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Twitter pierde millones de dólares a diario

Elon Musk, el dueño de Tesla y nuevo propietario de Twitter, anunció la tarde de este viernes que la reducción de puestos de trabajo en la compañía.

¿Cuántos millones de dólares pierde Twitter a diario? y ¿Por qué los despidos anunciados por Elon Musk?

Elon Musk, el dueño de Tesla y nuevo propietario de Twitter, anunció la tarde de este viernes que la reducción de puestos de trabajo en la compañía, se ha visto forzada a causa de una pérdida de 4 millones de dólares al día.

Y que se les ofreció tres meses de indemnización, que según el multimillonario es un 50% más de lo requerido legalmente.

Elon Musk y los despidos de Twitter

Musk había anunciado previamente iniciar los despidos este viernes en donde señaló que se retirarían cerca de 3 mil 700 plazas laborales, según publica El Universal.

Y que de acuerdo con la AFP, varios trabajadores presentaron una demanda alegando que la medida del nuevo propietario, viola la ley laboral de Estados Unidos.

Los empleados se vienen preparando para la reducción de la plantilla desde que Musk completó la adquisición de de la compañía por 44 mil millones de dólares a fines de la semana pasada, y rápidamente se dispuso a disolver su junta directiva y a despedir a su director ejecutivo y altos gerentes.

Hasta el momento la mitad de los 7 mil 500 empleados de Twitter fueron despedidos, según un documento interno, en el marco de la reestructura de la empresa.

¿Despidos de Elon Musk en Twitter, son legales?

Según Grid News, «la ley (…) federal (…) se aplica a empresas con 100 o más empleados a tiempo completo y permite solo unas pocas excepciones: desastres naturales, circunstancias comerciales imprevisibles o una empresa en quiebra.

Pero parece que ninguno de ellos parece aplicarse en el caso de Twitter.

Las sanciones por violación pueden resultar en que el empleador pague dos meses de indemnización a los empleados afectados.

Fuente: reporteindigo.com

Opinión

Emilia Pérez: Una Mirada Cuestionada sobre México Por: Sigrid Moctezuma

En un mundo donde el cine es tanto un arte como una poderosa herramienta de representación cultural, las películas que abordan la identidad de un país llevan consigo una gran responsabilidad. Tal es el caso de Emilia Pérez, una cinta que, aunque prometía ser un relato innovador, ha generado un torrente de críticas por su visión estereotipada y su superficialidad al retratar la cultura nacional.

Descrita por sus creadores como un “narco-musical”, Emilia Pérez sorprendió al ganar cuatro Globos de Oro, lo que dejó en evidencia una desconexión entre las audiencias internacionales y la percepción mexicana. Mientras en el extranjero se celebra como un experimento cinematográfico audaz, aquí ha sido criticada por perpetuar clichés culturales que parecen sacados de una postal turística, ignorando las complejidades del México actual. Aunque su mezcla de comedia, drama y música despertó curiosidad inicial, para muchos terminó siendo un recordatorio de cómo los estereotipos siguen dominando la narrativa global.

Uno de los puntos de mayor desagrado ha sido la manera en que la película aborda temas sensibles como la identidad de género y la narcocultura. Si bien es positivo que estas cuestiones tengan espacio en la narrativa cinematográfica, en Emilia Pérez se sienten tratadas con una ligereza que no honra su trascendencia. Los personajes, en lugar de reflejar matices reales, se convierten en caricaturas que difícilmente conectan con el público.

Las críticas no solo vienen de los espectadores, sino también de sectores especializados en cine y cultura. Se ha señalado que la película parece diseñada para un público extranjero que consume el «México pintoresco», mientras ignora las voces y experiencias auténticas que definen al país. Lo que representa una oportunidad desperdiciada para proyectar un discurso que sea fiel a nuestra riqueza cultural y social.

Este fenómeno no es nuevo en el cine. Muchas producciones internacionales han intentado capturar supuestamente nuestra esencia, pero terminan cayendo en la trampa: el mariachi omnipresente, las cantinas llenas de tequila y la violencia gratuita. Emilia Pérez, desafortunadamente, parece sumar su nombre a esta lista.

No obstante, este tipo de reacciones también abre un espacio importante para la reflexión. La discusión que surge de estas películas pone sobre la mesa la necesidad de que seamos nosotros quienes contemos nuestras propias historias, desde múltiples perspectivas. Es imperativo que el relato cinematográfico internacional comience a escuchar más atentamente las voces locales y trabajen en colaboración para evitar simplificaciones que diluyan nuestra esencia.

En un mundo donde las plataformas digitales hacen que el cine viaje más rápido que nunca, la responsabilidad de representar adecuadamente a un país se vuelve aún más crucial. La recepción de Emilia Pérez debería servir como un recordatorio de que no somos un concepto único y fácil de definir, sino una amalgama compleja de historias, tradiciones y modernidades.

Quizá, en el futuro, podamos ver más producciones que tomen este desafío en serio, dejando de lado las visiones simplistas. Porque México, con todas sus luces y sombras, merece ser contado con verdad y profundidad.

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