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Opinión

Un mundo antihumano. Por Itali Heide

Itali Heide

En los cuentos de hadas que nos leían de niños, soñamos con el poder del amor, el poder de la aceptación, el poder de creer en nosotros mismos y el poder de la amistad. Listos para salir al mundo con esas expectativas utópicas que el mundo nos prometió, nos encontramos con una cruel realidad. El poder del odio se impuso sobre el poder del amor. El poder de la opresión era más fuerte que el poder de la aceptación. El poder de la envidia reinó sobre el poder de la amistad. Sobre todo, el poder estaba en manos de los actos de violencia, la intolerancia, el miedo, el control y, sobre todo, el poder del dinero y el dinero del poder.

Millones de sueños y anhelos han sido aplastados, vidas conteniendo la esperanza de vivir libremente, obligadas a trabajar hasta la muerte bajo el reinado de un mundo que ha dejado que el capitalismo se le vaya de las manos. No se puede negar este hecho. Tener poder es la variable más importante para conseguir lo que se quiere en este mundo. Dicen mucho: <Trabaja duro y podrás lograr cualquier cosa>.

¿Qué pasa con los que trabajan turnos de 12 horas en las máquilas con costras en las manos, la gente agachada en los campos sacrificando su espalda a la cosecha millonaria a la que sólo le corresponden centavitos? ¿Qué pasa con los propietarios de pequeñas empresas cuyos ahorros de toda la vida se han echado a perder porque no pueden competir con las corporaciones? Las madres que trabajan con sus bebés en la espalda vendiendo pan, los hombres que abren su puesto de frutas todos los días, los que venden películas en estacionamientos, los que limpian cristales en los semáforos por unos pocos pesos.

No es cuestión de <trabajar duro>, tampoco de <trabajar inteligentemente>. Se trata del privilegio, del dinero y del poder, y quien no posea alguna de estas cualidades desde su nacimiento, encontrará el camino hacia la felicidad y el éxito construido para frenarlo sistemáticamente. No sólo somos responsables de las millones de vidas afectadas por la opresión que es proporcionada por estado de hipercapitalismo y consumo, alimentado por los medios y redes sociales, y controlado por las corporaciones que se niegan a asumir responsabilidades, sino que también somos responsables de la destrucción del planeta. Un mundo, con miles de millones de años de antigüedad, exprimido y explotado hasta un punto de no retorno sólo en el último siglo. Somos codiciosos, envidiosos y, peor que nada, adictos a un sistema que ya no sostiene a la raza humana.

¿Por qué nos rehusamos tanto al cambio? Es realmente la única manera de avanzar, pero a la mayoría de las corporaciones que sostienen el sistema y las personas que participan en ella sin pensarlo dos veces, no les importa lo más mínimo. No podemos pretender ser un mundo en el que los sueños se hagan realidad, mientras sigamos siendo un mundo en el que los sueños llegan a morir para la mayoría de los que aún se aferran a la esperanza. Somos nuestro peor enemigo, y en lugar de centrarnos en cuestiones que cambien las estructuras de poder de manera que allanen el camino de las oportunidades para todos, seguimos luchando las guerras ideológicas que nos han mantenido atorados durante siglos: la discriminación, la pobreza, el racismo, la homofobia, la xenofobia y la violencia que acompaña a estas guerras antihumanas.

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Opinión

Diplomacia. Por Raúl Saucedo

Estirar la liga

En un mundo interconectado y globalizado, la diplomacia como máxima de la política entre las naciones se erige como un pilar fundamental para el mantenimiento de la paz, la estabilidad y la cooperación. La importancia de la diplomacia radica en su capacidad para resolver conflictos, fomentar el diálogo y promover el entendimiento mutuo en un escenario internacional cada vez más complejo y diverso.

La diplomacia, en su esencia, consiste en el arte de la negociación y el manejo de las relaciones internacionales entre los países. A través del diálogo y la negociación, los diplomáticos buscan alcanzar acuerdos y soluciones que beneficien a todas las partes involucradas. En un mundo marcado por la interdependencia y la multiplicidad de actores internacionales, la diplomacia se convierte en una herramienta indispensable para abordar los desafíos globales, como el cambio climático, las guerras, la migración y la inequidad de la riqueza.

Conforme a lo antes expuesto querido lector usted habrá de traer a su pensamiento lo recientes sucesos en el país de Ecuador, donde la diplomacia (si es que existió) fracaso a tal modo dejó como estela imágenes de la irrupción de las fuerzas del orden ecuatorianas en la sede diplomática de México en aquel país Sudamericano.

Pero que es lo que esconde este “asalto” y falta grave a la diplomacia internacional, permítame tratar de resumirlo, antes de ello pongo a referencia para su consulta una columna que escribí en el pasado mes de enero donde hablo precisamente del perfil del presidente de ecuador Daniel Noboa (1).

Vayamos pues. La interrupción a una sede diplomática no es una acción tomada a la ligera, sino que implica la participación de fuerzas armadas, empresarios, partidos políticos y miembros del gobierno, y se planifica cuidadosamente considerando sus repercusiones. En el caso del asalto a la embajada de México en Quito por parte de la policía ecuatoriana, se sugiere que esta acción fue plenamente planificada, lo que lleva a cuestionar la verdadera autoridad del presidente ecuatoriano sugiriendo que su padre, el empresario Álvaro Noboa (Perdedor de 5 contiendas presidenciales), ejerce el poder en la sombra. Aunque la crisis diplomática resultante pueda revertirse a corto plazo, Ecuador logra momentáneamente su objetivo de impedir la salida al exilio del ex vicepresidente Jorge Glas Espinel.

Jorge Glas Espinel quien es el epicentro de la disputa diplomática fue vicepresidente de dicho país durante 2 periodos (Rafael Correa y Lenin Moreno), durante ese periodo Glas fue condenado a 8 años de cárcel por recibir sobornos de la constructora brasileña Odebretch, en un caso que abarca diferentes gobiernos de toda América Latina,  entre ellos México.

Jorge Glas Espinel. Salió del gobierno de Lenin Moreno y se entregó a las autoridades para cumplir su condena, pero por medio de los recursos jurídicos pudo obtener la libertad condicional a la mitad de su condena. Los procesos en su contra se mantuvieron y a finales de 2023, ya durante el gobierno de Daniel Noboa, lo citaron para que diera explicaciones

sobre el manejo de fondos sobre el terremoto que había ocurrido en la provincia de Manabí, (7 años antes).

Glas entonces buscó refugio diplomático en la embajada de México. Durante estos meses, las acciones judiciales para que el gobierno de México lo entregara no tuvieron éxito, acogiéndose nuestro país a la figura de “huésped” misma que no existe en el derecho internacional, no fue sino hasta las declaraciones del ejecutivo federal sobre el pasado proceso ecuatoriano donde empezó la tensión entre las naciones, declarando la no gratitud de la presencia de la embajadora de México en Ecuador y la declaración del asilo político de Glas misma que quizá fue tardía y sobre reaccionada ya con el conflicto encima.

Todo lo anterior expuesto desencadenó que la madrugada de este sábado un grupo de uniformados entró por la fuerza y en forma irregular a la sede diplomática y se llevó por la fuerza al dos veces vicepresidente Glas.

A la fecha México ha sido arropado por diferentes naciones y organizaciones internacionales referente a los sucesos, esto no puede marcar una directriz referente al futuro de las naciones, la respuesta tiene que ser enérgica y contundente.

Mientras los juristas y jugadores de padel definen como territorio mexicano la Embajada, yo apelo solamente a la condición de extraterritorialidad en el espacio de las casonas. Mientras tanto hago votos para que la situación se resarza silbando y cantando aquella del maestro Joaquín Sabina…. “De Sobra sabes que eres la primera.”

(1) https://segundoasegundo.com/el-milenial-por-raul-saucedo/

@Raul_Saucedo rsaucedo@uach.mx

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