películas que abordan la identidad de un país llevan consigo una gran responsabilidad. Tal es el caso de Emilia Pérez, una cinta que, aunque prometía ser un relato innovador, ha generado un torrente de críticas por su visión estereotipada y su superficialidad al retratar la cultura nacional.

Descrita por sus creadores como un “narco-musical”, Emilia Pérez sorprendió al ganar cuatro Globos de Oro, lo que dejó en evidencia una desconexión entre las audiencias internacionales y la percepción mexicana. Mientras en el extranjero se celebra como un experimento cinematográfico audaz, aquí ha sido criticada por perpetuar clichés culturales que parecen sacados de una postal turística, ignorando las complejidades del México actual. Aunque su mezcla de comedia, drama y música despertó curiosidad inicial, para muchos terminó siendo un recordatorio de cómo los estereotipos siguen dominando la narrativa global.

Uno de los puntos de mayor desagrado ha sido la manera en que la película aborda temas sensibles como la identidad de género y la narcocultura. Si bien es positivo que estas cuestiones tengan espacio en la narrativa cinematográfica, en Emilia Pérez se sienten tratadas con una ligereza que no honra su trascendencia. Los personajes, en lugar de reflejar matices reales, se convierten en caricaturas que difícilmente conectan con el público.

Las críticas no solo vienen de los espectadores, sino también de sectores especializados en cine y cultura. Se ha señalado que la película parece diseñada para un público extranjero que consume el «México pintoresco», mientras ignora las voces y experiencias auténticas que definen al país. Lo que representa una oportunidad desperdiciada para proyectar un discurso que sea fiel a nuestra riqueza cultural y social.

Este fenómeno no es nuevo en el cine. Muchas producciones internacionales han intentado capturar supuestamente nuestra esencia, pero terminan cayendo en la trampa: el mariachi omnipresente, las cantinas llenas de tequila y la violencia gratuita. Emilia Pérez, desafortunadamente, parece sumar su nombre a esta lista.

No obstante, este tipo de reacciones también abre un espacio importante para la reflexión. La discusión que surge de estas películas pone sobre la mesa la necesidad de que seamos nosotros quienes contemos nuestras propias historias, desde múltiples perspectivas. Es imperativo que el relato cinematográfico internacional comience a escuchar más atentamente las voces locales y trabajen en colaboración para evitar simplificaciones que diluyan nuestra esencia.

En un mundo donde las plataformas digitales hacen que el cine viaje más rápido que nunca, la responsabilidad de representar adecuadamente a un país se vuelve aún más crucial. La recepción de Emilia Pérez debería servir como un recordatorio de que no somos un concepto único y fácil de definir, sino una amalgama compleja de historias, tradiciones y modernidades.

Quizá, en el futuro, podamos ver más producciones que tomen este desafío en serio, dejando de lado las visiones simplistas. Porque México, con todas sus luces y sombras, merece ser contado con verdad y profundidad.

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