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Opinión

Tan lejos de Dios y tan cerca de Alito. Por Isaías León

Todo indica que el activo mas fuerte que tiene el partido en el poder, se llama Alejandro Moreno Cárdenas. Este domingo a puerta cerrada y en medio de protestas por los mismos militantes del PRI, se llevó a cabo en el domicilio conocido de Av. Insurgentes la XXIV Asamblea Nacional ordinaria del Revolucionario Institucional, misma en la que se aprobaron reformas a los estatutos que dejan abierta la puerta para que Moreno Cárdenas se mantenga como presidente nacional hasta por doce años.

Suena irracional que después de perder nueve de doce gobernaturas, la culpa la siga teniendo todo el mundo menos la dirigencia nacional. Los mismos priístas, a excepción delos tres mil que le caben al auditorio Plutarco Elías Calles, están inconformes con la obsesión empecinada de permanecer en el poder, si, por esos que se la pasaron diciendo que Andrés Manuel se iba a relegir.

Sin duda alguna, hoy la oposición se hunde cada día más en la desesperación de repartir culpas y en una crisis de la que al parecer no desean salir. Solo basta con mirar las listas de representación proporcional al Senado y la Cámara de Diputados. Pareciera que nada afectó el que Xóchitl Gálvez perdiera avasalladoramente por más de 17 millones de votos el pasado 2 de junio.

Dentro de las reformas aprobadas a los estatutos, se le faculta al dirigente designar a los coordinadores de bancada del senado y de la cámara de diputados federal, así como de los congresos estatales. Como dicen por ahí, hay que “estirar la liga lo más que se pueda”.  Y es que el querer concentrar todas las decisiones ha obligado a muchos a olvidar que la revolución fue antes que la institución. Esa que se ha quedado atrás: la revolución de las conciencias.

Lo mejor que le puede pasar al movimiento de regeneración nacional, es que partidos como el PRI y el PAN continúen trazando una ruta que los encamine todos los días al destino que terminó por desaparecer al PRD, que los nuevos “Chuchos” sean la tal llamada “Generación AMC” y terminen por reconocer en algunos años, mas tarde que temprano, que la crisis siempre estuvo frente a sus ojos y ya no hay nada por hacer, observando de lejos como se sigue ninguneando a la militancia, y se desmoronan los comités municipales.

De ser confirmada la “reelección” de Alejandro Moreno, no queda más que ponerle un clavo extra al ataúd de una tumba que se comenzó a cavar desde hace cinco años.

No entienden que no entienden.

Opinión

Panorama. Por Raúl Saucedo

LA NATURALEZA DE LAS COSAS

La famosa frase de Lenin, «Hay décadas donde no pasa nada; y hay semanas donde pasan décadas», resuena al observar el panorama político actual de cualquier país.

En épocas de aparente calma, la maquinaria de los sistemas dentro de los países “avanza” con lentitud, casi imperceptible. Las instituciones se afianzan en rutinas, los liderazgos se enquistan en el sistema y la ciudadanía se adormece en una falsa sensación de estabilidad. Sin embargo, la historia nos demuestra una y otra vez que esta tranquilidad puede ser súbitamente interrumpida por períodos de intensa convulsión, donde el cambio se acelera de forma vertiginosa y las estructuras de poder se reconstruyen.

En estas «semanas donde pasan décadas», la sociedad se ve sacudida por una sucesión de acontecimientos que transforman radicalmente el panorama político, económico y social en esta aceleración del tiempo histórico.

Durante estos períodos, las viejas certezas se desmoronan y emergen nuevos actores y discursos. La ciudadanía, antes pasiva, se politiza y exige cambios profundos. Las instituciones, sometidas a una presión inédita, se ven obligadas a adaptarse o a colapsar. Los liderazgos tradicionales son desafiados por nuevas figuras que capitalizan el descontento popular. En definitiva, se abre un proceso de reconfiguración del poder, cuyas consecuencias son difíciles de predecir.

Un ejemplo paradigmático de este fenómeno lo encontramos en las revoluciones. La Revolución Francesa, la Revolución Rusa, la Primavera Árabe, entre otras, condensaron en pocos años transformaciones que marcaron el destino de naciones y regiones enteras. En estos casos, la acumulación de tensiones sociales y políticas durante décadas encontró una vía de escape repentina y a veces violenta, dando lugar a un cambio de época.

Pero no solo las revoluciones pueden ejemplificar la frase de Lenin. También en democracias consolidadas se observan períodos de aceleración histórica, donde la irrupción de nuevos desafíos o la crisis de los modelos tradicionales obligan a una profunda redefinición del sistema político. La crisis económica de 2008-09, el auge irruptivo demagógico, la pandemia de COVID-19, son algunos ejemplos de eventos que han generado en el mundo contemporáneo.

En momentos de incertidumbre, la capacidad de adaptación se vuelve crucial. Los líderes políticos deben ser capaces de leer los nuevos tiempos y ofrecer respuestas a las demandas ciudadanas. Las instituciones deben reformarse para garantizar su legitimidad y eficiencia. Y la ciudadanía debe ejercer su rol protagónico con responsabilidad y compromiso.

La frase rectora de Lenin nos invita a reflexionar sobre la naturaleza dinámica de la política actual en México y la importancia de estar preparados para los momentos de cambio acelerado. En un mundo amalgamado, la estabilidad es un espejismo. La historia nos enseña que la clave reside en comprender esta dinámica y actuar con lucidez y determinación para construir un futuro mejor para todos.

Antes de concluir, le ofrezco una disculpa apreciable lector por mi ausencia en letras de la semana pasada, pero es que pareciera que en la última semana la frase rectora de esta columna fue presente  y prueba de ello el “manifiesto menguante” que algún día será leído.

@Raul_Saucedo

rsaucedo@uach.mx

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