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Opinión

Que te perdone Dios, yo no lo voy a hacer… Por Carlos Toulet

“La esperanza del perdón, alienta al pillo y al ladrón” 

Como a juicio de quienes ponen la información en nuestras manos, ojos u oídos, los medios de comunicación han hecho bien, considerando lo que como ciudadanos nos interesa, en construir los titulares de ayer y hoy, algo así como: EPN pide perdón.

Por: Carlos Toulet Medina

Carlos Toulet Medina

Carlos Toulet Medina

No estaría demás seguir definiendo a que los mexicanos tenemos intereses de información “raquíticos”, ya que cruzado en diálogo –a veces discusión– con quienes celebran y mofan de la actitud y mensaje del Presidente de la República al promulgar las “primeras” 7 leyes anticorrupción –se supone serán 22 leyes a reformarse–, se suele desviar la temática a temas que suman en la decepción y resentimiento, más que a la motivación.

Raquíticos porque simplemente no debemos de abordar la trascendencia del tema en la necesidad moral de un Presidente por disculparse con el pueblo al corromper. De ser así, entonces traigamos a todos los demás ¿me explico? Y no es por defender a EPN ni mucho menos, reprobable su caso como el del ex gobernador de Sonora, Guillermo Padres –Partido Acción Nacional–, a quien ayer le volvió a caer la fiscalía anticorrupción de
Sonora y le aseguró 19 propiedades, entre ellas un rancho muy bonito –donde está la famosa presa que acopiaba y acaparaba agua de manera ilegal– y mansiones distribuidas por todo el estado. También al Gobernador de Veracruz y al de Quintana Roo, entre otros. Las carpetas abiertas son interminables cuando hablamos de corrupción, los dedos que señalen con valentía, son escasos.

Abrazo de gol a Carmen Aristegui, quien ganó muchísimo el día de ayer. Impresionante lo que un periodismo bravo y eficiente de investigación nowadays (noviembre de 2014), puede llegar a trascender. Aplauso fuerte a ella, aunque la disculpa no fuera dirigida a su persona o a su equipo de trabajo. Aunque no recuperará su espacio noticioso en MVS. Ella está, seguramente, muy contenta y orgullosa. Porque siendo responsables en la otorgación de créditos en esta ya larga carrera por las iniciativas anticorrupción en México, la Casa Blanca fue el precedente mejor posicionado no sólo en México sino en el mundo, armando con argumento a quienes se animaban, y no, a detractar actos de corrupción en el sistema de gobierno mexicano.

Para quien escribe estas humildes líneas, EPN dio el paso que debió haber dado a mediados del 2015, aunque aun así fuera tarde. Ya conscientes estamos de las deficiencias de su equipo en materia de comunicación, quienes por el contrario en aquellos días nos presentaron en cadena nacional y muy guapa como siempre a nuestra ilustre Primera Dama, quien a su manera y al puro estilo patético de Destilando Amor, pues nos regañó por cuestionar sus dineros.

Bien dijo Jalil Gibran “Los hombres que no perdonan a las mujeres sus pequeños defectos jamás disfrutarán de sus grandes virtudes”. Yo no veo al Presidente disfrutando las virtudes –si es que las tiene, como primera dama– de Angélica Rivera. ¿Se tardó en actuar?

Más que pedirnos perdón, EPN ayer asumió como machito y con responsabilidad su error –cual haya sido–, lo que por fin le facultará de moralidad para accionar con fuerza ante quienes dentro de su gobierno y a quienes arropados en la “autonomía” de los gobiernos estatales, actúan con grossa desvergüenza. Ojalá esté percatado de eso. Ojalá lo aplique. Ojalá que alguien le avise.

No tiene nada de malo ser optimista, amigo lector. Igual y eso falta.

Entrando en la materia que debería de interesarnos a todos como sociedad, más allá de la merecida solicitud de disculpa que recibimos de nuestro guapo Presidente, nos dicen que con estas leyes, daremos paso un #SistemaNacionalAnticorrupcion. Algo así como el Suicide Squad. Aprovechando los consejos de los malos para atrapar a los más malos. Creo, algo así.

Lo importante aquí es que este sistema “presuntamente” estará soportado por una agenda legislativa continua, aplicada por las organizaciones civiles y académicas, quienes buscarán junto con la Suprema Corte de Justicia de la Nación, hacer que las leyes cuenten con un equilibrio entre la complejidad de su ejercicio y la interpretación para su aplicación por parte de los jueces y magistrados. Al final de cuentas en el ejercicio de la ley, lamentablemente, los “criterios” dependen de individuos y no de reglas claramente homologadas.

Negativo. Este no es un proyecto a corto o mediano plazo, pero a mí me gusta cómo va quedando la novela. Hay indicios de que una “alianza con la sociedad” pueda lograrse dada la temática y los resentimientos contra malos –saqueadores– gobiernos, que nos hagan de verdad participar. Tenemos tarea como sociedad y no está fácil.

¿Estamos preparados como ciudadanos para ser legales y éticamente correctos a la vez? De ese tamaño es el compromiso.

“Corrupción” es una palabra que escuchamos repetidas veces, todos los días. ¿Y cómo no? Si es la corrupción quien claramente exacerba las diferencias sociales y beneficia a unos cuantos. Conscientes de eso, ahora como sociedad hemos hechos tangibles los riesgos que tienen los malos gobiernos. La alternancia por castigo electoral, exigencia inmediata de auditorías y transparencia en las entregas/recepción, lo que apunta muchas veces a llevar gente a la cárcel.

Ya no se nos va a enamorar con las tan hermosas y prometedoras voluntades políticas. Ahora se exige de manera muy fuerte y frontal –a veces estridente–, que se haga más transparente la manera de gobernar. Estamos muy atentos y conocemos todas las posibles manifestaciones de corrupción, nos hemos acostumbrado a practicarla y vivir con ella. Es más, alguna culpa debemos de tener al dejar que la corrupción se convirtiera en un rotor esencial de la gobernanza mexicana, lo es tácitamente.

Hoy en día, todo funcionario público es corrupto hasta que se logre demostrar lo contrario (no lo digo yo).

  • Yo celebro lo que hizo ayer, Señor Presidente y compañía, pero metan a la cárcel a quien deben y legitimen la lucha contra la corrupción. No lo dejen a la suerte de quienes buscan una bandera política rentable rumbo a las elecciones del veinte-dieciocho.

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Opinión

El tren. Por Raúl Saucedo

Por las vías de los recuerdos y el futuro

En la actual era de la inmediatez y la conectividad a nivel mundial, donde la información
viaja a la velocidad de la luz, es fácil olvidar la importancia de las arterias que mueven el
mundo físico: las vías férreas son ejemplo de ello. Los trenes como gigantes de acero que
surcan valles y montañas, no son sólo reliquias del pasado, sino fueron clave fundamental
para el desarrollo económico y social de las naciones, y México fue la excepción.
A lo largo de la historia, el ferrocarril ha sido sinónimo de progreso. Desde la Revolución
Industrial, las vías férreas han tejido lazos entre pueblos y comunidades, impulsando el
comercio, la industria, el turismo y el intercambio cultural. Países como Estados Unidos,
China y Japón son ejemplos claros de cómo una robusta red ferroviaria puede ser el motor de
un crecimiento económico sostenido.
En México, la historia del ferrocarril está ligada a la propia construcción del país. El «Caballo
de Hierro», como se le conoció en el siglo XIX, unió a una nación fragmentada por la
geografía y las diferencias sociales regionales. Sin embargo, a pesar de su glorioso pasado, el
sistema ferroviario mexicano ha sufrido un prolongado periodo de abandono y desinversión.
Hoy, en un momento en que México busca consolidarse como una potencia regional y lograr
un desarrollo más equilibrado y sustentable, es imperativo revalorizar el papel del ferrocarril.
La construcción de nuevas líneas, la modernización de la infraestructura existente y la
promoción del transporte ferroviario de carga y pasajeros son acciones estratégicas que deben
estar en el centro de la agenda nacional.
Los beneficios de un sistema ferroviario eficiente reduce los costos de transporte, facilita el
comercio interior y exterior, y promueve la inversión en diversos sectores productivos,
permite conectar zonas marginadas con los principales centros urbanos e industriales,
impulsando el desarrollo local y la creación de empleos y un sistema ferroviario eficiente
ofrece una alternativa de transporte segura, cómoda y accesible para la población.
La actual administración federal ha mostrado un interés renovado en el desarrollo ferroviario,
con proyectos emblemáticos como el Tren Maya y el Corredor Interoceánico del Istmo de
Tehuantepec, así como las futuras líneas a Nogales, Veracruz, Nuevo Laredo, Querétaro y
Pachuca.
Con estas obras México recuperara su vocación ferroviaria y aprovechara a mi parecer el
potencial de este medio de transporte para impulsar su desarrollo hacia el futuro.
El motivo esta columna semanal viene a alusión de mis reflexiones de ventana en un vagón
de tren mientras cruzaba la península de la hermana república de Yucatán y en mi cabeza
recordaba aquella canción compuesta en una tertulias universitaria que decía…”En las Vías
de la Facultad”

@RaulSaucedo
rsaucedo@uach.mx

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