En su país, a las jóvenes sirias les dijeron que tendrían empleos bien pagados en restaurantes y hoteles de Líbano. Pero cuando llegaron les quitaron sus pertenencias y celulares y las encerraron en dos hoteles al norte de Beirut, donde fueron obligadas a prostituirse.
Lo que llegó entonces fue una sucesión de palizas, torturas y abusos, hasta que las fuerzas de seguridad libanesas registraron los hoteles y desmantelaron la operación a finales de marzo.
El descubrimiento de la trama de trata de blancas y el rescate de las mujeres ha conmocionado a la pequeña Líbano, una nación árabe mediterránea que se ha visto abrumada por la llegada de más de un millón de refugiados sirios que huyen de la guerra civil.
El caso, en el que había 75 víctimas, está considerado como el peor escándalo de trata de blancas registrado en Líbano en décadas, y ha planteado preguntas sobre quién podría haber ocultado y permitido una red tan grande.
Las autoridades señalaron que las mujeres encontradas en los hoteles Chez Maurice y Silver en Maamelteine, una localidad 20 kilómetros al norte dela capital libanesa, estaban en condiciones miserables. Un equipo de Associated Press visitó recientemente el Chez Maurice, un edificio de tres pisos que veía más como una cárcel que un hotel, con barrotes en los balcones y ventanas.
En una de las mesas de los guardas se veía un látigo. Las instalaciones estaban acordonadas y había documentos oficiales en las puertas prohibiendo la entrada.
Las mujeres sirias llegaron a Líbano de forma gradual en los últimos meses. Las que se negaban a trabajar como prostitutas eran violadas y torturadas de forma reiterada hasta que se rendían, según activistas libanesas de derechos de las mujeres.
Algunas dijeron que se las había obligado a tener sexo con 20 clientes al día», dijo Maya al-Ammar, miembro del grupo de derechos de las mujeres Kafa, que en árabe significa «Basta».
Después de la liberación de las mujeres, el Ministerio de Sanidad clausuró una clínica propiedad del ginecólogo Riad al-Alam, que según las autoridades participaba en abortos para las mujeres sirias esclavizadas que quedaban embarazadas.
El médico «debería estar en prisión, donde debería pudrirse», dijo el ministro libanés de Salud, Wael Abul Faour. El colegio de médicos retiró la licencia de Al-Alam.
En la clínica se realizaron unos 200 abortos, indicó Al-Ammar, la activista pro derechos de las mujeres, que no indicó la fuente de los datos.
El caso de las jóvenes sirias se hizo público después de que la policía registrara los dos hoteles y liberase a las mujeres. Varios guardas, hombres y mujeres, fueron detenidos, pero los dos líderes de la trama siguen prófugos, indicó el coronel Joseph Msalem, portavoz de la policía.
Según Msalem, la policía consiguió la primera pista el 25 de marzo, durante la celebración del Viernes Santo en Líbano, cuando cuatro mujeres sirias lograron escapar de uno de los hoteles en un momento de distracción de los guardas.
Subieron a un minibús hasta una zona del sur de Beirut, donde una de ellas le dijo al conductor que conocía a algunas personas. Por el camino, el conductor notó algo extraño en las pasajeras y empezó a hacerles preguntas hasta que le contaron su historia, dijo Msalem.
El conductor llamó a la policía y las mujeres fueron trasladadas a una comisaría cerca de Beirut.
La policía empezó entonces a vigilar los hoteles y el 27 de marzo asaltó los dos edificios, deteniendo a ocho guardas y liberando a las mujeres. Tras ser interrogadas por la policía, algunas mujeres se fueron por sus propios medios, mientras que 35 decidieron acudir a refugios para mujeres en los que han recibido ayuda psicológica, indicaron Msalem y al-Ammar.
Aunque Líbano es uno de los países menos conservadores del mundo árabe, la prostitución es ilegal y los extranjeros pueden ser deportados por implicarse. Pero la aplicación de la ley ha sido laxa.
Los hombres, mujeres y niños refugiados sirios en Líbano corren peligro de tráfico sexual», indicó el año pasado un informe del Departamento de Estado de Estados Unidos. «Hay niñas sirias a las que llevan a Líbano para prostitución, en ocasiones bajo el disfraz de un matrimonio precoz».
AP no logró autorización para entrevistar a ninguna de las víctimas y organizaciones no gubernamentales que ayudan a las mujeres dijeron que siguen bajo tratamiento y preferirían no hablar por miedo a los líderes de la trama, que siguen en libertad.
Sandy Issa, una periodista de investigación que pudo entrevistar a algunas de las 75 víctimas, dijo que sus historias eran como «algo salido de una película de terror».
Los traficantes se aprovecharon de sus tragedias personales en Siria, como la muerte de un padre, para prometer a la víctima que tendría un «empleo respetado» y un «salario decente», dijo Issa.
Las mujeres dijeron que no se les permitía salir del edificio «a menos que salieran para un aborto», dijo Issa. «La prostitución era obligatoria».
Se estima que la banda ganaba más de un millón de dólares al mes con la trama de prostitución, según fuentes libanesas de seguridad que hablaron con AP bajo condición de anonimato porque no estaban autorizados a comentar el caso.
El ministro del Interior, Nouhad Machnouk, ordenó una investigación después de que el destacado político libanés Walid Jumblatt indicara que podría haber algún miembro de la policía implicado que hubiera protegido al grupo.
El pasado sábado, docenas de libaneses marcharon ante el Ministerio de Justicia exigiendo que los responsables de la trata de blancas fueran llevados ante la justicia y castigados.
Excelsior