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¡Tiro con arco le da a México la primera medalla en París 2024!

El equipo mexicano femenino de tiro con arco, integrado por Ángela Ruiz, Alejandra Valencia y Ana Vázquez, ganó la medalla de bronce de los Juegos Olímpicos de París 2024 tras caer en la segunda semifinal ante China por 3-5.

El trío mexicano, que en los cuartos de final se había deshecho de Alemania por 5-1, se enfrentó a Países Bajos, que cedió en una confrontación tremenda ante la gran favorita, Corea del Sur, por 4-5.

China tomó la iniciativa en el primer parcial (47-53) y aunque México respondió en el segundo con dos ’10’ de Vázquez y Valencia (55-52), las chinas Qixuan An Jiaman Li y Xiaolei Yang ajustaron la puntería y volvieron a hacerse con el mando (48-56) para rematarlo en el cuarto tramo con una igualada a 55 que supuso el definitivo 3-5.

El equipo mexicano femenino de tiro con arco escribió una página histórica al colgarse la medalla de bronce en la prueba por conjuntos tras imponerse a Países Bajos por 6-2 en la confrontación por subir al podio.

Fue la rúbrica a una brillante competición del trío mexicano en la mítica explanada de los Inválidos, ya que en la clasificatoria, antes de la inauguración de París 2024, había firmado la tercera posición y en cuartos se había deshecho de Alemania, bronce en Tokio 2020, por 5-1 y en la semifinal cedió por 5-3 ante la potente escuadra de China.

Ruiz, Valencia, que fue bronce en Tokio en el mixto con Luis Álvarez, y Vázquez no se desmoronaron por la derrota ante el conjunto asiático. Mantuvieron su firmeza, su capacidad de concentración y con una actuación estelar superaron a las neerlandesas Quinty Roeffen, Gaby Schloesser y Laura van der Winkel.

Valencia estuvo pletórica. Nada menos que aportó en todo el enfrentamiento cuatro ’10’ y Ruiz y Vázquez tres dentro de un nivel general de los tiros sobresalientes con los que acabaron con sus rivales.

El 57-50 de la primera serie le otorgó la iniciativa a México, que aunque cedió en la segunda (54-56) ya no permitió más alegrías a las neerlandesas. El festival azteca se completó en la tercera (56-53) y en la cuarta (57-52) para sellar una presea histórica para el tiro con arco del país y la primera medalla de la delegación en París 2024.

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Wimbledon sin jueces de línea: el fin de una era que muchos ya extrañan

Por primera vez en sus 148 años de historia, Wimbledon ha eliminado por completo a los jueces de línea humanos, reemplazándolos con un sistema electrónico automatizado. Esta decisión marca un punto de inflexión en uno de los torneos de tenis más tradicionales del mundo, generando una mezcla de aceptación tecnológica y nostalgia por la humanidad que esta figura representaba en la cancha.

Pauline Eyre, quien fue jueza de línea en 16 ediciones del torneo, recuerda con orgullo su primera vez pisando el césped sagrado del All England Club a los 21 años. “Era un sentimiento extraordinario”, comenta. Lejos de haber soñado con ganar un trofeo como jugadora —ella misma se describe como una mala competidora juvenil—, su máximo orgullo fue formar parte del equipo de oficiales, un grupo que consideraba “visiblemente diferente y especial”.

Esa esencia humana es justo lo que, para Eyre y otros puristas, se pierde con esta transformación. Aunque el sistema electrónico —el mismo adoptado por el Abierto de Australia y el US Open— promete precisión absoluta, Eyre sostiene que el cambio elimina una parte esencial del deporte: la imperfección humana. “El tenis es sobre personas. Si le quitas la humanidad, estás quitando una parte fundamental del juego”, afirma.

La medida, anunciada por el All England Lawn Tennis Club en octubre pasado, responde a la intención de garantizar la máxima precisión en el arbitraje y ofrecer condiciones homogéneas para los jugadores, en línea con la mayoría de los torneos del circuito ATP y WTA. Sally Bolton, directora ejecutiva del club, explicó que la transición busca estandarizar el entorno competitivo. Sin embargo, incluso antiguos funcionarios como Andrew Jarrett, ex árbitro principal de Wimbledon entre 2006 y 2019, admiten que el cambio, aunque lógico desde el punto de vista tecnológico, tiene un “costo humano”.

Jarrett subraya que durante su gestión nunca se contempló seriamente eliminar a los jueces de línea, aunque reconocía que la introducción del sistema Hawk-Eye en 2007 marcaba el inicio de una posible transición. Para Eyre, ese momento fue revelador: “Hawk-Eye nos demostró que casi siempre teníamos razón”, dice, con cierta melancolía.

La eliminación de estos oficiales también impacta el futuro del arbitraje en el tenis. “¿Por qué un joven de 15 años querría ahora pasar sus fines de semana arbitrando partidos infantiles si ya no puede soñar con llegar a Wimbledon?”, cuestiona Eyre.

Entre los jugadores, la reacción es dividida. Aryna Sabalenka, número uno del mundo, considera que el sistema electrónico elimina controversias y aporta claridad, aunque reconoce estar «50/50». Por otro lado, Barbora Krej?íková y Frances Tiafoe expresaron su preferencia por el estilo tradicional, destacando el «fanfarroneo» y la interacción humana que ofrecían los desafíos a jueces de línea.

El sistema automático no está exento de fallas. Durante un partido de segunda ronda, el sistema emitió un llamado de «fuera» entre puntos, generando confusión y risas entre el público. Otros jugadores también señalaron que las señales automatizadas son a veces demasiado tenues para escucharse, especialmente en canchas con mayor ruido ambiental.

De los aproximadamente 300 jueces de línea que solían participar en Wimbledon, solo 80 permanecen este año como asistentes de cancha en caso de fallos técnicos del sistema.

Lo que antes era una aspiración para muchos —ser parte del torneo más prestigioso del mundo, aunque fuera desde los márgenes del terreno de juego— ahora queda relegado a la historia. Eyre, ahora comediante de stand-up, recuerda cuando fue abucheada por sancionar al favorito local Greg Rusedski o cuando John McEnroe la fulminó con la mirada por marcarle un error.

Con humor y algo de resignación, reconoce que los jueces de línea eran vistos como “jugadores fracasados y personas demasiado autoritarias”. Pero, en el fondo, lo hacían por amor al tenis. “Solo queríamos ser parte de algo que amamos”, concluye.

Y quizás, como muchas cosas en la vida, no sabíamos cuánto los íbamos a extrañar… hasta que desaparecieron.

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