La cantante podría tener un compromiso en la semana del gran juego en Las Vegas
Se podría perdonar a Taylor Swift por sentirse segura de poder ver a su novio Travis Kelce en el Super Bowl en febrero, pero todavía tiene un obstáculo que superar.
La cantante, de 34 años, ha estado presente en casi todos los partidos desde que comenzó a salir con Kelce en septiembre, animando a su nuevo novio desde las gradas mientras ella se toma un tiempo libre de su gira global, The Eras Tour.
Jason Kelce, Taylor Swift y el sueño cumplido de esta niñaTwitter
¿Qué tiene que hacer Taylor Swift en la semana del Super Bowl?
Sin embargo, The Eras Tour se reanudará en Tokio, Japón del próximo 7 al 10 de febrero, tendrá cuatro conciertos en la capital de Japón y se ve complicado que pudiera volar a Las Vegas al siguiente día (11 de febrero) para estar presente en el Allegiant Stadium para el juego por el Trofeo Vince Lombardi.
Swift estuvo en la suite del Bills Stadium el domingo por la noche con su familia para apoyar al ala cerrada en su playoff divisional contra los Buffalo Bills, con su hermano Jason y su esposa Kylie acompañados por sus padres Donna y Ed.
Jason Kelce le robó el foco a Taylor Swift
Y resultó ser una noche de celebración para los Kelce y su fiesta extendida cuando Travis anotó dos touchdowns cortesía de Patrick Mahomes para ayudar a los Chiefs a ganar 27-24 en un encuentro reñido.
La sensación de Cruel Summer fue vista chocando las manos con otros invitados en la suite mientras Jason, de 36 años, se quitaba la camisa y bebía cerveza en la suite mientras daba inicio a la fiesta posterior al juego.
Sin embargo, sus celebraciones pueden durar poco considerando que todavía necesitan vencer a los Baltimore Ravens en el juego del Campeonato de la Conferencia de la NFL el 28 de enero.
Lamar Jackson deja un marcador
El mariscal de campo de los Ravens, Lamar Jackson, es la amenaza obvia para sus esperanzas de llegar al Super Bowl y lo demostró en su contundente victoria por 34-14 contra los Houston Texans el domingo.
Lanzó dos pases de touchdown para Nelson Agholor e Isiah Likely para anotar, además de correr para 100 yardas y agregar él mismo dos touchdowns más para los Ravens mientras derrotaban a sus oponentes.
Lamar Jackson deja un marcador
El mariscal de campo de los Ravens, Lamar Jackson, es la amenaza obvia para sus esperanzas de llegar al Super Bowl y lo demostró en su contundente victoria por 34-14 contra los Houston Texans el domingo.
Lanzó dos pases de touchdown para Nelson Agholor e Isiah Likely para anotar, además de correr para 100 yardas y agregar él mismo dos touchdowns más para los Ravens mientras derrotaban a sus oponentes.
Es su versatilidad lo que ha convertido a Jackson en uno de los quarterbacks más letales de la NFL esta temporada, quizás junto con la estrella de los Buffalo Bills, Josh Allen. El tipo de QB más eficaz en la NFL moderna es el híbrido: uno que puede correr tan bien como pasar para dar más opciones en el ataque.
Detener a Jackson será crucial para las posibilidades de los Chiefs y, lo que es más importante, para Swift, ya que le dará la oportunidad de asistir al Super Bowl para ver a su hombre en acción.
Anthony Joshua dejó en claro la diferencia entre un excampeón mundial y una celebridad convertida en boxeador. El británico venció por nocaut técnico a Jake Paul en el sexto asalto de un combate de peso completo celebrado la noche del viernes en Miami, una pelea que desde su anuncio generó polémica por el contraste de experiencia, tamaño y trayectoria entre ambos contendientes.
El enfrentamiento, pactado a ocho rounds profesionales, despertó críticas por los riesgos que implicaba para Paul, quien llegó con marca de 12 triunfos y una derrota frente a Joshua, dos veces campeón del mundo y con récord de 28 victorias y cuatro caídas. Sin embargo, contra la mayoría de los pronósticos, el estadounidense resistió más de lo esperado y logró extender la contienda hasta bien entrada la segunda mitad.
Desde el inicio, Paul optó por el movimiento constante y el amarre, una estrategia evidente para consumir tiempo y evitar los golpes de poder del británico. Joshua, por momentos impreciso y visiblemente frustrado, tardó en encontrar su distancia, aunque poco a poco fue imponiendo su físico y su alcance.
En el quinto episodio llegaron los primeros momentos realmente críticos para Paul. Joshua conectó combinaciones más limpias, provocó dos caídas y estuvo cerca de finalizar el combate, aunque su rival logró sobrevivir con esfuerzo y algo de teatralidad, incluso recurriendo a gestos provocadores hacia el británico.
El desenlace llegó en el sexto round. Joshua salió decidido, conectó una derecha contundente que envió a Paul a la lona y, tras reincorporarse en evidente mal estado, el estadounidense recibió un uppercut y una nueva derecha al mentón que obligaron al réferi a detener la pelea. Paul terminó con el labio inferior partido, pero consciente y sonriente, reconociendo el cierre inevitable.
Más allá del resultado, el combate dejó sensaciones encontradas. Para Joshua, la victoria confirmó su superioridad sin que el análisis técnico vaya mucho más allá. Para Paul, haber llegado al sexto asalto frente a un peso completo de élite fue visto por algunos como una muestra de valentía y por otros como una peligrosa puesta en escena.
El debate sobre este tipo de cruces seguirá abierto, pero en el ring no hubo discusión. La experiencia y el poder de Anthony Joshua marcaron el final.