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Trabajar en Google puede mandarte a terapia

La frase “alguien debe hacer el trabajo sucio” se cumple entre algunos colaboradores externos del buscador Google, quienes deben filtrar no sólo los contenidos ilegales, también los grotescos y violentos.

Ello porque las empresas están obligadas a eliminar dichos contenidos en 24 horas y dar parte a las autoridades.

Sin embargo la tarea puede provocar que el empleado que labora para el gigante de la Internet (a través de una empresa que subcontrata) acabe en terapia psicológica.

El sitio http://alt1040.com/ refiere que un empleado que tuvo que ver escenas repugnantes durante un año, tuvo que recibir ayuda porque ya todas las fotos le parecían actos obscenos.

Los subcontratados de Google sólo pueden serlo durante un año. Después deben incorporarse a la plantilla o dejar el trabajo.

Otro testimonio

Una mexicana y colaboradora externa del buscador habla sobre la labor de filtrar las búsquedas de los usuarios.

• Elección. Carola refiere que los colaboradores pueden elegir el tipo de información a la que van a estar expuestos al momento de hacer la filtración de búsquedas.

• Si hay advertencia. “Yo trabajo en eso, veo ¡¡¡cada cosa!!!, y sí me perturba hasta un día completo. Pero es parte del trabajo y es algo que te advierten desde que te contratan. Te dicen a lo que estarás expuesto y tú sabes si lo tomas o no.

De hecho en una parte de éste puedes renunciar, por ejemplo, a evaluar páginas pornográficas. Pero cuando hay algo ilegal como pedofilia o zoofilia debes reportarlo de inmediato con ellos. También descubres contenidos muy interesantes”, expresó la empleada, quien prefirió no revelar por completo su identidad. 

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Desaparece en Disneyland y aparece días después en un bote de basura en Mexicali: el misterioso caso de Annie Encino

Una adolescente estadounidense de 16 años fue localizada con vida dentro de un contenedor de basura en Mexicali, Baja California, días después de haber desaparecido en el parque Disney California Adventure, en Anaheim. El caso ha despertado preocupación e interrogantes en ambos lados de la frontera, especialmente por el silencio mediático en México y las lagunas que aún rodean su cruce hacia territorio nacional.

Annie Kathleen Encino desapareció el pasado 20 de abril tras una discusión con su familia dentro del parque temático. Fue vista por última vez alejándose sola, lo que activó una Alerta Amber en Estados Unidos. Sin embargo, esa alerta nunca cruzó a territorio mexicano, dejando a la opinión pública del país sin conocimiento de su desaparición… hasta que la historia dio un giro tan insólito como alarmante.

Días después, una llamada anónima al 911 alertó a la policía municipal de Mexicali sobre la presencia de una menor dentro de un bote de basura. Al llegar al sitio, los oficiales encontraron a la joven en condiciones que no han sido detalladas, pero confirmaron su identidad. El consulado de Estados Unidos fue notificado de inmediato y su madre viajó a la ciudad fronteriza para identificarla y llevarla de regreso.

Hasta ahora, las autoridades mexicanas no han informado cómo fue que Annie cruzó la frontera sin documentos, sin acompañantes y sin ser detectada. Tampoco han revelado si fue víctima de trata, secuestro, abuso o si viajó voluntariamente con ayuda de terceros. La Fiscalía de Baja California mantiene abierta una investigación para esclarecer los hechos.

Lo que sí queda claro es que algo falló en los mecanismos de cooperación fronteriza. Ni la alerta internacional funcionó, ni hubo un protocolo binacional que permitiera actuar a tiempo. La aparición de una menor estadounidense en un contenedor de basura, en una ciudad donde los casos de desapariciones no son novedad, pone una vez más bajo la lupa la crisis de seguridad y el flujo irregular entre ambos países.

Mientras se esperan más detalles oficiales, el caso de Annie Encino evidencia que incluso en un entorno supuestamente seguro como Disneyland, la vulnerabilidad de los menores puede terminar en una historia digna de una serie policiaca.

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